domingo, agosto 12, 2012

Bar Mitre


Es acá, y entro.
Es uno de esos bares de tiempo lento, con sillas rotas, arregladas con pedazos de otras sillas. Todas mesas distintas. Verde. Cremita. De chapa. De madera.
Pido una milanesa con puré y una coca. Me traen primero la botella de gaseosa y dos bollos de pan. No pasan cinco minutos y llega el almuerzo.
Como todo. Sólo dejo un pedazo de pan.
Tres hombres solos ocupan el lugar. Dos almuerzan con cerveza. El restante toma vino con soda. Un televisor prendido y sin volumen cuelga de una esquina. Suena Jiménez a todo volumen y todos estamos en silencio.
La moza se acerca y me retira los platos. Los cuatro hombres la miramos irse a la cocina. Tiene un buen culo. No es muy linda de cara pero con ese culo…
Entra un viejo muy viejo. Me ofrece cuchillo con chaira. Tiene para abrir latas del otro lado del mango. No, gracias. ¿Un par de medias? Vuelvo a agradecer. Le ofrece lo mismo a uno solo de los que completamos el bar y se va.
A los dos minutos entra otro vendedor con más cosas: destornilladores, magiclick, pañuelos y diez cosas que cuelgan de su cintura. Mira el panorama, no ofrece nada a nadie y se va.
Afuera está todo hecho bosta. La zona tuvo su buena época, al frente de la estación de trenes. Luego subsistió con el mismo óxido del sistema ferroviario y del país. Lentamente se pone de pie pero las calles parecen viejas y cansadísimas. Paredes descascaradas, restos de adoquín, una máquina vieja, alumbrado roto, tráfico caótico.
Acá estamos y ahora somos cinco. Afuera algunos se mueven. Adentro, el tiempo se apoya los codos en la mesa y toma un vino blanco con soda…

jueves, agosto 02, 2012

Devuelvan la Pelota. Segunda edición


Amigos/as, este el Proyecto Devuelvan la Pelota. Lean. Parece largo pero no lo es. No le den bola a la fecha del evento porque esto NO es un evento todavía, sino que es la forma más fácil de llegar a todo el mundo.
Gracias a los que leen y a los otros también. Un abrazo.


Proyecto Devuelvan la Pelota

La primera edición de Devuelvan la Pelota salió de los talleres el mismo día de la presentación: 8 de diciembre del 2011. Todo parecía encajar: los libros llegaron calentitos y siguieron así porque nunca pararon de circular, de ir de mano en mano, de ser reseñados, leídos, prestados y regalados. Todo eso lo hicieron ustedes, los amigos de Devuelvan.
Aquella vez salieron de imprenta 500 ejemplares. Recuerdo que Pablo Carrizo, poeta, librero y hombre de palabras calmadas, me dijo: “las primeras 100/200 copias las vas a vender rápido. Luego viene una segunda etapa más lenta, de consolidación”. Carrizo tenía razón en todo menos en los números. En siete meses pusimos todos los ejemplares en la calle. Sin intención de copiar slogans: esto lo hicieron ustedes. Fueron todos ustedes los que movieron el libro, en parte por la amistad pero en gran parte (creo) por confiar en el libro, por creer que Devuelvan merecía esa chance de ser titular. Porque todos esos cuentos estuvieron muchos años en el banco de suplentes, y antes de eso ni siquiera concentraban e incluso estuvieron a punto de largar todo y dedicarse a otra cosa. El fútbol, como la vida, como la literatura, se le parecen.
Hoy vamos por más, por la segunda edición. Este es el proyecto que he pensado:
Voy a poner todas las cartas sobre la mesa, toda la honestidad y los números exactos. Construyendo desde la confianza.
Para poder costear los gastos de impresión vamos a realizar una preventa del libro.
Yo al libro lo vendo en mano a $30. Todos siguen diciendo que es poco, que debería aumentarlo. Pero no, no lo aumenté antes y no lo voy a aumentar ahora. La idea es que el libro circule y que circule a un precio accesible y popular. El libro también se mete en el mundo del fútbol y allí también hay espacios, lugares y clases. Si este libro se escribe desde el fútbol entonces así será su venta: Devuelvan tiene precio de general y de platea. Resumiendo: precio general $30.
Pero al libro no lo vendo sólo yo, también está en otros lados:
Librerías (El Espejo, Rubén)
Kioscos de diarios y revistas (G.Paz y Dean Funes; Dean Funes e Ituzaingó; 25 de mayo y Rivadavia)
Fotocopiadoras (Spilimbergo y Lavalleja esquina Dean Funes)
Centro Cultural Como Pez en el Agua (Simón Bolivar 621)
Casa de los vagos en Bedoya 57.
Por supuesto, en El Salteñito (Belgrano 277)
Como verán, el libro se ubica en los lugares de venta tradicionales (librerías) y en otros que no lo son. Es que los libros en las librerías están quietos y en la calle se mueven. Las dos formas son válidas y necesarias. En aquellos lugares donde hay un tercero vendiendo Devuelvan, el precio sube: $40. Generalmente se quedan con el 30% o 40% del precio de tapa. Si el libro sale $40, ellos se quedan con $16 en el peor de los casos (para ellos “el mejor” de los casos).


