domingo, junio 29, 2014

Día 18. La alegría no es brasilera

Ayer vimos el primer duelo de octavos de final entre Brasil y Chile. Aquí, a esa instancia, le llaman “mata-mata”. Supongo que será una cosa como nuestro punto y hacha del truco. En ese mata-mata, en ese duelo a muerte, ambos contendientes dispararon un par de tiros y ambos quedaron de pie. Se disputaron la “caprichosa” de Quique Wolf durante 120 minutos. Pocos rasguños para ambas casacas y la sensación que los de rojo merecían un poco más. En el pueblo algunos se habían quedado dormidos. “¿Qué es esto de batirse a duelo y que dure tanto?”, se preguntaba un cantinero. Al final, el juez del partido dijo basta de perder tiempo, puso dos piedras a una distancia considerable la una de la otra, pidió medias, papeles, telas, aguja e hilo a la gente del pueblo y armó una pelota de circunferencia irregular. “Contaremos pasos, como en el duelo con pistolas, pero esta vez dejaremos las armas. Ambos demostraron que no le pueden acertar ni a un elefante. Cada uno pateará cinco veces hasta que se defina la contienda. De ser necesario iremos a tanda de uno por vez. ¿Se entendió?”, preguntó el juez. El de camiseta roja levantó la mano y el juez le explicó de vuelta. Una vez y otra vez, hasta que le dibujó con un palito en la tierra un esquema sencillo de explicación. “¿Y cómo es que se llama esto?”, preguntó el de casaca amarilla como el sol. “No sé, pero le llamaremos ‘penales’”. Y en los penales ganaron los de amarillo. Los de rojo se retiraron del duelo, sin una marca de pólvora en sus ropas, sin un solo rasguño de su rival. Estaban vivos pero se iban muertos y derrotados. Era de por sí una situación contradictoria. “Siempre lo mismo”, dijo el de camisa roja. Armó sus bolsos y se fue.

El brasilero, al igual que Luca Prodan, no sabe lo que quiere pero lo quiere ya. Tienen una selección débil y vulnerable pero no lo pueden aceptar. Son pentacampeones y si fuera por ellos deberían ser vigésimo campeones: o sea ganadores de las 19 ediciones pasadas y de la actual, y si cabe, de las venideras también.

Aquí viven el fútbol de una manera diferente a la nuestra. Desde la mañana temprano, como en cada partido, empiezan a tirar petardos. Se escuchan las detonaciones que vienen desde todos los puntos cardinales. Uno recorre la ciudad y ve a todo el mundo con la camiseta, ve sus rostros, lo que hablan y casi se puede leer lo que piensan. Ellos festejan antes de tiempo, celebran la victoria segura; claro, son los mejores del mundo, por decreto universal. Pero también hay algo contradictorio porque uno tiene la sensación que al final del día al brasilero todo le termina chupando un huevo: el fútbol, Scolari, el trabajo, la AFIP, la familia, la vida, la imposibilidad de decirnos qué se siente. Entonces, esa intensidad es lo más cercano a una novela, el brasilero vive en una eterna novela, llena de heroínas, rufianes, enamoradas, pasión, odio, culos y tetas.
Esa tarde noche, luego del triunfo colombiano, salimos a recorrer las calles. Las veredas era un basural, un tendal de evidencias de festejos desmedidos: latas de cerveza, restos de comida, personas y restos de personas. En el medio de toda esa gente que de a poco comenzaba a desconcentrar, lo vimos al bueno de Gerson. Estaba borracho, en cueros, con la credencial de la FIFA colgando del cuello.
- ¡Gerson! –lo saludamos afectuosamente.
- ¡Eh! ¡Mis amigos argentinos! –gritó y nos abrazó a ambos.
- No somos amigos, somos enemigos, negro traidor –le susurré a Finito en cordobés veloz, pegando todas las palabras para que no se entienda nada.
- ¡Brasiiiiiiiiuuuuuuuullllll! –gritó Gerson.
- Con lo justo ¿eh? –dijo Finito.
- ¡Brasiuuuuuuuuuullllllllllllllllll! ¡Pentacampeoaoaoaoaoaoaoao! –gritaba eufórico.
- Sí, sí, Gerson, ya sabemos. Pero hoy ganaron un poco de pedo ¿no crees? –no había forma de bajarle al tipo este la emoción descontrolada.
- Somos los mejores del mundo –dijo Gerson.
- Sacate el casete Gerson un rato. ¿Cuántas de esas te has bebido? –pregunté señalando la lata que tenía en su mano.
- Eeee, un par, un par. ¡Eu estoy feliz, feliz por Brasiuuuuulllll!

Lo dejamos a Gerson bailando solo en la plaza y nos fuimos a dar un par de vueltas, viendo cómo la alegría era solo brasilera en todas las calles.
Una hora después, quedaba poco de ese jolgorio. Gerson pendulaba en el banco de una plaza. Nos sentamos uno a cada lado como para que no se cayera.

- ¿Estás bien Gerson?
- Un poquinho borracho –dijo haciendo un gesto con la mano.
- ¿Qué manera de sufrir hoy no? –preguntó Finito.
- ¿Sufrir? No, no, no, para nada.
- ¿Y por qué lloraron tanto cuando terminó el partido? –replicó Finito.
- Ah, el futibol, el futibol es amor, odio, tensión, es una gran película –dijo.
- ¿No te parece que es medio ridículo, Gerson? –pregunté.
- ¡Brasil campeón! –gritó.
- Pero Gerson, hoy jugaron mal y ganaron por penales –agregué.
- ¡Pentacampeao! –dijo él.
- ¡Largá el casete Gerson! –se enojó Finito.
- Bra-sillll, la r ara r arar arara , lara lara lararaaaaaaa, la raaaa, la raaa –comenzó a delirar el negro.

Agarramos al mulato, uno de cada lado, y lo llevamos en andas, como herido de guerra. Lo dejamos tirado en la puerta del consulado de la FIFA. Buscamos unos cartones y lo acostamos ahí.

- ¿Vocé se van? –preguntó él.
- Nos vamos Gerson, estás muy borracho –dije en cuclillas.
- No tanto, no tanto –balbuceó.
- Cuidate Gerson, no quiero ni imaginarme cómo vas a quedar el día que pierdan.
- ¿Perder? Nou, nou, nou, imposible. Brasil campeoaoao –dijo él y nos mostró seis dedos.
- Algún día van a perder, Gerson y ahí te quiero ver –le dije, como padre comprensivo- Y vos vas a andar arrastrándote por las calles, llorando como actor de telenovela. ¿Y sabés por qué?
- ¿Por qué? –preguntó con lo último que le quedaba de conciencia.
- Porque ustedes festejan antes de tiempo. Ya les pasó en el 50, ¿se acuerdan?
- ¿Maracanazo? Pffff, eso foi hace mil años.
- Ustedes no aprenden más –le dije y me levanté para irme. A los dos pasos escuchamos la voz de Gerson:
- ¿Nosotros festejamos antes de tiempo? ¿Y ustedes, los argentinos, no lo hacen también?
Finito y yo nos miramos, como pidiéndonos permiso para responder:
- No, Gerson. Nosotros no festejamos, nosotros alentamos: antes, durante y después del tiempo. Esa es la diferencia –dijo Finito.
Nos dimos vuelta y nos fuimos.  De lejos se escuchó la voz de un borracho gritando ¡pentacampeoao! Iniciamos el lento regreso hasta el camping.
Haciendo zetas pensé en que el fútbol para nosotros es como la vida, pero para algunos es como la novela de sus vidas, plagadas de ficción, inventos y repeticiones.
- Finito, ¿te gustan las novelas? –pregunté.
- Na, yo miro fútbol –dijo y pateó una latita vacía.
Y nos fuimos dando pases hasta llegar al camping.


