viernes, agosto 28, 2009

Los vecinos de la Martín García

Dicen que los vecinos de la Martín García tienen problemas para conciliar el sueño. Tienen miedo de tener la misma pesadilla noche tras noche. Entonces aguardan y aguardan hasta que caen al profundo sueño. Dicen que la imagen es la misma: sueñan que vuelan, flotan, se estabilizan en el aire; pero después caen y caen y caen pero jamás chocan el piso, con lo cual la histeria es constante.
Dicen que los vecinos de la Martín García tienen las mejores piernas. Suben y bajan sin parar. Entonces a veces “hola Ramón ¿cómo le va?” y “cuesta arriba, che, cuesta arriba”. Y otras veces “me gusta mucho Patricia…y cuando camino siento que corro y cuando corro siento que vuelo”. La calle es el subibaja de sus vidas.
Dicen que los vecinos de la Martín García se pelean mucho cuando juegan al fútbol. Siempre sienten que les inclinan la cancha. Pero después, en el segundo tiempo, las cosas cambian para los equipos y terminan empatados. Algunos valores intentaron llegar a primera. Algunos fracasaron: se caían, se tropezaban, servían sólo para un tiempo (el primero o el segundo, dependiendo del estado de ánimo). Algunos llegaron y se destacaron fuera del país: Quito, La Paz, Oruro y Cuzco. Algunos juegan como sueñan y sueñan como juegan.
Dicen que los vecinos de la Martín García son testarudos, ciclotímicos, que se les sube la sangre a la cabeza, que se les enfrían los pies, que se les duermen algunos músculos, que pierden el equilibrio fuera de su calle. Y es al día de hoy que se dice que hubo gentes que jamás salieron de la cuadra o que pocas veces pisaron fuera del barrio: Santina, Franco, la Doña de los gatos, Zulema del almacén, Elías y toda la familia Gómez.
Dicen que los vecinos de la Martín García se agarran la cabeza cada vez que se anuncia una lluvia porque el agua corre, corre, corre, corre, corre y corre y nunca se detiene. Los grandes preparan barricadas y los niños arman barquitos de papel. Los dibujan, los pintan, los decoran y los saludan al borde del cordón, “suerte barquito, suerte”. A veces lloran porque nunca más los volverán a ver.
Dicen que los vecinos de la Martín García se juntan a eso de las siete de la tarde, cuando el sol se empieza a ir, y contemplan el atardecer y el oscurecer. Desde donde están conocen la ciudad entera sin necesidad de ir por abajo. Susurran, de generación en generación, de atardecer a atardecer, la historia de la Córdoba de las barrancas y los pozos. Los más viejos a los viejos, los viejos a los adultos, los adultos a los adolescentes, los adolescentes a los niños y los niños aprenden e imaginan las historias para los que están por venir.
Cuando todos duermen desplegamos las alas y salimos a volar.
Pocos saben eso.

