jueves, octubre 28, 2010

Aseveraciones lógico-políticas

De José Pablo Feinmann (Página 12. 26/10/10)

1. Néstor Kirchner no era Perón. 1.1. Perón dejó como sucesores a una Presidenta inepta y a un criminal paranoico. 1.2. Néstor Kirchner compartió su vida y deslizó la presidencia en manos de un valioso cuadro político, de una mujer fogueada y hecha en la gran política. De una mujer de excepcional inteligencia. Se me perdonará esto: pero estudié la carrera de Filosofía y ahí recibí mi título. Dediqué mi vida a la filosofía y a la literatura. Sé cuándo alguien sabe pensar. Ningún presidente de la historia argentina pensó con el rigor y la inteligencia de Cristina Fernández.

2. Perón, al regresar, dedicó sus mayores afanes a perseguir y aniquilar a los jóvenes del peronismo, armados o no. Evidentemente el padre Mugica, asesinado por Rodolfo Almirón de la Triple A, organización construida a la vista (aprobatoria) de Perón, no era un hombre armado ni clandestino. (Menos aún lo mataron los Montoneros, como dicen algunos pérfidos que buscan aliviar las culpas de la Triple A. ¡Valiente tarea, qué cercanos se sentirán a ella!) Tampoco lo era Enrique Grynberg, que manejaba un Ateneo en Saavedra. A Kirchner la muerte lo sorprende en pleno diálogo con la juventud. En plena construcción de una de las cosas que hoy más necesita el justicialismo: la construcción de la militancia territorial. 2.1. Cuando murió Perón, el establishment se asustó, y mucho. Porque el tercer Perón era un guerrero del establishment que, para beneficio y alegría de ese sector con el que tan bien negoció, le estaba haciendo la tarea sucia. 2.2. Con Néstor Kirchner, buena parte del establishment y las clases altas y las clases medias altas festejan jubilosos. Hubo censistas que ya hoy llegaron a casas que estaban con las puertas abiertas y festejando. En muchos hogares, hoy, ya hoy, con el cadáver del ex presidente aún tibio, se festejó con champagne. 2.3. Seguramente también en muchas editoriales. Se podrían dar nombres, pero no es el momento y –además– todos los conocen.

3. El vicepresidente de Perón era su esposa, sumisa, a él y al monje umbandista Daniel, asesinos ambos. La sucesora y compañera de vida de Kirchner es Cristina Fernández. Su vicepresidente es un traidor y ayer le añadió a la traición la mentira, que son hermanas de sangre, que van juntas porque traicionar es mentir y gravemente. Tuvo ayer el exasperado caradurismo de decir que había muerto un gran presidente. ¿Por qué le clavaste un cuchillo en la espalda al proyecto de un gran presidente, Cobos? ¿También esa crueldad, esa torpeza, esa traición al país le hiciste? 3.1. Cristina Fernández es de esos seres humanos que se agrandan ante la adversidad. La verán llorar. ¿Cómo no va a llorar al compañero de una vida? Y como una mujer. O como cualquiera. Cualquier ser sensible lloraría en una circunstancia semejante. Yo, ni lo duden. Lágrimas lacerantes. Pero Cristina es notoriamente fuerte. La desdicha le dará poder. La desdicha la hará todavía más dura en la lucha. No festejen tanto, señores. Acaso ni sospechen lo que tendrán que enfrentar de aquí en más. Por otra parte, si Cristina (se decía insistentemente) carecía de carisma, conseguía adhesiones por su inteligencia pero no por su ternura o por su feminidad o lo que sea. (No creo en esto, pero aceptémoslo.) Ahora, el pueblo verá en ella a la mujer que se quedó sin su hombre. A la mujer sola. A la que sola se las tiene que arreglar. A la que hay que seguir, querer y respaldar para que el país conserve su rumbo. “No se nos puede quebrar”, dirán muchos. “Pobre, qué mala suerte. Perder a un marido tan joven. Tan necesario para ella. Un marido al que tanto quería.” Lloverán las flores y las adhesiones emocionales. Pero hay que transformarlas en militancia. 3.2. Hoy, más que nunca, la militancia juvenil tiene un papel esencial. Al que aparezca con alguna teoría que recuerde a la lucha armada y al foco insurreccional de los ’70 échenlo a patadas. Esas posiciones llevaron a la muerte a una generación entera de militantes a lo largo y a lo ancho de América latina. La lucha militante (la única) es de superficie, de cara al sol, como quería morir José Martí y también como quería vivir y vivió (era porque sabía la belleza de vivir de cara al sol que así quería morir). De cara al sol significa: nada de clandestinidad, nada de armas, se triunfa cuando se transforma el número en fuerza, pero no en fuerza armada. En fuerza militante, territorial, cuando se habla con la gente, cuando hay un proyecto para ser comunicado, un proyecto que convenza al militante y le dé fuerzas para convencer a los demás. Lo esencial del proyecto sigue siendo: la unidad de América latina (el Mercosur, no el ALCA). El fortalecimiento del Estado para que defienda a los débiles ante la voracidad de los monopolios. La diseminación de lo mediático. Lo que significa –tanto aquí como en Estados Unidos y en cualquier país que luche por la democracia de la información– muchas voces que hablen, que tomen la palabra, que informen diferenciadamente si es necesario de la uniformización de la palabra de la unicidad monopólica, que informa desde una sola verdad, la propia. O sea, no informa. Difunde sus intereses. El Banco Central para los intereses argentinos. Orgullo y poder y ni un atisbo de sometimiento ante el FMI y cualquier entidad de la prepotente banca extranjera que busque utilizar al país en la timba de sus intereses. Diálogo a fondo con todos los que quieran dialogar. Unidad nacional en medio de la diversidad. Que esa diversidad no se transforme en antagonismo. O, al menos, que exprese el razonable disenso de la democracia. Basta de odios. Basta de libracos difamatorios. Basta de tapas insultantes. Respeto de las Madres y a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que nadie más tenga la inmoralidad de siquiera sugerir que una mujer como Estela de Carlotto (que recuperó para la vida verdadera 102 nietos apropiados por el poder desaparecedor) sea tildada desde una revista hipercomercial de hacer lobby para ganarse el Premio Nobel. Esa es una mentira y una falta de respeto. ¿Rescataron ustedes 102 niños? ¿Qué hicieron ustedes además de querer vender revistas a cualquier precio, aun al precio vil de injuriar a las Abuelas de Plaza de Mayo y a Estela de Carlotto? 3.3. Cristina Fernández no queda sola. Tiene a su alrededor cuadros de gran valía. De gran inteligencia. Voy a dar algunos (sólo algunos nombres): Juan Manuel Abal Medina (h), Marcos Zanini (¡vamos, negro!, ¡respalde a la Presidenta con todo lo que usted tiene y sabe: lucidez política amasada a lo largo de años y polenta), Daniel Filmus, brillante intelectual, Aníbal Fernández, el político jauretchiano: nadie desde Jauretche usaba el humor en la política como él lo hace (y no me vengan con los chismes de letrina de lo que fue o lo que no fue: los hombres, en esta Argentina dramática, importan por lo que son y por lo que hoy están dispuestos a hacer). Y muchos más. Y todos los pibes, que cada vez son más. Y que –contrariamente a lo que les ocurría a los jóvenes desde el ’80 hasta el 2000– hoy le encuentran un sentido a su vida en la militancia, en la política.