Ese es el panorama general. Ahora yo los invito a todos ustedes a participar de la preventa, a que compren otros ejemplares. El proyecto tiene dos variables:
1) Comprar uno, dos o tres ejemplares de Devuelvan la Pelota a $30 cada uno. El libro no va a aumentar, primero por todo lo explicado anteriormente y segundo porque en la imprenta me mantienen el mismo precio.
¿Qué hago con un libro que ya leí?: ustedes van a estar comprando un libro que ya tienen pero es un libro que quizás alguien todavía NO tiene. Se llevan por $30 nomás un futuro regalo para alguien. Es barato y ayudan a multiplicar la palabra y el proyecto.
2) La segunda variable es la más ambiciosa y la que quiero que funcione. Este proyecto está orientado principalmente a todos aquellos que son de otras provincias, ciudades o pueblos, aunque no excluye a nadie. Aquellos que compren 4 (cuatro o más) ejemplares de Devuelvan la Pelota se los llevarán a $25 cada uno. O sea, cuatro libros por $100.
¿Para qué tantos libros? Bueno, la idea es que ustedes lleven esos libros e intenten ubicarlos en las librerías, fotocopiadoras o empanaderías de SUS lugares, ciudades o pueblos. No es fácil, lo sé. Pero si ustedes ubican en el libro y lo trabajan a consignación, como en cualquier librería, el librero no tiene nada que perder. El precio de tapa sería el de platea, el mismo de Córdoba: $40. Si el librero se queda con el 40%, a ustedes le quedan $24, si se queda con 30%, ustedes reciben $28 (acá ya salen ganando) y si se queda con el 25%, ustedes quedan con $30 mangos en el bolsillo. Ni hablar si lo venden mano en mano.
Resumiendo: ustedes compran cuatro ejemplares de Devuelvan y los ubican en las librerías (o donde quieran) de sus lugares. Cuando los libros se vendan (se van a vender, tarde o temprano) recuperan el dinero. O sea, nadie sale perdiendo.
También pueden comprar los cuatro libros y venderlos en mano a $40 y quedarse con más plata. No me importa eso. Mi intención es que ustedes, que van a invertir en la publicación, no salgan perdiendo plata. Yo gano ubicando el libro en otros lugares, expandiendo un poco las fronteras y, en caso de que todo salga MUY BIEN, teniendo más bocas de ventas. Porque si el libro se vende, vamos a poder seguir llevando ejemplares a muchas partes del país.
Los que compren 4 ejemplares se van a llevar una remera de Devuelvan la Pelota de regalo. Sí, así somos: choripanes y remeras.
Seré periodista y escritor pero no tengo muy manejado eso de la síntesis y la economía del lenguaje. Espero que se entienda bien el proyecto, sus dos variables y lo que pretendo de cada una.
Ustedes ya leyeron el libro. Mi idea es que aquellos que confían en él lo lleven a otros lados donde yo no llego. Así, vamos a ir generando una red. Somos 200 personas en Córdoba que nos conocemos. Somos nosotros, eso, más o menos 200 personas. Y muchos de nosotros producimos cosas: música, literatura, fotografía, teatro, etc. Si dejamos de boludear y armamos una red, una forma de vehiculizar nuestros productos no necesitamos de los intermediarios, de los que se van quedando con una tajada de algo que no les corresponde. Si no nos bancamos entre nosotros entonces estamos perdidos. Mejor encontrarnos…
El libro entrará en imprenta en menos de 15 días. Seguramente, para trabajar con tiempo, la impresión tardará otros 15 días más. Al medio trataremos de organizar el evento, la juntada. A cada persona que compre libros se le entregará un bono que hará las veces de comprobante de compra.
Muchos de ustedes trabajan en los medios. La mano comunicativa también vendría bien.
Las cartas están sobre la mesa: quiero vale cuatro ¿quieren?