lunes, agosto 17, 2009

Las cosas de Barrio Las Flores III

Acá, cada vez que llueve, cada vez que el cielo escupe, llora o estornuda, las calles se convierten en ríos o brazos de ríos. “Pedro Inchauspe es un afluente de Bellardinelli”, me dice una vieja mientras barre la vereda rota y despareja. Y cuando el agua fluye mansa, cuando todo se tranquiliza, empiezan a pasar los colectivos y de vuelta las olas, las montañas de gotas que se estiran, se contraen y chocan contra las verjas, las altísimas verjas que tienen todas las casas. Escalones gigantes e innecesarios como el que tenemos en casa o el jardín elevado medio metro.
Este barrio es demasiado barrio.
El anterior no. Ese era un conglomerado de casas y calles con un nombre en común.
Acá, en un mes nos sentimos más vecinos/compañeros con el resto que en un año y medio allá.
Acá tiene sentido sentarse a tocar la guitarra en la vereda, tomar un mate, largar al perro para que huela los postes de luz, las botellas llenas en los jardines, el culo de otro perro (el jefe de la cuadra). No desentona ocupar la calle con presencia. Este es barrio de reposeras, de chismes de la década del ’50, de la famosa inundación del ’64, de muchos sabiendo sobre muchos, del viejo Quique que se asoma para nuestra ventana cada vez que pasa con la bici o del otro viejo que le regaló una flor a la Rocío seguido de algo como “una flor para otra flor”.
Acá estallan los negocios, estalla la vida de ocho a dos y de cinco a diez. Así, de memoria, con el recorrido de las calles que hago en mi cabeza, rápidamente: está el quiosco de la “Estrella” en la esquina, pero ese abre dos veces a la semana (parece que está muy enferma la madre de Estrella). Al frente está el mega almacén de “Los Lentos”, apodado así porque uno va por una tira de pan y se termina tomando una cerveza en la cola por la extrema lentitud en la atención. A la vuelta están “Los Chicos”, otro almacén con verdulería, el favorito de mis dos concubinos que nunca tienen nada, pero son piolas los pibes y recién empiezan. A una cuadra para el otro lado está “René” y sus milanesas de “ternera” a diez con cincuenta el kilo. René es radical, está abierto hasta las once y media masomenos y todo lo agarra con las manos, todo. Y a veinte metros, al frente de la plaza, está el glorioso “Walter”. Walter es una institución en el barrio porque está abierto siempre, SIEMPRE. Ese martes a la noche, cuando te colgaste y querés ir por esa última e innecesaria cerveza y de paso unas salchichas y una tira de pan, bueno, ahí estará Walter o su señora para abrirte la ventana a las tres de la mañana.
También, a tres cuadras descubrimos otro polo importante de negocios: verdulería, ferretería, panadería (nuestro déficit histórico), carnicería, pollería, farmacia, supermercado y una tintorería. Y si la situación lo amerita, a cuatro cuadras está la Avenida Vélez Sarsfield donde todo es igual pero más grande.
Acá tenemos capítulos aparte. Acá tenemos y teníamos una pizzería a la vuelta. Las empanadas más baratas, unas pizzas muy ricas y unos lomitos aceptables, encajaban perfecto con la muy buena onda de los dueños. Empezamos tomando un porrón para la espera del menú y terminé yendo cada vez que me aburría o cuando no quería comer solo. La tristeza de pasar el lunes por el frente y ver que habían levantado todo para “mudarse” a otro lado aún no la supero.
Acá tenemos un clásico: Las Flores vs San Lorenzo. Hace menos de un año que vivo acá pero me gusta el club que se llama igual que su barrio, así que YO SOY HINCHA DE LAS FLORES y a los putos de San Lorenzo le vamos a llenar la canasta el partido que viene. Las canchas están una al frente de la otra, como Racing e Independiente, pero sin primera división, copas libertadores y televisión.
Acá tenemos una banda pirata. Y eso es importante ya que este es un barrio que está bajo la órbita de Talleres. En la zona sur la influencia de los albiazules es grande por la cercanía de su cancha. Un día escuché bombos y canciones en la previa de un clásico. Reconocí las entonaciones y supe que eran celestes pero no me atreví a ir a ver. Con el tiempo conocí a un guaso viajando a Rosario para ver a Belgrano que vive a dos cuadras de casa y que es hincha de Las Flores y de Belgrano (¡como yo, maestro, como yo!). Se juntan en la placita, al lado del taller mecánico y se comen un asado debajo de la pared que reza “Belgrano Corazón”.
Acá me siento muy bien. Estoy enamorado del barrio donde vivo, de la gente, de las calles rotas, de los colectivos hijos de puta que pasan echando puta por el frente de mi casa, de las chancletas que tengo que usar para salir cuando todo se inunda, de los choros del barrio de al lado, del perro que me mea la puerta, de los vecinos del fondo (esos son otro capítulo aparte), del Maxi que vive al frente y de su hermana hermosa que tiene apenas dieciséis años, de Rubén que nos alquila la casa, de las pocas cuadras que nos separan de la ciudad universitaria y del centro, de los gitanos (y estos también serán otro capítulo aparte), de la cancha de paddle de la esquina a la que prometí ir a jugar y nunca cumplí, de las visitas de los que nos quieren, de los amigos con los que vivo.
Acá todavía hay mucho por conocer. ...

Las Cosas de Barrio Las Flores I y
Las Cosas de Barrio Las Flores II.

jueves, agosto 13, 2009

Esquirlas

Me cago en la poesía.
Me cago en la poesía
que me pide que escriba
así
de arriba para abajo
o de abajo para arriba
da lo mismo.
Te lo pide
no sé si el género
(a veces los gritos
a los gritos
el género)
o la tradición
o el nacimiento nomás
o la lectura.
“La poesía se escribe verticalmente”
y no me preguntes porqué
“Por qué”
No sé, nunca me enteré.