viernes, junio 27, 2014

Día 16. Fiebre mundialista

Estaba sentado en mi silla de siempre, al frente del televisor de siempre. Un jugador con cualquier camiseta la revienta a cualquier lado, tira uno de esos centros que se van al lateral y yo estallo en grito, como tantas veces: “¡nooooooo, nooooooooooo, la puta que te parió, estás jugando un Mundial, muerto!” Me despertó mi grito. Abrí los ojos desorientados. Finito dormía, los pajaritos pajareaban, perros y gatos dormían, los monitos boludeaban en las copas de los árboles. Parecía todo normal. Me dolía un poco la cabeza. ¿Será que tengo la fiebre del mundial? No me vacuné contra eso, pensé. Tengo 10 años de inmunidad contra la fiebre amarilla pero nadie me advirtió de la fiebre mundialista. 
Cepillándome los dientes caigo en que era viernes: no hay partidos. “No hay partidos” digo en voz alta y me miro al espejo, con el cepillo en la jeta. Meto una cepillada veloz, escupo, me enjuago, me seco con el brazo y salgo corriendo. 
- Finito, despertate, es una emergencia. 
Finito duerme. Siempre se levanta más tarde. 
- Finito la puta madre: hoy no hay partidos –ahí reaccionó y se enderezó de golpe. 
- ¿No hay partidos? –preguntó con difícil lucidez del recién despertado. 
- No hay partidos –confirmo y le muestro el fixture. 
- ¿Y ahora qué hacemos? –me dice. 
- ¿Y ahora qué hacemos? –vuelvo a preguntar yo. 
Podría ser una buena oportunidad de conocer la ciudad o el pueblo. No sabemos qué es lo que es. Cargamos el mate y salimos a explorar el territorio. Sabíamos que podíamos cruzarnos con cualquier cosa: hinchas de otras selecciones, camisetas de otros países e incluso con brasileros.
El trayecto hasta el centro es largo y pudimos charlar un poco de todo lo que viene sucediendo. Esta es una de las Copas más locas de los últimos tiempos. Inglaterra, España, Portugal e Italia eliminados. Grecia y Costa Rica jugarán en octavos, o sea que uno de esos dos va a pisar el suelo de cuartos de final. ¡Qué maestros estos de Costa Rica, ganando el grupo y dejando afuera a los europeos! Tres equipos históricamente fuertes siguen en carrera: Argentina, Brasil y Alemania. A ellos se le suman, un escalón más abajo, Francia y Holanda. Y el resto: Suiza, Chile, Racing de Avellaneda (perdón, Uruguay), Colombia, Argelia, México, Bélgica, Estados Unidos y Nigeria. 
- ¡Esta copa es un éxito! –exclamé.-Deberían jugarse siempre en Latinoamerica –agregué. 
Para qué. Nos pasamos varias cuadras ideando un Mundial latino. Por primera vez, desde que tengo uso de razón, se juega un torneo con hinchas más o menos decentes en las tribunas, hinchas latinos, aunque la televisión siga enfocando a estúpidos disfrazados de no sé qué. Las selecciones americanas han jugado un torneo increíble, metiendo el pecho, jugando con el aliento de la gente y los europeos han mostrado la hilacha, peor que riBer. Además de todo eso: se viene jugando buen fútbol. Es por el calor de este continente, por el samba y el cuarteto, la cumbia favelera y el merengue. 
Dos cuadras más y ya teníamos todo ideado, ya estaba todo dado pero de repente nos cruzamos con un grupo de hinchas suizos. Me paré y les grité: “¡suizos de mierda, van a pagar por todo el daño que le han hecho al mundo!” Y Finito agregó con grito de guerra: “¡lo vamo a matá, putos!” Por esas cosas del lenguaje terminamos sacándonos todos una foto, nos invitaron a tomar unas cervezas y nos regalaron un reloj a cada uno. La puta madre. La próxima  no fallaremos. 
Miré la hora, se hacía tarde. Rápido, que nos va a cerrar el consulado. Corrimos por el empedrado desparejo, nos tropezamos, puteamos pero llegamos. Ahí estábamos, en el Consulado de la FIFA en Paraty. Entramos corriendo, pateando puertas. Una morena hermosa estaba en la mesa de entradas.
- ¿¡Quién está a cargo acá!? Queremos hablar con alguien importante. Tenemos una idea y no nos vamos a ir hasta que seamos escuchados –dijimos con autoridad. 
- ¿De parte de quién? –preguntó ella en portugués.
- Gringo y Finito.
No sé cómo hizo la morena pero nos pasamos una hora llenando unos formularios. El tiempo corría. No faltaba mucho para que empezaran los partidos, teníamos que aprovechar nuestro momento. Después de una larga espera se abrió una puerta; un tipo en ojotas hawaianas nos atendió. Todo el mundo anda en patas en este país. 
(el siguiente diálogo será traducido al castellano para una mejor comprensión de los lectores latinos) 
- Bom día. Mi nombre es Gerson ¿En qué puedo ayudarlos? –dijo, amable. 
- Basta de pelotudeces: el próximo Mundial  se tiene que jugar en Bolivia.
- ¿Bolivia? ¿Eso a dónde queda? –preguntó y se dio vuelta para ver un planisferio gigante que colgaba en la pared.
- Hijo de puta, Bolivia limita con Brasil. 
- Ah, sí, sí, Bolivia, montañas, mar, bellas mujeres.
- No, hijo de puta, dejá de mentir –le grité- No importa que no sepas, nosotros sí sabemos y el Mundial que viene se hace en Bolivia –concluí. 
- ¿Y tiene suficientes estadios Bolivia? 
- Creo que sí, sino lo hacemos conjunto con Perú o Ecuador. Va a ser épico. 
- ¿Ustedes dicen? 
- Sí. Ya lo quiero ver a Robben corriendo en el contraataque a 7000 metros de altura. Se van a cagar todos. Las selecciones van a tener que llegar dos meses antes para aclimatarse. Va a crecer el consumo de hoja de coca y la industria de tubos de oxígeno. ¿Cuánto gana la FIFA en tubos de oxígeno hoy por hoy? ¿Nada, verdad? Ahí hay un negocio. 
- Mmmm –pensó Gerson- Coca Cola paga bien, eh. 
- Bueno, no importa –grité y golpeé con mi puño la mesa- A lo de las publicidades lo verán ustedes más tarde. El Mundial se hace en Bolivia sí o sí. 
- Yo los entiendo, muchachos –dijo comprensivo- Pero el Mundial que viene se realizará en en Rusia y el otro en Qatar, la FIFA tiene muchísimos compromisos económicos asumidos. 
- ¿Qatar? ¿Qué mierda es Qatar? –pregunté.
- Es uno de los países más ricos del mundo –respondió como si fuera algo obvio.
- A Qatar no lo conoce nadie. ¿Cómo le van a dar el Mundial a un país que jamás clasificó a nada? Qatar no existe. Empiezo a pensar que la FIFA es un gran negocio –dije. 
- Y… -Gerson pensó un poco, pareció que iba a decir algo y se arrepintió. Finalmente largó un: el Mundial del 2018 se hará en Rusia y el del 22 en Qatar. No hay vuelta atrás. 
- ¡Esto no va a quedar así, Gerson! –gritó Finito, que se había mantenido en silencio todo este tiempo. 
- ¿¡De quién fue la idea!? Quiero saber de quién fue la idea –la oficina ya era un griterío de varios idiomas. 
- De Joseph, todas las grandes ideas son de Joseph –dijo Gerson. 
- Hitler, maldita sea, cómo no me di cuenta antes –dije apretando mis puños y mordiéndome los labios. 
- ¿Hitler? No, Blatter, Joseph Blatter. Además Hitler es Adolf. Deberían estudiar un poco más de historia. 
- ¡Callate Gerson! –volvió a Gritar Finito- ¡Comunicanos ya con ese tal Blatter! 
En ese preciso instante sonó una chicharra. Era la hora del almuerzo. Los brasileros dejan todo a la mitad cuando hay que almorzar. Gerson se levantó de su silla como eyectado. Nos dijo que era hora de comer. Nos recomendó que fuéramos a comer unos choclos y un salgado en un puesto de lata en la esquina. Amablemente nos acompañó hasta la puerta. 
Salimos. Había sol y teníamos hambre. 
- En la carpa hay un par de latas de picadillo y galletitas de agua –dijo Finito, apoyando su mano en mi hombro. 
- ¿Compramos una coca para el fernet? –agregué. 
- Dale, y nos quedamos esperando a que arranquen los octavos. 
Caminamos sin hablar hasta el camping. Pateando piedritas pensé que a las ideas no hace falta matarlas, tan sólo basta con ignorarlas. 

miércoles, junio 25, 2014

Desde lejos no se ve

Me gustó el título y al principio estaba por escribir "no tiene nada que ver pero me gustó". Luego pensé "no, un momento, sí tiene que ver. Desde lejos no se ve, claro. Nosotros estamos cerca y vemos todo, vemos más que ustedes (?). Esto se ve desde acá. Parecido a lo que se ve allá pero parecido no es lo mismo dice un refrán malaso (?)"