jueves, mayo 31, 2012

el grito de gol en tu parlante

viernes, mayo 25, 2012

El mejor George


Providencial pase de la efeméride que abre la jugada para recordar a un gran jugador, un personaje increíble dentro y fuera de la cancha. Hablamos, por supuesto, de George Best.
Nació en Irlanda del Norte, el 22 de mayo de 1946. Parece que de chico ya movía el balón bastante bien. Un reclutador del Manchester United llamado Jorge Griffa Bob Bischop tomó nota y le envió un mensaje de texto telegrama al entrenador Matt Busby con la frase: "te encontré un genio". Con 15 años, George Harrison se mudaba a Inglaterra para formar The Beatles empezar a escribir su historia. Armó un bolso, se despidió de los amigos de la cuadra y les dijo: "No voy a poder jugar el picado de las tres. Me voy al United". 

Hizo las inferiores y en 1963, a los 17 años, debutó en la primera de los Diablos Rojos y durante diez años sería uno de los mayores ídolos del club. En una época donde no había internet y videos de youtube consiguió, gracias a su extrema calidad con la pelota, hacerse conocido en todo el mundo. 



Best era zurdo pero manejaba muy bien ambos perfiles, lo cual le permitía tener un panorama de la cancha y de las posiciones de los jugadores, envidiable. Enfrentaba en el mano a mano a cualquiera, tenía un pique devastador y encima era goleador. Gambeteaba en una época de canchas con barro, en la que si te la pasabas de listo estaba permitida la guadaña a lo Krupoviesa. Es sorprende ver cómo el tipo dribleaba, sorteaba jugadores, patadas y tackles. Le tiraban a matar, lo golpeaban, trastabillaba, caía, se levantaba y seguía. Después capaz que intentaba pasar al arquero en vez de darle la pelota a un compañero que estaba mejor ubicado. A veces terminaban en golazos (muchas veces para ser franco) y otras… bueno, era George Best. 


El mismo reconocía su talento, su capacidad para tener el balón y no perderlo: "Siempre me vi como un entretenedor. Yo sabía que podía hacer cosas para que la multitud se levantara. Si había un rival que me tenía a mal traer, agarraba la pelota y lo llamaba, le pedía que viniera a marcarme, lo desafiaba y la gente se ponía como loca. Era todo un gran teatro".
Para Best la vida era eso, un teatro, una actuación, y hubo un momento en el que la realidad y la ficción se confundieron. Era un joven talentoso, con carisma y buena pinta en la Manchester de los años setenta. Un soltero suelto en una ciudad revolucionada. Las locuras que hacía en la cancha no eran nada comparadas a las que hacía de noche. Como tantos otros ingleses, George tenía una debilidad con el alcohol incontrolable: le requetecontra cagaba de gusto.  