Pero yo no loco yo no. A mí me gusta escribir en forma de chorizo horizontalmente con hilos Eso con hilos por todos lados y agujas Y coser las frases y la historia Y que todoseaunalíneademilesdepuntos hasta que los márgenes me obliguen a bajar (o a subir cómo dije) Yo quiero líneas líneas así ------------------- No quiero esas líneas de colectivo que hay que correr constantemente por atrás Quiero esas líneas de incoherencia que no tengan nada que ver con nada Pero igual las uno los uno las tejo Es que yo soy de los que constantemente cuentan cuentos “Eh vos contate uno de cordobeses” Ese ya lo escribí En serio che Habla de una plaza y de un montonazo de gente Y ahí aparezco yo Pero más chiquitito obvio Boludeo por los renglones esquivando signos de puntuación y saltando haciendo como carreras con vallas saltando letras y palabras (las t y las f son las difíciles) Algo así como el Circus que jugábamos cuando éramos chicos en el Family Game de los vecinos de la cuadra Yo nunca tuve de esos De repente nos vemos Yo con yo El de arriba el que está con el teclado o la lapicera se ríe de ese yo que no para de boludear en el cuento El yo chiquito hace lo que el otro nunca se animó Las hace todas ¡Ese guaso es un maestro! ¡Soy un maestro! “Eu yo” “¿Qué pasa maestro?” Contate otro que te salen bien.
Uno bien de cordobeses

domingo, agosto 09, 2009

Palabras urgentes









Sin editar, sin revisar, con la urgencia de lo que duele o alegra.
Prendo la tele y veo en TyC Sports una entrevista al presidente de Torneos y Competencias (que no es lo mismo...) Marcelo Bombau. Subtítulo de la entrevista: "hay un acuerdo entre Grondona y Kirchner para estatizar el fútbol".
A ver, vamos a tratar de separar y/o analizar los tantos.
Primero: es ya realmente absurdo que el presidente de una compañía se haga hacer una entrevista por un empleado (empleada, en este caso) de su propio medio. Los tipos ya no tienen cara. Son demasiado evidentes. Es igual de burdo que aquella vez en que TN titulaba "están interfiriendo TN". Pero, como sabemos, uno ve lo que tiene ganas de ver. Yo, vos y aquel otro.
La minita le tiraba preguntas o consignas del tipo:
- "Entonces usted considera que es ilegal que se rompa un contrato que tenía vencimiento recién en 2014".
- "¿Cree que una de las soluciones para afrontar esta crisis económica podría ser el aumento de las entradas a los partidos?"
- "¿Ustedes estarían dispuestos a dialogar para tratar de lograr un acuerdo en el supuesto caso de que esta medida se intente llevar a cabo?" (Rta: ¡Por supuesto!) (entre líneas imagino un: "claro, querida, si los que tenemos el sartén por el mango siempre estamos dispuestos a charlar lo que sea")
Segundo: cambié de canal y en TN (Periodismo Independiente) ya estaban tratando con toda seriedad la noticia (como siempre). Decían: "Acuerdo entre Grondona y Kirchner" (Nestor, obvio) No decían "acuerdo entre la AFA y el Gobierno". No, sino entre dos personas (ahora) muy odiadas. ¿Por qué harían un acuerdo Grondona (entendible, el presidente crónico de la AFA) con Kirchner? Digo, sabemos (o intuimos) cómo se manejan los hilos de poder, pero, oficialmente, ¿qué puede hacer Nestor Kirchner? ¿Por qué insisten en este acuerdo o enroque de intereses entre estas dos personas? Además, con el trato super profundo y serio que le dieron al tema, no dijeron NADA de NADA. O sea, puras especulaciones y tratamiento noticioso (o con palabras de casete) del sentido común.