Breve descripción del fútbol hasta ahora visto:  

Hoy juega Argentina y puede pasar cualquier cosa. Este Mundial nos ha ido sorprendiendo partido a partido. Creo que estamos viviendo uno de los mejores torneos, en lo que se refiere a nivel de juego, de los últimos tiempos. Uno se sienta al frente del televisor y siente que es muy poco probable que el partido salga 0 a 0 o que el juego sea aburrido. Incluso hay lugar para la sorpresa constante, reflejada en la eliminación de Inglaterra, Italia y la increíble y saludable clasificación de Costa Rica en el primer puesto. En el grupo de la muerte, a los europeos les pegaron un tiro en la espalda y una mordida. A esto hay que sumar a España y probablemente Portugal. De los once clasificados hasta el día de hoy, siete son latinoamericanos: Colombia, México, Brasil, Chile, Uruguay, Costa Rica y Argentina. Falta definir lo de Ecuador y Honduras. Está difícil para los centroamericanos y queda un solo lugar en ese grupo liderado por Francia. El resto son: Grecia, Francia, Holanda y Bélgica. Es muy difícil pero todavía puede quedar afuera Alemania. Sería una reparación histórica así que bien vale soñar.
Equipos que me sorprendieron por su juego o su intención: Estados Unidos, Japón y Ghana. Los asiáticos quedaron afuera luego de jugar un buen partido contra Colombia. Se comieron cuatro pero mostraron un buen manejo de la pelota. Ghana hizo dos grandes partidos y tienen todos los números para ser eliminados. Los yanquis merecieron ganarle a Portugal, tenían la clasificación el bolsillo pero el empate los dejó en espera y conectados a respirador artificial a los portugueses.
Los latinos están poniendo todo. México: rarísimo, hay que ver cuándo la mejicanean. En los últimos 5 mundiales fueron eliminados en octavos. Argentina fue el responsable de las últimas dos. Chile sigue jugando como lo hacía con Bielsa. Tiene a un tarado en el banco que está al 100 por ciento todo el partido. Presiona bien, corren todos, Alexis Sánchez se retrasa para buscar la pelota y lo hace bien. No le veo puntos débiles al equipo chileno, lo único que los puede cagar es que son chilenos (?) Ahora les toca Brasil, que les gana siempre. Hablando de Brasil: no juegan bien. Juegan a los brasilero, o sea, explosión de jugada cada tanto pero poco juego de equipo, en defensa y en ataque. Brasil tiene buenos jugadores que por momentos se asocian y te clavan un gol de la nada pero sufre mucho cuando lo atacan. El mediocampo no para a nadie y la prensa se la agarró con un tal Paulinho. En el partido contra Camerún fue reemplazado en el entretiempo por Fernandinho y éste la rompió. Pobre, lo están haciendo mierda a Paulinho, todo el santo día. Va a ser un lindo partido. Uruguay tiene más culo que espalda y viceversa. Ganó de pedo, como en los últimos 120 años. Ojalá que Colombia les meta cinco. Es todo lo que voy a decir.
Colombia es Colombia. Ayer, mientras veía el partido, me indignaba y me maravillaba al mismo tiempo viéndolos jugar. Deben ser el equipo con más cabeza de tacho en el mundo. Los colombianos son unos pelotudos que hay que saber encauzar. Pekerman lo ha logrado en cierto modo. Te da la sensación que están pensando más en qué festejo hacer, en definir individualmente para salir en la foto, en hacer una y otra cagada antes de pensar en el juego. La cantidad de opciones que los jugadores generan y que las arruinan por idiotas es alarmante. Colombia en 20 minutos te genera más que Argentina en dos partidos pero uno sabe que la van a colombiar todo. Colombia es las dos caras de la moneda: el 5 a 0 a Argentina por un lado y el moco de Higuita o de Andrés Escobar por el otro. Son lo más parecido a un equipo africano. Espero que le ganen a la mentira de la garra charrúa.
No he podido ver a Costa Rica. Me han dicho que jugaron muy bien sus partidos. Estuvimos viajando en ambos cotejos y ayer vimos el de Italia-Uruguay. No puedo decir nada. Les deseo suerte. A Ecuador y Honduras tampoco los pudimos ver demasiado. 
Finalmente, nosotros. Espero que vayamos de menor a mayor. Hoy lo escuchaba a Sorín, columnista de ESPN Brasil, diciendo que lo que le faltaba al equipo era tratar de relajarse y divertirse en la cancha. Creo que la cosa va por ahí. Más allá de todos los desacoples en el mediocampo que hacen que los rivales lleguen caminando y sacando fotos al paisaje al área argentina, lo que falta es que los de adelante muevan un poco la pelota y que se muevan ellos. Agüero e Higuaín están atornillados. Parece como si jugaran con 40 grados de calor, se arrastran en la cancha, y no hizo calor en Belo Horizonte porque NOSOTROS ESTUVIMOS AHÍ. Messi la agarra pasa a uno, pasa a otro y espera, espera y espera y no se mueve nadie. A Di María cada tanto le agarra uno de esos ataques de autismo y encara para adelante, gambetea a un par y luego la suele perder. Prefiero eso, que intente y se equivoque, a que de el pase atrás. Los laterales no están haciendo las cosas bien. Zabaleta pierde adelante y atrás. Marcos Rojo está un poquito mejor. Gago debería hacerse cargo de la transición entre el medio y el ataque porque sino Mascherano echa moco. Hay que ver qué pasa cuando algún equipo nos ataque. No lo digo con alarmismo por la defensa nuestra sino con esperanza porque eso abriría un poco los espacios y permitiría que Argentina haga el juego que parece gustarle: salir rápido de contra y meter una piña de knockout. Todo esto me lleva a decir que Argentina juega como Belgrano (?)

No estoy diciendo ninguna novedad sobre nada. Seguramente todo lo que digo ustedes ya lo vieron, pero yo estoy acá y ustedes allá. Y quería compartirlo.

lunes, junio 23, 2014

Diario Mundial: días 6, 7, 8 (epaaaa!!!, no, mentira ya no sé qué días vamos) Sábado, domingo y lunes.

Sábado.

El colectivo nos depositó en Juiz da Afora (o algo así) llegamos a la noche. El bondi hacia nuestro destino salía a las 6 de la mañana e hicimos noche una especie de Hotel/telo llamado Pepita.
Llegamos a Belo Horizonte a las 10:30 de la mañana. Nos cruzamos con un par de argentinos muy pelotudos, esa sería una constante durante todo el viaje.
Con Serginho y Fernanda ya íbamos 2 goles arriba. Ahora faltaba que Argentina hiciera el resto. Pusimos nuestras blancas piernas en Belo Horizonte. La ciudad nos pareció muy bonita y más real. Es diferente el Brasil costero al Brasil más profundo. Notamos qué éramos muy locales pero muy visitantes. Por primera vez nos bardeaban, nos hacían sentir que estábamos realmente en su casa. Nos tomamos el metro con destino al Fun Fest. Nos imaginábamos un lugar abierto, alegre y sin restricciones como el que vivimos en Copacabana. Fue todo lo contrario. Avanzamos hacia la entrada y notamos que nuevamente había controles y muy estrictos. Y nuevamente, nuestras caras de boludos y nuestra viveza nos hizo sortearlos. No sé cómo pero entré no una sino dos botellas de fernet. Era tan ridículo el control que hasta nos requisaron, nos palparon (que no se malinterprete, eh?) Tres a cero para nosotros.
                                                Fun Fest, antes que nos invitaran a irnos

Finito perdió el jarrito de metal en el control pero ingresamos. El lugar era una mierda. Faltaba una hora para el partido y en el lugar había como mil policías, guardias de seguridad y militares, y adentro había no más de doscientas personas. Era una especie de complejo Feriar, cerrado. Había stands de Coca Cola, de Sony, de Brahma, de Telefonía móvil, juegos de diversión, promotoras, un ambiente de lo más pelotudo y que no era lo que queríamos para ver un partido de Argentina. Antes de tomar la decisión de irnos o quedarnos, compré una coca y me metí en el baño a preparar un fernet que haría las veces de desayuno.
Dos minutos después, contento, llamé a mi madre para contarle lo feliz que estábamos por haber llegado a destino y por haber podido pasar un fernet. Mientras hablaba dos monos gigantes nos dijeron “abran las mochilas”. “Un momentito por favor”, dije levantando el dedito. “Chau, ma, nos vemos, saludos a todos”. Abrí la mochila y volví a apelar a mi cara de boludo, saqué todo, el estuche de la cámara, las ojotas, el repelente para mosquitos. “El otro bolsillo”, dijo el gigante. Cagamos. “Ah, perdón, no sabíamos que no se podía entrar con dos botellas de fernet”. En ese momento pensé que los patovicas nos iban a retorcer el brazo, moler a golpes, atar a una cama, picaneranos, decirnos en su extraño idioma “¡decime quién te manda, decime quién te manda!” Pero no. Por suerte nuestras caras de salames sirvieron. Nos propusieron ir a guardar las botellas al auto y volver, que no nos fuéramos, que estaba todo bien pero no se podía ingresar con eso”. Los huevos fueron descendiendo nuevamente a su lugar de origen, agradecimos, y nos fuimos. ¿Y ahora qué? Estamos en una ciudad que no conocemos, en una calle cualquiera, no entendemos un ocote y faltan 30 minutos para el partido. Parada estratégica en el puente para redefinir los planes. O nos vamos para el Mineiraõ para verlo en algún lugar cerca o nos vamos a no sé dónde. Un viejo nos sugirió que fuéramos a Savassi, el barrio donde viven los chetos universitarios, la burbuja donde la policía permite que el ciudadano bien pueda tomar alcohol en la calle, echar moco, hacer de las suyas. Clásico. Estábamos en Nueva Córdoba.
Ya era la una. Escuchamos el himno. El pecho se infló y corrimos hacia la música de todas nuestras edades. Cincuenta argentinos y brasileros y brasileras con la camiseta argentina tarareaban la música de un hermoso himno al que nunca le cantamos sus estrofas. Argentina alienta hasta a al himno. Eso dice cosas. ¿Será que a veces no escuchamos pero alentamos, hinchamos e inflamos algo por puro sentir? Me siento orgulloso de eso.
Vimos el partido con los chetos argentinos y brasileros. Había un bombo con redoblante. Le cantamos las canciones de nuestro renovado cancionero de selección a una pantalla de tv. Esta es la banda loca de la Argentina / la que de las Malvinas nunca se olvida / la que da la vida por los colores / la que le pide huevo a los jugadores / para ser campeones. Gracias a dios que renovamos nuestro aliento. El vamos, vamos Argentina y lo de la hinchada quilombera necesitaba un descanso.
                  Copando las calles de Savassi. De fondo, una publicidad con la cara de Nico Fassi.

