Lo bueno de no estar atado a la novedad de la noticia me permite relajar un poco las palabras, tomarme mi tiempo para escribir lo que tenga que escribir. Pero esta vez me tardé demasiado.
Hoy (martes) entré a eldiariodellunes con la cabeza gacha, mirando como de refilón a la página por la vergüenza que me causaba el no haber escrito la crónica sobre el partido de Belgrano. Estaba seguro que mis compañeros sí habían hecho la tarea y que yo me ubicaría, como siempre, con los del fondo, los incumplidores e indisciplinados. Fue grande la sorpresa al encontrar todo como la última vez. Se ve que todos andaban tristes y que las palabras quedaron guardadas en el estómago o se fueron en una puteada al delantero, atrapadas en una lágrima, en las manos o en la mirada. Por lo menos eso fue lo que me pasó a mí. Luego me empujó el compromiso de las voces, del nosilencio, del nocallar y también eso que Arlt describió alguna vez como “el futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo”.
Tremenda introducción para hablar/escribir sobre un partido de fútbol.
Tremenda introducción, justificada y necesaria.
Vi el partido de Belgrano contra All Boys por la tele. Creo que nada me pone más insoportable, intolerante, intratable e insultante que ver los partidos de mi equipo por televisión. No paro de putear, de recriminar y de decepcionarme. Encima con este equipo que tenemos…
En pocas palabras: jugamos horrible. Fue un dolor de ojos y de corazón. Este grupo de jugadores demuestra que no tiene un gramo de alma. Es increíble y tan pero tan frustrante verlos trotar, trabar blandito, patear la pelota para cualquier lado, dar un pase a dos metros y darlo mal. Yo no sé si lo hacen a propósito. No sé cómo hacen para jugar tan mal. All Boys, con casi nada, nos metió el primero en una jugada muy obvia. Tiro libre, amague de centro, pase corto a uno que esperaba solo, SOLO, en el borde del área, éste le pega al arco como pocas veces en su vida y Olave que no puede sacar el disparo. Fue el uno a cero para el local. Luego, en otro tiro libre similar repitieron la jugada ante la inutilidad de la marcación en defensa de Belgrano. Pero como los milagros no suelen suceder dos veces, esta vez la pegó mordido a cualquier lado.
En el segundo tiempo entró Vázquez. El pibe es el único que tiene una mínima idea sobre fútbol. Algo de habilidad en las piernas, un poco de panorama y, lo más importante, a veces piensa. Pero le falta mucho todavía. Lagunea, se pierde, se tira apenas lo tocan… es un pibe. En los primeros quince minutos de la segunda parte Belgrano jugó algo, casi nada, igual parecía que podíamos empatarlo pero llegó el segundo de ellos en otro error muy grosero en la marcación.
Sobre el final llegó el merecido premio para el único jugador que juega, mete, lucha y siente: el Gringo Novaretti. De pelota parada, obvio, porque son raras las veces que armamos jugadas. Quedará para la anécdota el penal que no cobró el malísimo árbitro cuando el partido se moría.
Quiero ponerle apellidos a mi bronca: Berza (aunque no haya jugado sigo pensando que es el peor jugador de la historia), Aldecoa, Cárdenas, Cuevas y otros tantos. Y especialmente a Labruna: son muchas las cosas a reprochar y creo que a veces es mejor no hablar de más. Pero creo que no es la mejor decisión poner a dos pibes (Maidana y Barrios) cuando las papas queman y se necesita a alguien con más chapa y experiencia. Eso se llama quemar jugadores.
Así y todo, teniendo un equipo triste, un montón de jugadores sin alma, sin cabeza, sin piernas, yo pienso (y siento) que nada está dicho. Que en el fútbol hay justicias e injusticias. Que el sueño de ascender está intacto. Que yo, cuando voy a la cancha, los aplaudo y no los insulto. Que quiero ganar. Que se me estruja el corazón con el sólo hecho de pensar en dar una vueltita en Rosario.
Estas son mis palabras. Sin metáforas, sin poesía; con la violencia y la tristeza que me da Córdoba cada vez que se olvida lo que fue. Lo digo por todo y todos.
Un abrazo a mis compas de eldiarodellunes.