                   Genio y figura de la noche

Su cara comenzó a aparecer más en las revistas de moda que en las de fútbol, transformándose lentamente en un Ogro Fabbiani pero con más facha y con muchísimo más talento. Mientras estuvo en buen nivel el club toleró sus exabruptos. El técnico del equipo, el legendario Matt Busby intentó de todas las maneras persuadir al joven de que abandonara ese estilo de vida pero fue imposible y el propio Best  lo reconoció: "El hizo todo lo posible. Me habló con calma, me gritó, me suspendió, me dijo ‘largá el escabio, pelotudo, vas a terminar en Defensores de Belgrano como Donkey Ortega’, me abrazó y me habló como a un hijo. El hizo todo pero el que podría haber hecho más era yo".  

Facherazo y jugadorazo... yo hubiera llevado la misma vida


Diez años estuvo en el Manchester United. Consiguió dos títulos de liga y la Copa de Campeones de Europa en 1968, ante el poderoso Benfica de Eusebio. En aquella final Best jugaría uno de los mejores partidos de su carrera, definiendo el pleito en tiempo suplementario y consiguiendo uno de los goles. Best jugaría también la final de la Intercontinental que perdieron 1 a 0 en Inglaterra ante el Estudiantes de La Plata de Osvaldo Zubledía, Verón, Pachamé y Carlos Salvador Bilardo (con quien tendría alguno que otro encuentro durante el partido), entre otros. Después de una década regando de magia el Old Trafford, los dirigentes le metieron un patadón en el culo y lo fletaron. Jugó su último partido en 1974. Tenía tan sólo 27 años.
Luego comenzó un declive penoso. Asumiendo su adicción al alcohol pero sin ponerle muchas pilas a dejar el escabio, deambuló por varios clubes de Estados Unidos, Inglaterra, Sudáfrica y de Irlanda del Norte, su tierra natal. En Estados Unidos la pasó bomba. Los gambeteaba a todos y salía de joda con todos esos jugadorazos como Pelé, Cruyff, Giorgio Chinaglia, Carlos Alberto, que fueron a llenarse de guita y a tomar merca en los setentas (a Beckenbauer no lo invitaban, por alemán botonazo de la FIFA). Se retiró en 1984 manchando mucho su prestigio. 

George junto a dos fiesteros que debutaron con pibes como Pelé y Elton John. 

Se podrían escribir largas páginas con su vida afuera de la cancha. Además, él mismo hacía gala de su pasión por la noche, regalando frases increíbles como: "He gastado mucho dinero en mujeres, alcohol y coches. El resto lo he despilfarrado". "Tenía una casa en la costa, pero para llegar a ella había que pasar por un bar. Nunca llegué a ver el mar". "En 1969 dejé las mujeres y el alcohol, fueron los peores veinte minutos de mi vida". "Pelé debutó con un pibe".  

Siempre estuvo con buenas minas o minas que estaban buenas

Hay algo que llama mucho la atención en este tipo de jugadores, en su procedencia, sus costumbres, su forma de jugar y en el amor incondicional de la gente. Corbatta, Housemann y Ortega, fueron el ejemplo argentino de un tipo de jugador, de cuna pobre, origen humilde, que les gusta/ba mucho el alcohol, que tropezaron muchas veces y que desplegaban un fútbol en la cancha que enamoraba hasta al plateísta más facho y silbador de cualquier cancha. ¿Cuál es el hilo conductor entre estas tres características? ¿Acaso ellos jugaban como vivían o vivían como jugaban? Estos tipos agarraban la pelota y parecían niños, gambeteaban constantemente, les gustaba tenerla, cuidarla, divertirse. En Brasil sobran los ejemplos, aunque quizás sea Garrincha quien represente a todos ellos y, en la actualidad, con diferentes matices, Ronaldinho.
El tiempo pasaba y George Best no le aflojaba al chupi. Se casó por segunda vez con una mina que estaba bastante buena y que intentó que dejara de tomar, que se hiciera tratar pero la situación era inmanejable. En los años siguientes, y quizás tardíamente, recibió varios homenajes en Irlanda y, por supuesto, en Manchester, donde hay una estatua de los tres grandes ídolos: Bobby Charlton, Dennis Law y él. La estatua los muestra abrazados, como si volvieran del festejo de un gol en el que el trío participó.
Finalmente, el 25 de noviembre del 2005, con tan sólo 59 años, su cuerpo dijo basta. Años y años de excesos le produjeron serios problemas en el hígado. En sus últimos momentos, consciente de lo que habían sido su vida, pidió que se publicara una foto de él en la camilla con la leyenda: "Don’t die like me" (no mueran como yo) 