No sé qué habrán dicho los Niembros, los Vignolos, los Latorres o los Apos (¡por D10s, Apo!) pero desde acá se vio lo mismo que desde allá: no jugamos bien. Irán metió jugadores, habitantes, terroristas, torres de petróleo, barricadas y armas químicas y de destrucción masiva en su área. No pudimos entrar. Las jugadas de peligro eran muy esforzadas o de pelota parada. Creo que Sabella hizo bien en sacar a Higuaín y Agüero. Generaron poco y no se movieron. Palacio y Lavezzi, en los pocos minutos en cancha, le dieron algo de refresco a la delantera. Golazo de Messi. Ganamos de pedo ¡pero qué lindo que es ganar sobre la hora! ¡Y en Brasil! Se gritó como nunca. En las calles y en el estadio. Tomen manga de putos. Se le gritaba a Brasil, en tu cara y en tus canchas. Creo que al equipo le falta alguien que pegue dos gritos adentro de la cancha. Me gustaría que lo hiciera Messi, no por la comparación con el Diego, porque el Diego es único, sino porque tiene la 10 en la espalda y porque es el capitán. Pero que alguien grite, por favor, Mascherano, Fernández, Romero o Marcos Rojo, pero que alguien haga reaccionar al equipo cuando juega como flogger.
El gol de Messi sería lo último bueno que nos pasaría de allí en adelante. Todo lo que seguiría iría en una curva descendente.
¿Y ahora qué mierda hacemos? No existen los locutorios y es muy difícil encontrar un cyber. Deambulamos por una hora esperando no sé qué. Fantaseamos con encontrar a algún argentino que nos llevara hasta Río, hacer noche en la playa y a la mañana volver a nuestra segunda casa. En un momento, con un dolor de cabeza y cuerpo horrible, cansados del trajín de mudar todos nuestros bolsos a pata, por subidas y bajadas, durmiendo para la mierda en los colectivos, nos sentamos en el cordón de la vereda como 20 minutos, casi sin pronunciar palabra. Decidimos ir a la terminal. Eso tampoco era tan sencillo. No es fácil comunicarte con la gente, por lo menos para nosotros. Una mina nos ayudó, se subió al bondi y nos hizo entender que ella iba para la Rodoviaria. Mortal. Viaje en bondi. La terminal estaba repleta de argentinos, tirados, durmiendo en cualquier lado, borrachos, hechos mierda, como nosotros. Sí, claro, hay pasaje para Río, sale a la una menos cuarto de la mañana. Son las seis de la tarde.
“¡¿A dónde están a dónde están, todos esos putos que alentaban por Irán?!” retumbó en toda la Terminal de bondis. Vimos el final del partido de Alemania con Gahna. Le dimos una mísera hamburguesa a nuestros cuerpos como para no desmayarnos y tratar de remontar el dolor de cabeza. Tipo 7, al no poder encontrar lugar para ver Nigeria-Bosnia, nos tiramos en el piso y dormimos más de cuatro horas. Parecíamos aquellos jóvenes de pelo largo en los primeros Cosquín Rock. Aquellas jornadas en las que le presté al Maxi $17 para su entrada; hoy estamos hablando, al cambio actual, no quiero exagerar, de unos 14 mil pesos. Sé que nunca cobraré aquella deuda.

El colectivo salió una hora más tarde, casi a las 2 de la mañana. Seguíamos en un tobogán sin final.

Domingo: volver a casa (Pity Álvarez)

Volvimos con un montón de argentinos en el colectivo. Los porteños siguen siendo igual de pelotudos que siempre.
Fuimos a la ventanilla de Costa Verde, la empresa que nos traería a Paraty. La negra nos miró y nos dijo que había bondi a las 9:30. Espectacular. Parecía que las cosas empezaban a mejorar. Eran las 8:30 y por primera vez podíamos meter un colectivo que nos calzara justo. “Si le mete pata capaz que llegamos a ver Bélgica-Rusia”, especulé.
Encontramos el único locutorio existente en Brasil y pude hablar con mi vieja y con la Alichu. Finito lo mismo. Bueno, vamos yendo a la plataforma. Eran las 9:15. Nos sentamos, esperamos. Se me ocurrió mirar el pasaje: tenía el numerito 9 impreso. No puede ser. Fuimos, preguntamos. “Noivi en punto” decía la mina. Se fue el bondi. Bueno, ubicame en el que sigue. “Noivi en puncho”, repetía. La puta madre. Ponele que no te entendí, pero tengo un pasaje que no usé, poneme en el que sigue. No, que no se puede, que el sistema no sé qué. La puta madre que te parió. Fui al mostrador de informaciones a quejarme, después al de la comisión de transporte de la concha de la lora. Todos se lavaron las manos. Tuvimos que pagar otro pasaje. No podía ser que algo nos saliera bien. El gol de Messi iba quedando cada vez más lejos.
Es increíble cómo el cuerpo se va acomodando a la situación. Cosas básicas como comer, cagar o mear pueden suspenderse mucho más tiempo del que uno cree. Ni qué hablar de bañarse o lavarse los dientes. Nos hubiera consolado sacarnos ese aliento horrible que cargábamos.
Cerca de las 2 de la tarde, heridos y maltrechos llegamos a Paraty. Fuimos a lo de Guada y Lisandro. “Vamos por acá”, dije. Nos confundimos de calle. Uff. Llegamos y, claro, no estaban. Volvimos al camping, ya nada podía seguir empeorando.
Nos cambiamos al camping de Ronaldo y su esposa. Inmediatamente nos trataron como reyes, nos ofrecieron café, y nos sentamos a ver Argelia-Corea del Sur en una pantalla hermosa.
Al terminar el partido encaramos hacia lo de Guada a buscar las cosas. Ronaldo corrió y nos preguntó si no queríamos ir en auto, que él nos llevaba. Qué maestro, Ronaldo. En eso, bocina, Guada con nuestros bolsos. Todo empezaba a mejorar. La curva se modificaba.
Hoy es lunes. Estamos donde queremos estar. Pudimos descansar, cocinar los fideos más ricos del mundo, tomar un vacito de fernet. Nos tratan ya demasiado bien. Escribo estas líneas entre árboles hermosos, insectos, pájaros y algún que otro monito que pasa entre las ramas. Todo vuelve a ser perfecto.
El sábado, con todo el cansancio a cuestas, Alichu me preguntaba via chat si estábamos contentos, porque me notaba mal. Y yo le respondí que había momentos en los que nos sentíamos inexplicablemente felices, como cuando la radio de Serginho nos aturdía, como cuando Fernanda nos llevó por un paisaje mágico, como el abrazo que nos dimos con el gol de Messi, como la sensación placentera de nuestras espaldas cuando nos pudimos acostar en un lugar cómodo, como estar acá, soñando con ser campeones, viviendo lo que soñé cuando era chico y leía mi librito de tapas amarillas, imaginando lo que sería estar en un Mundial. Somos felices de hacer lo que hacemos. Sí, negrita, soy feliz de poder compartir lo que vivimos. Vivimos un sueño y soñamos que vivimos.
Hasta la próxima. 

Diario Mundial: día de 10.

Viernes: rumbo a Belo Horizonte.

El viernes nos encontró con una tenue llovizna, desarmando el campamento y tratando de cargar todos los bultos para llevarlos a lo de Guada y Lisandro. Dejamos el camping Caballo de Mar y a sus inquilinos: un montón de hippies que se la dan de no sé qué. En Paraty, todos los argentinos son cocineros, fotógrafos, expertos en coctelería y amantes de lo mísitico. Me pregunto que sería de nuestro país si todos los cocineros calificados volvieran a su patria (?) Leslie y Vale, dos hermanas que planificaron un viaje por Latinoamérica para vender su arte de Macramé. Decían que querían seguir viaje porque no les gustaba la cultura de Brasil y porque no estaban pudiendo hacer dinero como planeaban. Leslie le decía “medicinas naturales” (o aborígenes, no recuerdo) a las drogas alucinógenas como la ayahuasca o el san pedro. Las cosas por su nombre, Leslie, al pan pan y al vino Pritty. El único honesto en ese camping era Nicolás, alias Mar del Plata. El pibe la tenía clara: “a mi me chupa todo un huevo”. Tiene 20 años, quiere pasarla bien, drogarse y emborracharse en un paisaje paradisíaco. Para eso carga cajones de cerveza por un par de mangos y algo de comida en el bolsillo. Chau Caballito de Mar.
Salimos a la ruta cerca del mediodía. Camiseta de Belgrano para mí, chomba de Instituto para Fino. Vamos a hacer dedo hasta no sé dónde para tratar de llegar a Belo Horizonte. Faltan 24 horas para el partido. No tenemos mapa, no entendemos una mierda lo que nos hablan, pero la selección nos necesita. Los 40 millones nos necesitan. Cargamos una mochilita con un par de ojotas, dos botellas de fernet, repelente contra mosquitos y un jarrito de metal. Vamos bien preparados.

