jueves, septiembre 29, 2011

San Lorenzo, Soriano y la historia

Nota del 22 de septiembre.





En 1973, Osvaldo Soriano reconstruyó el nacimiento de San Lorenzo de Almagro. Los de Boedo venían de ganar el bicampeonato de 1972 y la nota se publicó en el diario La Opinión, cuyo director era Jacobo Timerman. Años más tarde volvió a publicar el relato/entrevista en un libro delicioso llamado “Artistas, locos y criminales”, en el cual recopila varias de sus crónicas periodísticas sobre diversos temas. Parte del prólogo a aquella nota decía lo siguiente: “esta reconstrucción sigue pareciéndome apasionante, porque aquella aventura de un puñado de pibes en la primera década del siglo es común al nacimiento de casi todos los clubes de Buenos Aires. Un fenómeno cultural que ha impregnado la vida argentina y que, en el caso de San Lorenzo, me parece una parábola ejemplar del fulgor y la decadencia de una sociedad. Cuando hicimos el reportaje, ni Xarau, ni Giannella, ni nadie podía imaginar que nueve años más tarde San Lorenzo perdería su estadio y sus bienes que costaron tantos esfuerzos. Menos aún, que en 1982 tendría que volver a jugar en la B”.
Osvaldo Soriano fue uno de los primeros escritores “malditos”. Nómade, futbolista, delantero de área, periodista y luego escritor. Sus relatos hablaban de una Argentina peronista, futbolera, nostalgiosa y golpeada. Su padre aparecía en casi todos sus textos como ese sujeto de amor indescifrable, siempre en constante revisión.
Soriano, ya desaparecido, nos sigue contando desde las hojas de sus libros, aún vigentes, de los pasos en falso, de los parias, de los argentinos; “uno no es del todo argentino sin un buen fracaso. Sin una frustración plena, intensa, digna de una pena infinita”, decía. Este país, desde que decidió nacer cantando “coronados de gloria vivamos”, nos cargó de una expectativa alejadísima de nuestras ganas y posibilidades. En el fútbol sucede lo mismo. Para todos los hinchas de todos los cuadros habidos y por haber, su club “es lo más grande que hay”. De ahí la angustia, la “frustración plena, intensa…”.
El presente de San Lorenzo de Almagro, tan cerca del fondo de la tabla, mirando bien de frente (nada de hacerse los que miran de reojo) los numeritos condenadores del promedio, sirven de pretexto para hablar de Soriano y el fútbol.
La mencionada nota sobre el nacimiento del club consiste en una entrevista que realizó Soriano a los últimos dos fundadores en vida, Francisco Xarau y Juan Giannella. Pocos escritores tenían esa capacidad asombrosa de generar los ambientes de lectura/escritura como el Gordo. La elección de las palabras, la descripción de los gestos de los protagonistas. En sus palabras se podían escuchar la voz ronca, el tamborileo de los dedos sobre una mesa, las cejas arqueadas, los gestos más instintivos. Gianella y Xarau cuentan, entre tantas otras cosas, que el nombre del club se lo deben al padre Lorenzo Mazza. Cuenta Gianella que fueron a decirle al padre que querían ponerle al club “Club Atlético Lorenzo Mazza” y que el padre no quiso saber nada. “Nosotros le queríamos hacer el homenaje al padre y ponerle su nombre al club, así que buscamos una vuelta en el asunto. Alguno se acordó de la batalla de San Lorenzo. Fuimos corriendo y el cura aceptó. ‘Bueno, si es por la batalla está bien. Que se llame San Lorenzo de Almagro’. Esto era en abril de 1908”.
Hoy, 22 de septiembre de 2011, la institución está peleando nuevamente en los últimos puestos de la tabla. San Lorenzo, como tantos clubes “grandes” que sintieron durante décadas que la historia los protegería contra todos (incluso contra ellos mismos), hoy corren sin saber para dónde ir. Los logros y los laureles fueron fruto de un presente que luego se convirtió en historia. El ahora es hoy al igual que lo fue ayer.
Francisco Xarau: “El año pasado viví en un ranchito de La Reja. Conservaba recuerdos de la época, pero un día entraron los ladrones y se llevaron todo. Soy socio vitalicio de San Lorenzo, tengo el número cinco y mi foto está en la intendencia del club junto a la de los demás. Entro gratis a la cancha. Me conformo. Trabajé seis años como cuidador de la cancha de bochas del club y me daban un sueldito. Tengo una jubilación chiquita y a los setenta y nueve años no puedo esperar mucho. Los que empezamos éramos menos de veinte, los que hicimos el club unos cien y sólo quedamos dos vivos. También queda Silva, que era de las inferiores. Ahora lo único que me queda por delante es la muerte. Mi amargura no es andar solo y tirado, sino que lo que hice o haya servido para nada. No me refiero al club, que lo hicieron los que vinieron después, sino a la vida. Siempre tuve problemas. Tengo unos sobrinos, pero ellos están en lo suyo y me parece bien. De los viejos, más vale ni acordarse. Aunque alguna vez también hicieron goles”.
Osvaldo Soriano murió el 29 de enero de 1997. Pudo ver a San Lorenzo campeón en 1995 quebrando una racha de 21 años sin títulos. El “Santo”, después de largos años deambulando por casas alquiladas, construyó su estadio, el “Nuevo Gasómetro, pero en el Bajo Flores. Un grupo de hinchas viene peleando para volver a Boedo, a “tierra santa”. Donde supo estar la cancha hoy hay un supermercado.
La historia, como dice Xarau, la hacen los que vienen. Hasta la próxima. Abrazo de gol.