Lo de Grondona no sorprende. El hijo de puta es más hábil que Perón para mantener a todos bien calmados (o hirviendo, pero bien controlados) Julio Grondona es un termendo hijo de puta, que quede claro. Pero lo que también queda en claro que el periodismo NUNCA puso la poronga en la mesa de redacción para investigar y publicar algo contra un tipo que está hace casi tres décadas en el sillón de la AFA.
Daniel Hendler, periodista deportivo de TN, decía cosas como: "es raro lo que sucede. Esta maniobra sorprende porque hace 30 años que los gobiernos han intentado meterse en el fútbol y nunca han podido. Pasaron gobiernos democráticos y dictaduras, pero nadie pudo meterse con (en) el fútbol. La FIFA incluso toma medidas severísimas cuando los estados se inmiscuyen en los asuntos de la pelota. Se suspende o desafilian instituciones y asociaciones nacionales". STOP. A ver, Daniel Hendler, primero: ¿cómo es eso que el estado no se mete? ¿Qué carajo te pensás? ¿En qué país estás? EL ESTADO ESTÁ EN TODOS LADOS. El presidente de la AFA durante varios años fue Cantilo. Un milico que manejó el EAM 78 y que le costó al país unos cuantos millones de dólares. Ese tipo llegó bien alto en la FIFA (al igual que Grondona) Y no vale la pena ponerse a hablar del Mundial 78 porque ya es demasiado. Segundo: Presentan la cuestión como "la intervención del Estado en el fútbol" o sea "estatizar el fútbol". ¿Ah? ¿Cómo sería eso? "Estatizar el fútbol". No, culiado, lo que se está discutiendo es la TELEVISACIÓN DEL FÚTBOL. La ecuación a poner en duda es: ¿tele=fútbol? En estos tiempos, ponele que sí. Pero la tele no es el fútbol ni el fútbol es la tele.
Tercero: como son tan serios para tratar las cuestiones de vital importancia, la gente de TN fue a buscar entrevistas, palabras de gente que sabe y que, vaya casualidad, todos opinan lo mismo. Entonces le pusieron el micrófono a un zoquete del PRO que metió, de paso, el tema de las retenciones y después otro micro a alguien del Acuerdo Cívico y después a Gámez, que si bien ha sido un opositor eterno a Grondona, en este caso opinaba con algunos tibios argumentos, su oposición a misterioso y muy comentado plan de "estatización del fútbol".
TN, Periodismo Independiente..... ¿Cómo decirlo con palabras bonitas?: HIJOS DE PUTA.
Hay que ver bien en qué consiste (si es que existe) esta supuesta intervención del Estado en la transmisión de los partidos de fútbol. ¿Sería gratis para todos? ¿Iría por aire? ¿Cómo haría el Estado para lograr esto? ¿Se pueden jugar los partidos sin televisión? ¿Por qué haría esto Grondona? El mismo viejo culiado que se llenó de guita con la tele y que es, seguramente, socio de Torneos y Competencias. ¿Por qué hablan de Nestor Kirchner y no del Gobierno?
Pero que cada uno saque sus propias conclusiones. En TN y su página de internet están los videos. También hay una entrevista en Clarín a Bombau. El tipo está preocupadísimo porque prefiere que ese dinero se invierta en escuelas.