                                                     Con esa cara no te va a alzar nadie

Pasan los minutos y no pasa nada. Especulamos con un tráfico de patentes argentinas, con guasos de espíritu aventurero como nosotros que al ver nuestro pecho patrio nos van a alzar y llevar hasta Belo Horizonte, que van a parar a comprar coca para tomar unos fernandos. Corren, corren los minutos, dice La Mona, y la muerte se aproxima.
Siempre se inicia una suerte de competencia por ver quién consigue hacer dedo y ser alzado. Mientras Finito llenaba el ProDe, yo levanté mi pulgar con la misma convicción con la que Marcos Rojo tiró esa rabona hacia adentro del área, como mandan las fotocopias de los manuales, para despejar contra Bosnia. Y ahí vino, después de casi una hora, nuestro primer golpe de suerte. En una camionetita de esas bien chiquititas, tipo heladerita con ruedas, venía el bueno de Serginho. Un gordo bien piola. “¡Vamos para Angra dos Reis, o para Río de Janeiro para tratar de ir a Belo Horizonte!”, le dijimos. Él balbuceó algo en portugués. No entendimos nada, pero nos subimos.
                                            Adelante, en una de éstas viajamos un trecho del viaje

Apretadísimos, incómodos pero contentos como perro con dos colas, así estábamos. No podíamos parar de sonreír. Estábamos iniciando un recorrido del que no había vuelta atrás. “Serginho, Flores”, vende flores, claro. Es de San Pablo y vende en toda esa área costera. O por lo menos eso le entendimos. En ese momento estaban jugando Italia contra Costa Rica y le pregunté si podíamos escuchar el partido. La radio era una de esas viejas, con el dial manual, de las que da la sensación de que nunca se puede agarrar nada salvo Cadena 3. A todo volumen fue buscando algo parecido a un relato pero no había caso, estábamos en el medio de las montañas, con selva a los costados, atravesando un camino sinuoso hermoso. Fuimos escuchando durante media hora una fritura fuertísima. Ni nosotros, por respeto o por vergüenza, le pedimos bajar el volumen, y ni él, por respeto o por vergüenza, lo bajó. Cada tanto agarraba y escuchábamos algún pedazo de canción. Ahí, sentados tres donde apenas cabían dos, con la pierna izquierda completamente dormida y un ruido ensordecedor saliendo de los parlantes, me sentí feliz.

                                                    Piolaso el Gordo Casero

Serginho nos dijo “acá llego yo”. Le agradecimos y nos bajamos en algún pueblo de impronunciable nombre. Cuando me bajé casi me caigo porque no sentía la pierna. Como dos soldados en guerra, apoyé el peso de mi cuerpo en el hombro de mi amigo. Caminamos diez metros, me di vuelta y alcé el pulgar al aire. Y ahí, cuando no había pasado ni un minuto, frenó un autaso, nuevito, facheraso. “Vamooooo”, grité yo y corrimos como pudimos hacia nuestro nuevo golpe de suerte. Se abrieron las puertas y apareció Fernanda. Una brasilera hermosa que con una sonrisa nos dijo “suban”.
Lo que pasó en las siguientes 4 horas es difícil de contar. Son las limitaciones de mis palabras y del lenguaje en sí, para dar cuenta de sensaciones imposibles de traducir con su justa medida.
Fernanda es médica y bailarina. ¿De qué tipo?, pregunta Finito. Contemporánea. Vaya uno a saber qué es eso. No se puede creer lo piola que es esta mujer. ¿Por qué alzó de la ruta a estos dos crotos con camiseta de Belgrano e Instituto, con pantalones cortos y zapatillas con medias? Sí, zapatillas con medias. Nos habla todo el tiempo y va venciendo nuestra vergüenza de no saber qué decir o cómo decirlo. Por primera vez sentimos que podemos comunicarnos con alguien fluidamente, sin sentirnos unos idiotas por hablar con señas. Ella nos entiende y se hace entender. Nos pregunta qué hacemos, en qué trabajamos, qué nos gusta, de dónde somos. Yo voy sentado adelante y rápidamente comienzo a venderle a ella un Finito hermoso e inigualable. Él es así, sólo que nunca le gustó ese juego de la oferta y la demanda. Le cuento que es poeta, que hace serigrafía, que tiene una cooperativa. Oh, me encanta la serigrafía, dice ella. Me encanta la poesía, dice luego. ¿No me decís alguna?, pregunta. Luego de una rápida y refleja negativa, Finito le recita:

El agradecido soy yo
porque di porque tuve
porque puedo ser de nuevo
Memorizo con una importancia nacional
y escribo en serio de cosas escapadas
traigo conmigo
y a la luz de los hechos
quisiera reecontrarlas

A ver si se entiende
soy un coso que anota
e ignoro de donde estaremos regresados
cuando saquemos cuentas desnudamente
y pongamos en común ciertos estilos
de amar
mudar
dar quebrante.

Aplausos. Hermoso. Finito le recitó un poema y le hubiera recitado el prólogo de la Constitución Nacional si ella se lo pedía. Íbamos con rumbo a no sé dónde, con destino a Belo Horizonte.
A bordo de ese auto tuvimos la sensación compartida desde el sentir y sin decirlo, de que estábamos haciendo un viaje adentro de un viaje. Ella era de oriunda de Belo Horizonte y nos dijo que iba para un lugar que nos convenía para llegar a nuestro destino. Le dijimos que sí a todo, como apostadores sin retorno. El camino es hermoso, dijo, y hacia allá fuimos.
Empezamos a subir, aun más. El paisaje comenzó a venírsenos encima, la postal nos inundaba los ojos. No podíamos creer que estuviéramos ahí, en ese auto, con una persona así, viviendo lo que estábamos viviendo. Cada tanto nos acordábamos de que mañana jugaba Argentina.
Selva, árboles, montañas, animales, túneles, mil tonalidades de verde, los ojos se nos embellecían, la cabeza entraba en una hermosa calma. Íbamos como en una cápsula y adentro sonaba Bob Dylan. De repente ella sugirió hacer una parada técnica y ya no podíamos entender cómo podía ser que todo fuera tan perfecto. Anduvimos un rato y frenamos al costado de la ruta. Ella dijo que acá no, que mejor por acá. De repente nos estábamos metiendo en un camino de tierra, desolado. En ese momento sentí que si ella nos decía “bueno, muchachos, yo ahora les voy a meter un tiro en la espalda y luego robar sus pertenencias”, nosotros le hubiéramos dicho “apuntanos acá, así no salta tanta sangre”. Estábamos completamente entregados a un momento, a una persona.
Nos sentamos los tres en un puente de una via de tren abandonada. Estábamos a mil metros de altura sobre el nivel de nuestras expectativas.
                                               Fernanda, el Finito y un paisaje maomeno

Volvimos a la ruta, anduvimos por lugares que a nuestros ojos les costaba traducir lo que veían. La música de The Doors nos envolvió nuevamente durante una hora. Tanto fue así que en una curva cerrada y en subida, tuvo que clavar los frenos luego de un mal cálculo de la situación. Llamado de atención, aliento para que no se sintiera mal y seguir.
Luego, en algún momento, después de dos horas metidos en esa cápsula, entramos a una ciudad, así, de la nada. Nos llevó a la Rodoviaria (terminal de ómnibus), hizo de intérprete. No había pasajes a Belo Horizonte, nos sacó dos para Juiz do Afora. “Ahí van a conseguir después para Belo Horizonte”. Sí a todo. Después nos dijo que fuéramos a comer algo. Cierto, comer. Eran las 5 de la tarde y no le habíamos metido ningún argumento a nuestros estómagos desde la mañana. ¿Quieren un café? Sí. ¿Quieren algo para comer? Sí. No sé cómo pero terminamos comiendo Cachorro Quenchi, una especie de pancho riquísimo, con café con leche. Nada que ver. Le seguíamos diciendo que sí a todo, sin entender una mierda las consecuencias de nuestras afirmaciones. El colmo fue que se ofreció a pagar. Fino tuvo que imponerse para no permitir semejante cosa.