Su funeral convocó a miles de personas en Belfast. En Inglaterra es ídolo y el dicho popular así lo dice: "Pelé, good. Maradona, better. George Best". Hasta la próxima. Abrazo de gol. 


Aquí dejo un documental que cuenta de dos partes. Está en inglés pero aquel que entienda un poquito el idioma va a poder disfrutar de unas buenas imágenes y testimonios sobre este grandísimo jugador. Click acá.

miércoles, mayo 16, 2012

Los reflejos del arquero


Los reflejos del arquero

Se podrían escribir varios libros con el anecdotario del fútbol. En una cancha de fútbol (y fuera de ella) se han dado las situaciones más absurdas, ridículas, pintorescas, sospechosas, alegres y tristes. Con esto me refiero a todas esas cosas que van más allá del fútbol y, muchas veces, por fuera del reglamento. Tanto es así, que la mayoría de las veces se han tenido que inventar reglas ante situaciones nuevas. Un ejemplo de esto fue la prohibición de ingresar a la cancha pintado; ley, regla o artículo redactado especialmente ante la locura del fallecido Darío Dubois, quien jugara varios partidos con la cara pintada a lo Kiss.
Una semana atrás se enfrentaron Unión de Villa Krause y Huracán Las Heras, por el Torneo Argentino B. Ambos equipos necesitaban la victoria para pasar de ronda y mantener vivas las esperanzas de ganarse un lugar en la categoría superior, el Argentino A (que sigue siendo amateur) Se enfrentaban en el Estadio del Bicentenario, en la Provincia de la minería internacional, impopular y sin impacto ambiental, de San Juan.
A los cinco minutos, Silvio Molina abrió el marcador para Unión con un terrible remate desde afuera del área, lo que demuestra que en la B se juega mejor que en la A (?). Promediaba la primera etapa. Corner para Huracán y si dos cabezazos son gol en todo el mundo, en la cuarta categoría del fútbol también lo es: Juan Suraci marcó el empate para el delirio de los “Guerreros Laserinos”, como se hacen llamar y el delantero festejó haciendo una  mortal a lo jugador nigeriano o camerunés o senegalés, que para el caso da lo mismo porque son todos iguales. Rodrigo Rivero, el árbitro del partido pitó y se fueron al descanso.
No era un partidazo. Había llegadas de uno y otro equipo pero al encuentro le faltaba chispa, explosión, tensión. Entonces pasó lo que tenía que pasar (?): la agarra el “Luto Molina” por la punta derecha y habilita a su homónimo Silvio Molina, éste cabecea al área, Sánchez se la baja a Sosa, Huracán intenta tirar el achique, la pelota queda rebotando en el área chica, Sosa se la pica al arquero De la Riva, y van dos jugadores por ella, uno para marcar, el otro para despejar; se chocan y el balón va hacia el arco y cuando todos los Azules gritaban gol… Ahí aparece el fútbol, y su color (dirán unos) o su miseria (dirán otros): Fernando Espinoza, arquero suplente de Huracán Las Heras, que realizaba trabajos de precalentamiento atrás del arco, llega hasta la línea, mete la mano y rechaza la pelota. Luego barre un defensor y el árbitro cobra saque de esquina. 
El momento clave: Espinoza saca a relucir sus reflejos (confiado de que el Director Técnico lo está viendo y tomará nota de sus reflejos)

