Primer impacto: todos escavian todos los días todo el día. Acá me voy a adaptar rápidamente, pienso. Hay bares cada 20 metros; uno pide una cerveza (una "caña") y te traen un vacito de choop acompañado de una "tapa", que es un platito con algo para picar. Esto puede ir desde unas aceitunas hasta un pedazo de pan con bife de cerdo y aceite de oliva. Una locura. Empiezo a pensar en las posibilidades de instalar un barcito en Córdoba. Cuando avanzo en delirios algo me vuelve a llamar a la realidad: sos pobre, concentrate en imaginarte desde este otro lado de la barra. Bueno, me consuelo, tampoco se la pasa tan mal.
Segundo impacto: esta gente fuma mucho. Es increíble la cantidad de personas que fuma tabaco. Siempre se ven grupitos de guasos y minas, cagados de frío, en el palier de un edificio, fumando un pucho. Corren con ventaja: en casi todos los barcitos estos se puede fumar. Imagino el placer del fumador cuando puede combinar el alcohol con el humo.
Tercer impacto: todo es previsible. Las cosas suceden en un marco de previsibilidad. No hay histeria, no hay sorpresas desagradables... (me pregunto si también carecen de sorpresas agradables) La gente se levanta, espera el subte (metro) o el colectivo, o lo que fuere, a la misma hora, todos los días. El almuerzo sale lo mismo siempre, los impuestos también, difícilmente haya delitos sobre la propiedad privada, todo está explicado, ordenado, limpio. Eso impacta mucho. Charlando con mis primos les cuento esto y les digo que admiro esas seguridades pero que no sé si podría vivir así, que en Córdoba no sabés qué carajo te va a pasar la semana que viene, que vivimos con un ritmo de nervios, histeria e inseguridad pero que éstas se promedian con una cantidad inexplicable de sorpresas agradables y seguridades de otro tipo: un abrazo, la cerveza con el vecino, el fulbito de los martes, la cola interminable del almacen, la avalancha de un gol en el último minuto, el chiste del tachero, la puteada de cualquiera, las veredas rotas y los perros callejeros. Una lista incompleta, improvisada, algo cursi e imposible de comparar, pero que busca explicar algo difícil de explicar: las elecciones.
Cuarto impacto: el silencio. O por lo menos la falta de ruidos fuertes. La ciudad tiene un ritmo tranquilo; quizás se deba a todo lo recién mencionado en el tercer impacto. La gente habla a un volumen bajo. Es difícil escuchar las conversaciones ajenas. No es que sea metido, es que se me da por intentar descifrar si las personas son españolas, argentinas, rumanas, yanquis, francesas, o cameruneses. No hay gritos, no hay bocinas, música fuerte, ladridos de perros, escapes de moto, "lleve el tomate loco", "breteles de silicona dos por cinco pesos" , "librooooos", "pilas despertadores encendedores todo", "la luciérnaga", ni nada de eso.
Hay mil cosas más. Seguiré con los ojos abiertos, los oídos atentos y la tonada sintonizada en cordobés, para nunca olvidarme de dónde soy y qué cosas amo.
7 comentarios:
pasala bien loco.
llegate por la cancha del aleti, nada que ver, pero es lo más parecido a alberdi que vas a encontrar.
eso me han dicho. Acá en España son unos amargos, pero los del aleti se suponen que son los que más "alientan" (si es que existe ese concepto acá) Capaz que más tarde me llego hasta el Bernabeu a conocer.
abrazo!
si sos re pobre... re... gilazo... en España un mes de joda... re pobre... vivís solo... estudiás hace banda... dale... te lo repito no somos ni cerca pobre... somos unos infelices? si puede ser... unos muertos? ponele... pero pobre es casi lo único que no somos...
Pero, pero, pero... se ha ido a España?
A los Gallegos les gusta la farra.
Oiga! Avise!
Pronto, pronto, se vienen las aguasfuertes amsterdameses... Holandesas, o lo que fuera... Es que estoy en un ciber atendido por turcos. Las compus estan bajo llave y no se puede conectar el pendrive.... Con mas tiempo me siento y escribo algo...
Abrazos!
los gallegos no gritan en la calle, pero puertas adentro hablan a los gritos!
Publicar un comentario