Finalmente nos dijo que nos iba a conseguir lugar en lo de unos amigos para hacer noche en Belo Horizonte. Ya era demasiado. En la terminal nos despedimos, un abrazo, suerte, nos vemos. La vimos irse, nos miramos y recién ahí pudimos empezar a entender y a charlar todo lo que había pasado. Era viernes. Es lunes, y todavía no entendemos. 

jueves, junio 19, 2014

Diario Mundial: día 7 u 8, ya ni sé.


Es difícil arrancar esta crónica cronológicamente. Si así fuera, debería empezar diciendo que nos vinimos de Angra dos Reis, que encontramos un camping, que empezamos a bajar un cambio por no tener que andar viajando de un lado para el otro, pero la situación impone empezar de atrás para adelante: perdimos un soldado. Nuestro emblema, el capitán, el jugador experimentado, el cabezón Ruggeri, el Perro, el viejo, el Viggo Mortensen de grande, el gordo, el P.E.P., el Kerosene, el Kero, el Ricky Moriena armó los bolsos para emprender el viaje de regreso a nuestro amado país, o sea Argentina.
Anoche, que acá es a las seis de la tarde, estábamos bajando, tocando la guitarra, tomando una cerveza y llegó el mensaje de texto. Falleció la madre que lo parió a este tremendo amigo nuestro. Luego de una larguísima evaluación de todas las posibilidades (colectivo, aviones con mil escalas, fechas de salida, costos, tiempo de viaje, día de llegada y mil más) el Kero decidió volverse en el auto. Esta mañana reordenamos todas las pertenencias. Tuvimos que decidir qué se quedaba y qué se iba. Se fue tras breve deliberación la heladerita, y con ella la posibilidad de enfriar la coca, de guardar el hielo para el fernet. Sin dudas pero con dolor nos desprendimos de la guitarra. Algo de ropa. Disco grande, sin dudas. Cubiertos y herramientas de manejo del fuego, out. Se vuelve una carpa, una mesita y una silla plegable. Se fue un “esquema de felicidad”, como dijo el Fino. Pero lo que más nos duele es que te hayas ido vos, Kero. Perdemos a un grande, pero, como te dijimos antes de irte, vamos a doblegar los esfuerzos, vamos a poner más huevo para traer la Copa. Vamos a dar todo, en serio eh. Cuidate en estos 3000km de mierda que te separan de allá con acá o de acá con allá. Y cuidate allá, eh? Y bueno, irás puntero en el ProDe pero eso va a cambiar. Con un par de triunfos me posiciono en la tabla.
De presente a pasado prosigo.
Hablando del Mundial. Nuestro esquema del día se configura de manera sencilla: nos levantamos muy temprano porque el sol empieza a joder a las 6 de la mañana, los perros que trajeron un par de hippies de mierda al camping ladran toda la noche y son el gallo de la granja. Sus dueños los tienen atados. ¿Por qué sos tan hijo de puta de traer un perro para tenerlo atado? Te chupa un huevo la gente del camping y te chupa un huevo tu perro. Hijo de puta. Bien, entonces eso, dormimos mal y nos levantamos temprano. Mates, mates de vuelta y mates a media mañana. Alguna galletita de agua y la una tenemos siempre el primer partido. Lo vemos en la playa, en alguno de los tantos barcitos que hay. Descanso, generalmente con almuerzo. Partido a las 4. Termina a las 6 y ya es de noche. El día te empieza a pegar con una masa pesada. Baja el sueño, si podemos vemos el de las 7. Cena. Tempranísimo a dormir. Y así.
Con ese esquema estamos en Paraty pero también es así cómo hemos ido estructurando el viaje. De Córdoba a Río paramos a ver los partidos que más nos interesaba (no daba para parar a ver un Costa de Marfil-Japón) Así, vimos los mencionados en crónicas anteriores, Brasil-Croacia (En Entre Ríos), Holanda-España (Estación de servicio perdida en algún pueblo de Brasil a un par de horas de Uruguaiana), Italia-Inglaterra (a unos 100km de Curitiba, yendo a San Pablo) Luego, de Río a Angra dos Reis, Alemania-Portugal. Instalados aquí hemos visto casi todos. Creo que se están viendo lindos partidos. Los Europeos están sacando una linda ventaja, están jugando bien algunos como Holanda, Italia y Alemania. Tremendo triunfo de Chile ayer contra España. La verdad que el partido que jugó Chile fue perfecto. Corrió toda la cancha, le comió los talones al rival, lo cansó y de a poco empezó a jugar hasta vencerlo psicológicamente, hasta demoler a España. Lo demolió. España también cayó con la suya pero creo que fue justamente eso lo que los terminó dejando afuera: ese fútbol de mil pases, de triangulación y de precisión no funcionó. Nadie pateaba al arco, no pudieron plasmarlo contra rivales que los presionaron muy bien y, fundamentalmente, los atacaron bien. España perdió la precisión y con eso la posibilidad de llegar al gol. Párrafo aparte para Casillas. Horrible lo del arquero en ambos partidos.
Alemania es una máquina. Le hizo cuatro a Portugal y podrían haber sido ocho. En contrapartida, un desastre Portugal. Lo mismo para Cristiano Ronaldo. Me cago en Alemania. Espero que suceda algo. La verdad que jugaron un fútbol perfecto y si mantienen ese nivel va a ser difícil que los frenen antes de la final. Holanda le rompió el orto a España jugando muy bien y le ganó Australia cambiando ataque por ataque. El fútbol es el más hermoso y más hijo de puta de los deportes: ayer, cuando iban 2 a 2, Australia se pierde una situación increíble de meter el 3 a 2 y en ese misma jugada, de ese mismo despeje, nace el gol para Holanda. Y a mamarla. Australia es el primer eliminado del mundial y Holanda el primer clasificado. Brasil no convence. Quizás le falto suerte contra México pero los verdesahorarojos también pudieron haberlo ganado. Buen partido del Tri, sin mejicanearla o institutearla, bancando el empate. Vi muy poco de Bélgica, que dicen que puede ser la revelación. Vi sólo el primer tiempo de Francia y no me llamó nada la atención. Le ganaron a Honduras, o sea. Bien Italia con Pirlo conduciendo el equipo. Igual hay que esperar a ver cómo le va. Es Italia, ya sabemos. Y Argentina un desastre, vamos a ver si levanta contra Irán y Nigeria. Hoy veremos a Colombia contra Costa de Marfil. Yo le di victoria por 2 a 0 en el ProDe.
Todos los partidos que he visto han sido por lo menos entretenidos o por lo menos con intensidad de juego, salvo el de Argentina.

Seguimos en carrera, seguimos en Mundial. Hay playa, hay mar, hay lluvia y sol, hay de todo. Seguimos acá con vos, Kero. No dejes de alentar. Hasta la próxima.

                                          ..........cuando un amigo se va............

miércoles, junio 18, 2014

Diario Mundial: día 4 y 5

Palabras clave: Río de Janeiro-Fun Fest-Resaca-Ya ni sé qué día es.

Río de Janeiro  
Jugamos al fútbol al costado de la ruta, terminamos el salame, preparamos un fernet, bailamos cuarteto y armamos nuestro Gauchito Gil para que proteja a todos los cordobeses que viajan a Brasil a ver Mundiales, como nosotros. Faltaban todavía unos 200km para llegar pero ya empezábamos a sentir esa emoción el pecho de estar haciendo algo hermoso e histórico.