4. Todo esto y más también tiene usted, Presidenta, para gobernar este país y llevarlo a buen puerto. No es poco. Eso, unido a su talento, a su fortaleza duplicada por la mala mano que Dios (que, de argentino, disculpen, pero: nada) otra vez nos ha dado, le otorgará a los que ya la apoyaban y a los que de aquí en más verán que apoyarla es la única salida para el país y que, por otra parte, usted lo merece, la decisión de estar a su lado, en esta hora amarga pero también en esta impecable coyuntura en que los bravos, los que no bajan los brazos, los que no se dejan vencer por las adversidades que el destino siempre trae, duplicarán sus fuerzas para tratar, al menos, de estar a la altura de las suyas.

miércoles, octubre 27, 2010

Devuelvan la pelota estará unos días de luto.

Un abrazo

miércoles, octubre 20, 2010

El mejor del mundo

Cuando era chico el universo empezaba y terminaba en el barrio. No había mucha televisión por aquellos tiempos y las novedades circulaban en la cola del almacén o en la parada del colectivo.
Jugábamos a la pelota todo el día y en aquel entonces el mejor jugador de nuestro mundo era el Negro Franco.
Maradona, además de ser mejor que Pelé por frase aprendida, era una leyenda. Un jugador en la boca de los viejos. Una foto en el álbum de figuritas o el relato de un gol grandioso. Pero al Diego no lo podíamos ver nunca. En cambio el negro… el negro regaba las canchas con gambetas imposibles y goles mágicos. Las hacía todas: tiraba el centro y metía el gol de cabeza.
Aparecía de la nada, saltaba una tapia, caía en la cancha y se ponía a jugar con nosotros. Nos trataba a todos por el nombre y a los más chicos nos enseñaba a jugar. Íbamos todos detrás de él, esperando que nos salpicara con algo de su magia.
El negro jugaba en las inferiores de Racing de Nueva Italia y era nuestro ídolo. La esperanza asegurada para los que lo conocíamos.
Imaginábamos un futuro de gloria para él, una trayectoria intachable. Lo creímos en la selección, tirando paredes con los grandes, haciendo los mismos goles que en el potrero de la esquina. Si el negro llegaba, llegábamos todos. Toda la cuadra.
Sin que nos diéramos cuenta, el negro, de a poco, dejó de aparecer por detrás de la tapia. Un día lo vi sentado en una esquina con sus amigos. Estaba desparramado en una verja, riéndose bien fuerte, con un cartón de vino tinto en la mano.
No lo podía creer: un jugador de la selección argentina no podía tomar vino. En la selección en la que él era la estrella.

Qué temprano que se hace tarde a veces…

El negro franco es la patria de mi país. Y el mejor jugador del mundo, del barrio universo de casi todos los tiempos.
Es que de chico, uno va por ahí, por allá y por acá. Nombrando las cosas, bautizando las esquinas, fundando cada centímetro de calle. Todo es nuevo o a punto de conocer. De a poco vas guardando anécdotas y experiencias en los bolsillos junto con el paquete de figuritas, un billete de un austral, un chicle ya sin gusto y un tornillo encontrado en el suelo (Viejo consejo del abuelo).
Al medio, medio que nos olvidamos y dejamos al barrio en banda. Corremos una pelota incierta, un pase en profundidad que difícilmente podremos alcanzar. Pagamos, quizás, la experiencia de un futuro con más claridad.
Finalmente, de viejo, el barrio se vuelve la frontera de espacio y tiempo. Y de vuelta el universo. Metiendo las manos en los mismos bolsillos, buscando encontrar las casas, los almacenes, los baldíos y la cancha de fútbol que ya no está.

Ahora, cierro los ojos, trato de escuchar los sonidos. El griterío de los chicos que fuimos.
A veces, por las noches, se escucha el pique de una pelota.
Tranquilo, es el negro franco haciendo jueguitos.

jueves, octubre 14, 2010

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no pasa nada con este blog................