Claro, uno no mete la mano, hace una de campito en el Argentino B y sale como si nada (que fue exactamente lo que hizo el arquerito suplente: darse vuelta y seguir calentando como diciendo “¿qué pasó? ¿ah? ¿eh? No escucho muy bien. ¿Qué qué? Yo no vi nada”) Y sí, lo esperable, lo que haríamos todos si fuéramos jugadores del poderoso Unión de Villa Krause de Rawson de San Juan (en serio, así se llama): se armó un quilombazo importante. Una linda batahola como las de antes, con jugadores, cuerpo técnico, periodistas y auxiliares pegando para todos lados y la Policía haciendo como que hacía algo para detener la trifulca. El fútbol vive en sus bases, de eso no hay duda.
Luego, el juez del partido comete un error garrafal, se olvida completamente del reglamento, amonesta a Espinoza y da el tiro de esquina. Hubiera correspondido un bote a tierra (un pique) y la expulsión del jugador en cuestión. Y acá es cuando la cosa empieza a ponerse rara. Ponele que no viste lo que hizo el arquero (“la mano de D12s”), ponele que te la morfaste. Es raro, pero puede pasar. Ahora, el partido estuvo parado 11 minutos y el hombre de negro decide adicionar tan sólo 5. No sólo no adicionó recuperó lo que debía sino que se morfó varios minutos del tiempo de juego. Algunas decisiones son por lo menos sospechosas.

El arquerito suplente haciéndose el pelotudo mientras sus compañeros se cagan a trompadas y aguantan los trapos. 

Cuando las aguas se calmaron los muchachos siguieron jugando. El partido se hizo de ida y vuelta con muchas llegadas de ambos lados, demostrando nuevamente la superioridad futbolística e individual del Argentino B por sobre el A (¿). Hubo un penal clarísimo para Huracán que el árbitro no sancionó. Claro, no iba a pitar nada en contra de Unión ni siquiera si un defensor sacaba un cuchillo y apuñalaba en el área a un delantero mendocino. Eso se llama compensar, existe en todas las canchas de todo el mundo. Al final, empataron. Ambos conjuntos quedaron eliminados y fue Guaymallén de Mendoza quien se cagó de risa pasó a la tercera fase del interminable Torneo Argentino B.
Las imágenes están en youtube, las fotos también. La situación, de suma tensión en el momento del partido, hoy forma parte del anecdotario diario. Quizás se deba a que sucedió en uno de los torneos de ascenso, donde muchos piensan que se juega un protofútbol. Pero allí también hay jugadores, hinchas, entrenadores, dirigentes y expectativas, allí también se juegan la felicidad de la semana muchísimas personas.  


El periodismo que le gusta a la gente (?)