                                             Gauchito Gil de los viajeros cordobeses

La ruta hasta Río es increíble, paisajes montañosos, selva y más selva que brota por donde pueda. Da la sensación que casi todo Brasil es así, por lo menos la parte que llevamos recorrido. Llegamos a la inmensa ciudad a la siesta y programamos el GPS para ir hasta el Maracaná. Ahí había cientos de miles de argentinos, argentinos con plata, mucha suerte y entradas. Quisimos estacionar para ambientar un rato pero 100 reales por dejar el auto en una estación de servicio era más que una estafa, un delito asqueroso. Enfilamos hacia Copacabana, donde van los más pobres como nosotros (?) Milagrosamente pudimos estacionar el auto y enfilar hacia el fun fest.
Era la primera vez en cuatro días que podíamos relajarnos si sentir que teníamos que correr una pelota que siempre se nos iba larga. Nos pudimos sacar el calzado y sentir la arena. Preparamos un fernet tras otro. Miles de argentinos y miles de brasileros hinchando por Bosnia, claro. Al fun fest no se podía ingresar con ningún tipo de bebida pero como somos lo más grande que hay vencimos la férrea seguridad: tres postas de guardias de seguridad y un detector de metales. Así y todo ingresamos al predio, no con una sino con dos botellas de fernet, y un jarrito de metal por si las moscas. El partido ya estaba ganado.
Sentí muchas cosas estando ahí adentro. También estaba, estábamos, muy ebrios. Grité el gol de Messi como nunca, se lo grité a un grupo de brasileros que estaba detrás nuestro meta cagarse de risa alentando por Bosnia. Les tiré el vaso de fernet casi vacío que tenía. Grité tanto que cuando dejé de gritar pensé que me iba a desmayar. Mucha tensión acumulada.
Desde aquí se vio lo mismo que desde cualquier parte del mundo: jugamos horrible, MUY horrible. No sé si los jugadores estaban cagados o qué, pero parecíamos un equipo chico. Decí que está Messi. Festejamos, nos abrazamos, y nos agarramos las bolas. También tuvimos tiempo para una breve aparición en los medios venezolanos: Globovisión, cadena de tv nos agarró para preguntarnos por el partido y terminamos diciendo cualquier cosa, que se lo dedico a los brasileros que hincharon por Bosnia, que aguante Chávez, que un saludito para mis hijas y luego bailando un cuarteto atrás del entrevistador. Un desastre. Se lo tienen merecido por gorilas.
Después del partido subió a tocar una vieja, una especie de Mercedes Sosa brasilera que cantaba sentada pero que al parecer es una artista muy popular porque todos sabían sus canciones. Se armó un lindo bailongo. Nosotros somos muy horribles y la verdad que uno se siente intimidado al ver cómo se mueven los brasileros y las brasileras.
Terminamos con un estado impresentable. Buscamos las bolsas de dormir y nos tiramos en las playas de Copacabana, algo que sólo hace la gente con mucho estilo como nosotros.
Lunes: Mucha resaca. Pudimos cambiar nuestro dinero por dinero de ellos. Nos cuesta comprar comida, nos cuesta porque es cara. Estamos en Copacabana, que es como estar en Punta del Este, Pinamar o Cruz del Eje, así de top. Nos subimos de vuelta al auto para huir de la ciudad. 

Ahora nos vinimos para Angra dos Reis, un pueblo o ciudad montañoso, con mar y todo. Oscurece muy rápido, a las 6 ya está de noche y eso te mata. Escribo esto en una pieza de un hotel bastante croto. Los muchachos duermen. Tenemos ganas de encontrar algún lugar para armar campamento y dejar de viajar un rato. No hay internet donde estamos y en algún  momento subiré todas estas palabras tan desordenadas y caóticas. 
Ya se vienen más crónicas. Ahora que estamos más tranquilos. 

martes, junio 17, 2014

Diario Mundial: día 3 y 4.


Ha pasado mucho y tanto. El sábado arrancamos la jornada a eso de las 8 de la mañana. Desayunamos y partimos. Fino viene pagando todo porque nosotros no hemos cambiado nuestro dinero. Es un placer estar subvencionado. A los 30 kilómetros paramos en una estación de servicio a parchar la cubierta de ayer. El arreglo nos pareció por lo menos sorprendente, culturalmente hablando. Uno esperaba que sacaran la llanta, que le pusieran un parche a la cubierta, que siguieran el procedimiento de un simple arreglo. El tipo en cambio le hizo un hueco, mandó el clavo para adentro y le puso un pedacito de cuero. Listo, son 20 reales. La puta madre, unos 100 mangos para arreglar una neumático.
El paisaje es increíble. Tierra roja, sierra, selva, verde, miles de tonalidades de verde, humedad, barro, son miles de postales que uno quiere retener, apretarlas con el puño de las manos mis ojos. Mientras viajábamos pude escribir algo: Es nuestra tarea evangelizadora, que se den cuenta que en Córdoba está el carnaval, algo que el periodismo y la policía no entienden. Es muy placentero estar escribiendo en este momento. El auto va sereno por una ruta muy verde, con vegetación explosiva, con un paisaje hermoso que parece que se te viene encima, te baña. Siento como si viniéramos adentro de una cápsula, el aliento todavía presente de los últimos mates, la musiquita al volumen justo, la mirada placentera y tranquila del disfrute. Y la posibilidad de que los dedos se muevan solos, las manos como continuación de la mirada.
Es imposible retener todas las cosas y cositas que van pasando, todo lo que de una manera u otra nos llama la atención.
Almorzamos el salame revolucionario con un poco de pan y queso untable y cambiamos el volante. Kero se pudo relajar, Finito durmió y yo manejé como cinco horas. La ruta es hermosa y larga e interminable y en constante obra. Los camiones manejan con todos los códigos, se tiran a la derecha, te indican cuando pasar con los guiños, se tiran a la banquina si es necesario, igualito a los camioneros nuestros. En cambio los automovilistas manejan para la re mierda, hacen maniobras horribles todo el tiempo, todo-el-tiempo.
Escuchamos el triunfo de nuestros hermanos  costarricenses ante Uruguay por radio. Fue una experiencia culturalmente enriquecedora. Al principio no entendíamos nada pero a medida que el partido progresaba le íbamos agarrando la mano al idioma.
Hemos comenzado un ProDe interno. Finito, rememorando su vieja organización de ProDeCoop. Y mirá lo que es el fútbol, su magia, lo impredecible, lo sorprendente y la posibilidad siempre latente que el más débil o el más muerto pueda ganar: va puntero el Kero con 4 puntos (metió un pleno en Italia 2 – 1 Inglaterra y el triunfo colombiano) Fino y yo sólo sumamos 1 punto con Colombia. No sabemos cuánto salió Costa de Marfil, lo cual podría mover la tabla. Ahora nos aprestamos a llenar una nueva fecha. Hoy tenemos Suiza-Ecuador, Francia-Honduras y Nosotros-Bosnia.
Nos perdimos en Curitiba pero finalmente encontramos nuestro rumbo. Oscurece muy rápido, a las 6 de la tarde ya es de noche y la jornada empieza a pesar el doble. A las 7 hicimos nuestra parada estratégica a ver el triunfo italiano ante los piratas saqueadores. ¡Lo que juega Pirlo, por dios! El viejo la rompió, manejó los hilos del partido a su antojo. En la estación cenamos algo y nos cruzamos con chilenos y argentinos. Produce mucha emoción ver las patentes argentinas en todos lados, cruzarse con guasos que están haciendo la misma locura que nosotros, viajando hace varios días para cumplir su sueño. Bocinazos, aliento, cantitos y nos vemos en Río.
Después del partido el Kero metió un tirón impresionante de casi 3 horas con la infaltable lluvia y su correspondiente neblina para dejarnos a un pasito de San Pablo. Dormimos en un hotel al costado de la ruta y hoy a la mañana nos despertamos a las 7.30, salimos a la ruta, llegamos a San Pablo y, por supuesto, nos perdimos. Todavía estaban latentes las palabras del Fino: “esta vez no nos podemos perder, apenas veamos una estación de servicio nos paramos y preguntamos”. Con GPS y todo nos perdimos. Hasta que apareció un guaso del cielo que nos dijo “voy para aquel lado, ¡síganme!”. Nos metió en la ruta, hizo un par de kilómetros con nosotros y luego, en el medio de la autopista bajó la ventanilla, nos dio una última indicación y nos dijo “ojo con Río, muito peligroso”. Gracias, papá. Somos cordobeses, de la ciudad del cuarteto, de la tierra del tunga-tunga, y el martes encaravanados otra vez, hay que lustrar los pepés porque a Río nos vamos. Eso.

Estamos arriba del auto, suena La Mona, Río está cada vez más cerca. Aguante Argentina la puta madre que los parió. 

sábado, junio 14, 2014

Diario Mundial: día 2

Se van a arrepentir de habernos dejado entrar. Lo decimos nosotros, fuera de todo slogan publicitario.
Nos levantamos cuando nos levantamos. Un desayuno discreto, agua en los termos y a recorrer Paso de los Libres en busca de un par de cosas necesarias: garrafita de gas, mate cosido para Guada y Lisandro, algún medicamento y adquisición de reales.
En la frontera argentina nos dijeron “suerte muchachos, vuelvan con la Copa. Argentina está orgullosa de ustedes y el espírtu de 40 millones los acompañará en esta travesía”, o algo así. Cruzamos el puente que divide los países alentando, cantando con La Mona, felices de estar haciendo este viaje. Pusimos cubierta en tierra brasilera y los policías de aduana nos mandaron de vuelta a Corrientes porque si bien nuestro seguro estaba en regla no reconocían al representante del seguro en Brasil. Hijos de puta. Volvimos a nuestro país. En una oficinita húmeda, con huellas de tierra roja, nos hicieron un seguro por un mes para poder circular en el país vecino. Doscientos cinco pesos y ya. Nos quedamos con ganas de presentar una queja en el consulado e iniciar un conflicto diplomático pero no teníamos tiempo. Ya van a tener suficiente escarmiento cuando les ganemos la copa. Pequeña venganza: pasamos dos salames de la Colonia en contra de todas las leyes. Somos unos rebeldes importantes.
Ayer llovía y hoy también. Comenzamos la travesía por el Brasil profundo. Elegimos una ruta interna en discreto estado, con muchos camiones pero poco tránsito vehicular. El paisaje es similar al litoral argentino, mucha llanura, humedad, algo de agricultura, pocos pueblos en muchos kilómetros y muchos arroyos, ríos y riachos. Cruzamos uno bastante imponente llamado Ibicuí. La Mona le cantaba al carcelero, a la marginalidad y a los gordos bolús. Un maestro.
En Sao Borja llenamos el tanque del auto y el nuestro: un par de pedazos de pan, mayonesa, algo de queso y el salame revolucionario. Unas jarritas de ferne y ya estábamos haciendo patria cordobesa. Todos hablan en brasilero y el idioma cordobés no es muy entendido.
Hemos decidido hacer nuestras paradas para ver los partidos. Ayer vimos Brasil-Croacia y hoy frenamos a ver España-Holanda. En una estación de servicio nos acomodamos y en menos de media hora pasaron no menos de diez argentinos, o porteños. ¡Qué lindo es el fútbol, carajo! Al final del primer tiempo empataban 1 a 1, en el segundo Holanda fue imparable un gol tras otro y no paraban. Orteada inapelable: 5 a 1 y pudieron haber sido más.
Mientras escribo esto estamos atravesando una oscurísima ruta. Las luces alumbran para cualquier lado y vamos a tener que parar en el primer rastro de civilización a regularlas. No para de llover. Nuestro destino de hoy es Passo Fundo. Mañana deberemos avanzar a buen ritmo. El partido es el domingo y no vemos las horas de estar ahí.

