Esta es la primera de una serie de notas que escribí sobre el Gardel y el deporte. En realidad, me di el gusto de escribir sobre lo que quería. Espero, les guste. ¡Un abrazo!
Osvaldo Soriano, uno de los grandes escritores argentinos, decía que cuando se le bloqueaba la mente, cuando la inspiración se le escurría como agua entre las manos y no sabía cómo continuar sus novelas o cuentos, siempre aparecía un gato y le traía las respuestas. De una manera incierta, que sólo él podía descifrar, los felinos le acercaban el pase preciso para continuar la jugada.
De este lado del tiempo, casualidad o causalidad, quiso el destino que una tarde, en medio de un bloqueo angustiante, estuviera sonando en mis parlantes la voz hermosa de Carlos Gardel. Retiré las manos del teclado y, resignado, me quedé como un autista, escuchando. Pasaron los temas, las grabaciones precarias de los años veinte, las letras, esa poética inconfundible del tango. Supe también que esta columna debía ser de deportes. Hice una pausa. Apagué la música y salí.
El mejor método para destrabar un nudo es el tiempo. Claro, pavada de consejo del mío, muy fácil de pronunciar y muy difícil de aplicar cuando las papas queman y el ritmo del medio periodístico espera ansioso las palabras. Pero cuando uno puede escabullirse de la marca pegajosa de la rutina, como un delantero petisito y veloz, las cosas terminan saliendo. La figura del "Zorzal", de Carlos Gardel me inundó de imágenes. He leído mucho sobre este personaje. Me fascina la incertidumbre que rodea su figura. Biógrafos, documentalistas, periodistas y novelistas, hablan de él y siempre dejan un manto de duda sobre sus afirmaciones. La más importante: su nacionalidad. Desconozco la sensación que tendrán los franceses de Gardel pero de este lado del mundo, la puja por su patria verdadera entre Argentina y Uruguay es algo que todavía calienta las discusiones.
Con ese aceptado nivel de incertidumbre me empecé a preguntar varias cosas. Y me propuse escribir, con un altísimo grado de subjetividad, todas esas imágenes que se relacionan con Gardel y el deporte. De la mano del azar y de mi memoria caprichosa, fui reconstruyendo mi propia relación con el Zorzal. ¿Qué puede decir una persona de 29 años sobre él? ¿Porqué todavía sigue generando emociones su figura? ¿Quién es Carlos Gardel? Todavía no lo sé, pero la alegría está en no pensar demasiado las emociones, sino abrir los brazos y dejar que vengan.
Gardel y el fútbol
Lo primero que me propuse descubrir, como argentino y futbolero, era de qué club era hincha Carlos Gardel. No hay muchos tangos que hablaran de fútbol. Hay que recordar un dato no menor: las letras de los tangos no eran de Gardel. El Zorzal las interpretaba, las hacía suyas y luego el pueblo las adoptaba como propias. Igual, se pueden rastrear algunas evidencias concretas. Una de sus canciones se llama "Patadura". La primer estrofa dice así: "Piantáte de la cancha, dejále el puesto a otro / de puro patadura estás siempre en orsay / jamás cachás pelota, la vas de figurita / y no servís siquiera para patear un hands. / Querés jugar de forward y ser como Seoane / y hacer como Tarasca de media cancha un gol. / Burlar a la defensa con pases y gambetas / y ser como Ochoíta el crack de la afición."
Muy bien. En esta primera estrofa nombra a tres jugadores: Manuel Seoane, de Independiente. Domingo Tarasconi ("Tarasca"), de Boca. Y Pedro Ochoa, de Racing, considerado el mejor jugador argentino de la década del ‘20. Racing Club de Avellaneda fue uno de los primeros "clubes grandes" y argentinos. El fútbol, en aquellos años, era monopolizado por los equipos con tradición inglesa. El más conocido: el multicampeón del amateurismo, Alumni. Racing, con su camiseta a rayas celestes y blancas, pudo quebrar la hegemonía británica y salir campeón con planteles criollos. Algunas crónicas de la época, indican que había una amistad entre Gardel y Ochoa y que incluso su apodo, "Ochoíta", le fue puesto por el propio Zorzal.
Sergio Renan, reconocido actor y director de grandes películas como El Silencio de los Héroes y La Tregua, y de otras menos felices como La Fiesta de Todos, cuenta que una vez se enteró de que alguien poseía el carnet de socio de Gardel. Quiso comprarlo, ofreció una suma importante de dinero pero no tuvo suerte.
El juego no es pa' otarios, tenélo por consejo / hay que saber cortarse y ser buen shoteador / En el arco que cuida la dama de tus sueños / mi shot de enamorado acaba de hacer gol.
"El juego no es pa’ otarios". Un maestro. Continuará…
1 comentario:
Buenisimo che, ando esperando las siguientes entregas
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