Bueno, espero opiniones que, a esta altura, es lo único que podemos hacer ya que nadie sabe qué carajo se discute en esas mesas.
Abrazo!

domingo, agosto 02, 2009

Crónica de lo que fue



Volemos ¿querés?

Te pensé una tarde en casa.
Quiero hablar/te sin nombres propios. Quiero hacer de cuenta que esto es una generalidad, algo que pudo pasar o no. Quiero que las palabras floten en el aire y que el viento las empuje hacia el oeste. Que te lleguen como cuento, poema o crónica de lo que fue.
No es raro que el frío invoque al calor o al recuerdo de lo confortable. Este invierno se está tornando insoportable porque las temperaturas bajan hasta el cero y más allá, las cañerías se congelan y eventualmente estallan (ya perdimos dos) y, fundamentalmente, porque no tenemos calefacción de ningún tipo. La casa tiene corazón grande pero no puede contra el frío.
Traté de acordarme de vos, de aclarar las sensaciones de tu ausencia. Las últimas veces que nos vimos no hubo nada parecido a lo que supimos tener. Es lógico, entendible y real, pero no deja de producirme una cierta tristeza, o nostalgia por las miradas perdidas.
Con seguridad puedo admitir que ni vos ni yo podríamos definir lo que pasó. Nos conocimos hace mucho. Yo tenía pelo largo, la voz un poco más chillona y creo que no me importaba un carajo nada de nada. Vos estás físicamente igual. Habrán cambiado un poco los dolores y las felicidades pero siempre tuviste una sensibilidad distinta al resto. Eras una de esas amigas de salidas, recitales y de alguna juntada de mates. Después ni eso. La llamita se fue apagando y te convertiste en una amiga de cumpleaños y días del amigo y también en amiga de fotografías viejas. Te señalaba y trataba de contar algo de tu vida a la nueva gente que aparecía en mi vida. Y así se pasaron los días.
Hace dos años, un poco más o un poco menos, aparecí en tu casa para tu cumpleaños. Yo venía de pasarla mal y vos peor. Charlamos espontáneamente. No habrán sido más de 20 minutos. Hablé mucho, como casi siempre. Vos me escuchaste y también hiciste tu parte y hablaste poquito, como casi siempre. Se podría decir que hubo diálogo.
Desde ese momento empezamos a vernos más seguido. “Me hice amigo de una amiga”, decía. Nos juntábamos de tanto en tanto. A veces almorzábamos, otras tomábamos un montón de mates amargos y hasta me acompañaste a la cancha una vez. Te pusiste una musculosa celeste y ganamos uno a cero. Seguramente caminamos por Córdoba, de la misma manera que lo hubiéramos hecho en Viena, Asunción, San Francisco o Nueva Delhi. Las tardes nos encontraron, pero el momento que más compartimos fue sin dudas la noche.
Me gustaba sentir que éramos nada más que vos y yo. De madrugada, cuando los comunes duermen y los raros se desperezan y salen a la calle, nosotros nos sentábamos en un bar cualquiera a tomarnos la vida. De a poco aflojabas y me mostrabas todas tus tristezas contenidas. Te costaba sentirte vulnerable, abierta a la vida, a otra persona. Me encantaba escuchar tu voz y mi silencio. Y así fuimos acumulando horas y horas de luz artificial y mucho alcohol.
Una noche como tantas nos encontramos. Creo que era jueves. A eso de las dos de la mañana nos saludamos y entramos a un conocido lugar de la ciudad. Hicimos lo de siempre: tomar. La diferencia es que teníamos que hablar más fuerte y más cerca del oído porque la música estaba bien alta.
Bailamos.
Tomamos.
Bailamos.
Tomamos.
Cerré los ojos. Te besé.
Me besaste. ¿Estaba realmente pasando? ¿Te estaba besando?
En un momento nos dimos cuenta que ya no había más música y que casi no quedaba gente en el lugar. No quedó otra que salir.
Salimos. “Tengo ganas de ir a tu casa…, pero no sé”, dijiste. Hacía frío. Nos abrazamos y seguimos la charla con besos y sin palabras. No tenía ninguna para decir, todas me parecían inútiles, vacías, destructoras del momento. Paré un taxi y fuimos a casa.
Nos vimos muchas veces más. Algunas como amigos, otras como… y ni vos ni yo sabíamos qué decir. ¿Hubiera funcionado? A vos te pregunto: ¿hubiera funcionado? Yo digo que no sé y seguro que vos también. Nos gustábamos sinceramente y con mucho miedo. Alguna vez nos besamos en público. Pero nadie sabía de lo nuestro y nadie nunca supo de todas las veces que nos encontramos.
Alguna vez, entre abrazos, intenté sacarte alguna palabra que me ayudara a descifrarte. Pero las palabras no son lo tuyo. Igual me guardo pedazos de tu voz que me enternecen hasta el día de hoy. “¿No me das otro beso?”, me dijiste una vez en la puerta de tu casa, con una sonrisa hermosa. Y al invocar aquella noche me tiemblan las manos en el teclado. Esa boludéz era (y es) suficiente para conmoverme.
En un bar del abasto me dijiste que yo era muy dulce y te brillaban los ojos. Nos besamos mucho aquella vez. En otra ocasión me tiraste toda tu honestidad: “cambiaste mucho, che. Antes eras medio pelotudo”. Me cagué de risa y te putié. Pero está bien, tenías razón. En una época iba camino a ser un gran pelotudo. Pude meter un volantazo a tiempo, creo.
Te quería escribir para no olvidarme de las cosas que pasaron, para no olvidarme de vos. Para no sentirme un poquito triste cuando te veo, charlamos, te saludo y después te vas. Porque inevitablemente te me estás yendo. Como amiga, como amistad de besos dulces, como carta manuscrita, como foto en la pared, como el mensaje de texto que me llega en el momento menos esperado.
Cuando tu imagen se me vino a la cabeza pensé muchísimo. No sé si esto es una crónica pero siempre termino creyendo que sí y trato de patear los límites de eso que algunos llaman género literario.
Creo que estoy feliz por vos. Y dejo la duda (y la certeza) escrita porque me conozco demasiado. Sé que a veces me arrepiento de lo que digo, lo que hago o de las historias de amor que invento. Casi nunca de lo que escribo.
Amiga.
Te quiero, como sea.
Como sea, te quiero.