Se van a arrepentir de habernos dejado entrar. 


Crónica post crónica:

Al terminar las palabras el camino se puso más y mas oscuro. La ruta se puso pesada y una tormenta tremenda nos acompaño durante dos horas larguísimas de viaje. La pericia al volante de nuestro experimentado Kero hizo que sortéaramos la prueba con todo éxito. Luego, cuando la tormenta comenzó a amainar nos dimos cuenta que aquel pozo asesino que habiamos agarrado 30km atrás había tenido sus consecuencias: una cubierta pinchada, balizas, gato y auxilio. 
Es casi la una de la mañana del ahora sábado. Ya estamos en Passo Fundo. Ahora a descansar un poco. El festejo cumpleañero debera esperar. 

viernes, junio 13, 2014

Diario Mundial: día 1

A las once y media de la mañana pisamos la Avenida Sabattini rumbo a Brasil. Un pedacito chiquito en toda la ruta hasta el destino. Agarramos la ruta 19 y fuimos atravesando provincias. Primero Santa Fe, Entre Ríos y ahora Corrientes. También fuimos pasando por todo tipo de climas: un frío horrible, viento, oscuridad luego lluvia, luego viento, más lluvia y ahora calor. Debe haber 400% de humedad en Paso de los Libres.
Hicimos una parada de 10 minutos en San Francisco para ponerle unos sanguches de milanesas a los estomagos. Luego descansamos una hora en Viale, Entre Ríos, para ver un pedazo del robo brasilero a la pobre Croacia. Un café y a la ruta nuevamente. Me tocó manejar desde Concordia hasta la frontera.
Son las doce y diez de la noche y hemos decidido descansar nuestros motores en el Hotel Scorpio: habitación triple, una cucheta y una cama matrimonial. Finito mira la paliza que los Spurs le están pegando nuevamente a Miami. Kero intenta recomponerse de su estado de sinusitis. Yo escribo, cansado, con las piernas pidiendo un cambio y el espíritu viajero intacto.
Mañana partiremos hacia tierras brasileras. Cambiaremos a precio de usura nuestro dinero y pisaremos fuerte, como locales, como debe ser.
Ya es trece de junio.
Ya soy más viejo, y también más joven.
Ya estamos en el Mundial.

jueves, junio 05, 2014

Diario Mundial. Día -6

Fiebre amarilla

Diario Mundial. Día -6.
Ayer, en pleno horario laboral, con mi ropa de fajina, mis pantalones de laburante que me hacen sentir un poco más hombre, metí una gambeta digna del mejor burrito Ortega. Cintura endiablada, amague para un lado y salida para el otro: me fugué, sin aviso previo, y modifiqué mi itinerario. Trabajo en la calle y puedo hacerlo. Igualar mi maniobra con una gambeta del burrito es poco menos que una falta de respeto para con el burrito. Así fue como hice cola en una dependencia del Ministerio de Salud de la Nación para aplicarme la vacuna contra la fiebre amarilla.
Mientras aguardaba en la fila trataba de determinar quiénes de los que estábamos ahí tendríamos el mismo destino brasilero. Luego de un rato, al superar la timidez de los que no se conocen, empezamos a charlar en la cola. Un grupo de tres guasos partían este viernes hacia Brasil en un motorhome. Eran siete más el chofer. Tremenda organización, hermoso plan. Otro pibe se iba con la familia en auto. Un guaso partía el miércoles en bondi con una empresa de turismo. Un padre con su hijo se iban en avión. Todos teníamos algo en común: ninguno tenía entrada.
Nos advirtieron un par de cosas, me pincharon el brazo y salí. Ahora estoy protegido por diez años contra esa tal fiebre amarilla y ese mosquito de mierda que la transmite. Más tarde me enteré que no es obligatoria y que sólo los que viajen al nordeste la necesitan. Nosotros no iremos hacia allí pero quién sabe. Quizás terminamos en el medio del Amazonas, viviendo con una tribu de nombre impronunciable, rezándole a dioses confusos, comiendo tucanes, enfrentando leones, fumando de la misma que fumó Castañeda con Don Juan. Quizás me la pase tirado en una playa mirando las chicas pasar pero igual no descarto nada.
Mientras escribo esto Careca acaba de estrellar un tiro en el travesaño del Goyco. El Diego ya ha recibido varias patadas ante la pasividad del árbitro y Bilardo ya salió del banco a dar una indicación y acomodarse las champas. Fox Sports está pasando los octavos de final del Mundial del 90. ¡Cuántos recuerdos! ¿Será una señal? ¿Será que les ganaremos con toda injusticia a los brasileros? ¿Será que Messi, con el tobillo destrozado, se vestirá de héroe y le dará un pase tras tremenda jugada a un delantero de los nuestros para marcar el 1 a 0 inamovible? ¿Será que alguno de nuestros jugadores pueda sentir, o mejor dicho hacernos sentir, la camiseta como lo hacía el Diego? ¿Quién sería el Cani de este equipo? ¿Higuaín? No, Higuaín no. ¿Agüero? Tampoco. Quizás el boludón de Di María esté cerca de ser uno de esos jugadores que encara sin pensar. Mientras pienso estas boludeces los brasileros acaban de meter dos tiros consecutivos en los postes. Se deben querer matar. Branco todavía no lo sabe pero en algún  momento va a tener sed y ese trago pesará en su estómago. Los alfileres bilardistas brillarán en el medio de la cancha.
¡Qué grande el Diego, defendiendo de cabeza en un tiro de esquina brasilero! Burruchaga también era de los buenos. Pero en este partido se la pasó defendiendo. La verdad que ese equipo de Argentina daba ocote pero corrían todos. Yo lo único que pido como hincha es que den todo y ahí creo que está la diferencia con los jugadores actuales: no les creo nada. Son buenos, muy buenos. Tienen habilidad, rapidez, fama y dinero pero es difícil creerles. No hablo de la selección, hablo de los jugadores en general. Burruchaga le acaba de meter una linda patada a Ricardo Rocha y acto seguido mete un buen tiro desde afuera del área. Taffarel al corner. El pelotudo de Marcelo Araujo anuncia que entra Calderón por Troglio. Ni me acuerdo de Calderón pero se me hace que es un cambio defensivo.
Esta crónica desordenada, caprichosa y vomitiva terminará con el gol de Caniggia. Brasil patea su vigésimo corner errando un nuevo cabezazo. Las cámaras se posarán en una siempre rubia con camiseta amarilla en la tribuna tapándose la boca con gesto de sufrimiento. No te das una idea cómo te va a quedar la carita mi amor en un ratito. ¡Dejen de pegarle al Diego hijos de puta! Ya van a ver, ya van a ver. Patada artera desde atrás. El árbitro bien, gracias. Ni amarilla. Lo silban al Diego los tanos. Ya van a ver ustedes también. No se dan una idea cómo la van a tener adentro en un par de días. Me gusta el Vasco Olarticoechea, Ruggeri también. Bien Simón y el Goyco, claro. No sé qué habrá  visto Bilardo en jugadores como Basualdo, Monzón o Dezzoti. Parece que va a entrar Paulo Silas. Él no lo sabe pero en algún momento va a ser ídolo en San Lorenzo, con goles olímpicos y todo. Atentos. La agarra el Diego en la mitad de la cancha, engancha, se saca a uno de encima, ¡a otro! ¡a otro! ¡La cruza para el Cani! ¡Sí, sí, sí, lo pasa al arquero y…. goooooooooooool! ¡¡¡Gooooooooooooooooooooooooooooooolllllllllllllllllllllllllllllllllllllll argentinoooooooooooooooo!!!
Argentina 1 – Brasil 0.

Buenas noches. Buenos recuerdos.