jueves, septiembre 22, 2011

Trabajo periódico

Hola, amigos. Iré subiendo por aquí las notas que vaya publicando en el diario. Salen casi todos los días (de l a v) así que haré una selección de las que más me gustan, aquellas que me han dejado más conforme.

Esta salió publicada el miércoles 21.
Se llama "Los locos del fútbol". Allá va!

Los locos del fútbol

En la historia del fútbol argentino se pueden trazar líneas, unir hilos conductores entre hechos, partidos o personajes. Levantando la cabeza, mirando el panorama y aceptando que las elecciones son siempre azarosas, subjetivas y personales, vemos la cancha con claridad, con la certeza de veterano de mil batallas; al trotecito se la paso al “loco”, para que haga lo que sabe.
Existieron y existen miles de jugadores apodados “loco”. Algunos por anécdotas personales, otros por portación de apellido, por inventivas de un relator, por deseos de la hinchada, por aspecto físico o por estar literalmente loco (o casi) Estos tres “locos” tienen similitudes en sus historias de vida, en su juego, en la trayectoria, en la gloria y en el ocaso. Acá están, estos son, los locos del balón.
El primero que inicia esta saga se llamaba Omar Orestes Corbatta. Si la locura se relaciona con la pérdida de razón, pues bueno, a este tipo el mote le venía bárbaro porque lo que hacía con la pelota no entraba en la cabeza de nadie. Era un wing imparable, encaraba por la línea con la pelota atada a los pies, desbordaba, echaba centros con precisión a la cabeza de los goleadores del Racing campeón de 1958 y 1961. Era petiso, tímido, analfabeto y alcohólico. Deambulaba con un diario debajo del brazo y miraba las fotos. Se casó cuatro veces: “Con la primera me fue muy mal; con la segunda me fue mal; con la tercera mal y con la cuarta, mal. Las cuatro me sonaron, pero las quiero lo mismo”, decía Corbatta.
Fue parte de aquel inolvidable equipo que disputó el Sudamericano de 1957, en Lima, los “Carasucias”. Y formó parte del recordado “desastre de Suecia”, en la Copa del Mundo de 1958. Fue dos veces campeón con Racing y con Boca, entre otros tantos logros.
Le decían el “dueño de la raya”, el “arlequín”, el “mago de la gambeta” o el “Garrincha argentino”. La comparación con aquel grandioso wing brasileño no es casual. Ambos vivieron una vida al palo. Fueron los reyes de la cancha y de la noche. Ambos murieron en la miseria total, quebrados, enfermos y solos. Corbatta falleció el 6 de diciembre de 1991 a los 55 años de edad producto de una cirrosis. Hoy, una de las calles que lindantes al Estadio de Racing, lleva su nombre.
Las características que unen a estos tres “locos” del fútbol van complementándose unas con otras. El segundo loco también era wing, petiso, encarador, despreocupado, amante de los amigos y del trago. Se llama René Orlando Housemann. René nació en Santiago del Estero y luego vivió en una de las tantas villas miserias de Buenos Aires. Jugó en Defensores de Belgrano y a los 20 años de edad llegó a Huracán y, de la mano de César Menotti, consiguió el campeonato de 1973, con uno de los mejores equipos de la historia del fútbol argentino. Dicen que jugó borracho, que se escapaba de las concentraciones, que se prendía en cualquier picado en la villa, que así y todo era muy querido por sus compañeros. Dicen que volaba en la cancha. Cuenta Fontanarrosa en su libro “No te vayas campeón”: “René era vértigo y freno. Cuando aparecía él, se aceleraba el partido y, como Ortega, había veces en que daba la impresión de no tener articulaciones”. Sí, eran parecidos y ya veremos porqué.
Houseman disputó el Mundial de Alemania de 1974 y fue campeón del mundo en Argentina 78. Nunca le interesó el dinero. Tuvo mucho y lo perdió. Como un boxeador en decadencia, estuvo a punto de la muerte. Su familia y los amigos lograron alejarlo del alcohol. Hoy, trabaja en el club Huracán de Parque Patricios. Los que lo vieron jugar dicen que con René se fue el último wing.
Por último, más cerca en el tiempo, escribiendo las últimas páginas de su historia está Ariel Arnaldo “el Burrito” Ortega. A éste no le decían loco, pero por su forma de juego, sus idas y venidas, su relación con el alcohol y por el cariño incondicional de la gente, entra en esta saga.
El “Burrito”, al igual que Houseman, nació en el interior profundo de Argentina, más precisamente en Ledesma, provincia de Jujuy. Con 16 años debutó en River Plate, de la mano de Daniel Passarella. Jugó 3 mundiales (94, 98, 2002), fue múltiple campeón con los “millonarios”, y también logró un título con Newells Old Boys. Fue transferido a Europa en varias oportunidades y jamás se sintió feliz. No pudo desplegar su fútbol de gambetas rebeldes. Su lugar en el mundo era en River.
En los últimos años fue noticia por los faltazos a las concentraciones, por su problema con el alcohol y por ciertos incidentes que la prensa no dudó en mostrar. Viene deambulando por varios clubes, con estadías cada vez más cortas. Hoy viste (como lo hiciera alguna vez Houseman) los colores de Defensores de Belgrano, en la Primera B Metropolitana.
A pesar de todo, a pesar de tanto, Ortega, al igual que Corbatta y Houseman, es querido por sus hinchas. A los locos de la gambeta no hay con qué darles. Hasta la próxima. Abrazo de gol.

viernes, septiembre 02, 2011

Esta noche por canal 10

Bueno, amigos, esta tarde/noche, en el impredecible horario que va entre las 19 y las 21 hs, por Canal 10, estaremos apareciendo junto a Martin Cardo y Pablo Rodríguez en las pantallas de sus televisores. Será en un pequeño informe que nos hicieron a los tres para contar la experiencia de los "Escritos al Primer Amor. Belgrano, Alberdi y su Gente."
Durante 12 fechas del campeonato pasado repartimos 5000 ejemplares ilustrados de literatura y arte (re)construyendo la historia del club y el barrio, contada por los propios protagonistas. En total se repartieron 60.000 fascículos convirtiéndose en el proyecto de comunicación popular más importante de Córdoba de los últimos tiempos. Se agradece la difusión.
Estamos contentos y queremos que nos vean los dientes.
abrazos!!!

p.d: por acá se puede ver online: http://www.lmcordoba.com.ar/canal10/