El compacto del partido fue lo mejor que me pasó en toda mi carrera periodística (?) Claramente el relato era de una radio partidaria de Huracán y la voz transmitía con toda emoción las alternativas del encuentro hacia los cientos de miles (?) de mendocinos que escuchaban ansiosos desde la tierra del vino rico (en tu cara San Juan) y las acequias la suerte del poderoso Huracán Las Heras.
En el minuto 5 del video, el delantero del Globo se cae en el área rival producto del nudo que se hace en ambas piernas y el relator grita “pennnaaaaalll”. El árbitro no cobra nada porque no pasó nada. Pero el tipo se queda un rato diciendo cosas como “¡no te lo puedo creer, no lo cobró, Dios mío!”. A esta altura la población mendocina comenzaba a construir barricadas y a pedir la renuncia de todos, sí, de TODOS.
“¿Querés que te diga una cosa? Me da la impresión que a un par de jugadores de Unión de Villa Krause les falta actitud…” Con ese comentario cerraba la primera etapa el, a esta altura, relator del pueblo.
Comienza la segunda etapa y seguimos notando cómo el tipo se las arregla para imprimirle dramatismo y peligrosidad a cada llegada pedorra de Huracán, como así también  las atajadas del arquero De la Riva, figura del encuentro. “Te lo decía cuando veníamos en el auto: en el mano a mano De la Riva te mata”. (Bonus track: ver en el minuto 9: “¡le sacó el gol hecho!)
Otra increíble contribución son las risas, los gritos y los comentarios que se escuchan de fondo. La transmisión es solamente del relator del pueblo (hay un comentarista que no comenta nunca) pero se ve que además había un par de amigos o colaboradores en la cabina. Al final del video notamos que todos comentan, que la Ley de Medios se aplica y la pluralidad de voces pasa de la utopía a la realidad. Ya veremos que el aporte de uno de los Julios Ricardos mendocinos fue vital.
En el minuto 9:07 del video comienza la jugada polémica. Bueno, ya sabemos todos cómo fue, pero el relator del pueblo parece no percatarse. Se escucha que un amigote le dice algo y él pregunta “¿Cómo que la saca Espinoza? Usted me quiere volver loco. De-la-Riva saca la pelota”. El tipo cambia rápidamente de opinión y pasa a relatar el terrible quilombazo que se produce.
Al minuto 10:48 “the rélator of the people” dice “veremos cuánto adiciona el árbitro del encuentro, a ver si es justo… ¡Cinco minutos! ¿Cómo que cinco minutos? No puede ser”. Los suplentes de Unión también se muestran disconformes.
Luego el video nos muestra un montón de llegadas y uno sospecha si todo eso pasó en los cinco minutos y la Virginia es el té. Nunca lo sabremos, porque pasó en otra provincia, en el interior profundo, en la barbarie pura e irremediable (?)
Claro, la reacción de los Azules no se hizo esperar y sus altos dirigentes están golpeando las puertas de AFA donde los recibirá Grondona. Seguramente, el presidente de la institución rectora del fútbol argentino, tomará cartas en el asunto (?). Se esperan renuncias y despidos masivos en las dirigencias locales e internacionales. 
Sus hinchas, a través de foros y páginas más o menos oficiales, cargaron contra el árbitro Rodrigo Rivero y, en un texto para nada redundante y escrito como por un niño de 10 años o un hincha enojado , mostraron su malestar: "Cuando la pelota tenía destino de red, el arquero suplente Fernando Espinoza metió la mano y sacó la pelota en la línea. El juez del partido, se limitó a amonestar al jugador visitante y Unión se quedaba sin su clasificación. De no creer pero real, el árbitro dejaba bien en claro que es un DELINCUENTE, porque la ley dice que adueñarse de algo que es de otro, es ROBAR, y los que roban son DELINCUENTES, por ende, el arbitro del partido Rodrigo Rivero es un DELINCUENTE ya que le robó a Unión la clasificación a la siguiente fase". ¿Queda claro? Repasemos las palabras claves: ROBAR-DELINCUENTE. Dejaré a disposición de todos aquellos que aun no entendieron un Power Point mucho más pedagógico que el texto. 


El antecedente

El hecho ocurrió durante la 6ª fecha del Nacional del ’67 (Fue el 18 de octubre de 1967) Rosarui Central perdía 2 a 1 contra San Martín de Mendoza y se jugaba el todo por el todo para buscar el empate quedando expuesto a los contragolpes. Al parecer (de los hinchas de Central, obvio) el árbitro estaba teniendo una actuación desleal. Entonces varios muchachos de la hinchada comenzaron a hacer un hueco en el alambrado de la tribuna para ir a decirle al árbitro, en lenguaje apropiado, lo que pensaban sobre su desempeño. En ese momento hay una contra para San Martín. Valencia se va con el balón y se la pica al arquero Andrada, que estaba adelantadísimo. La pelota estaba yendo a su destino de red, cuando de repente se mete a la cancha Orlando Antonio Espip, conocido como el Turco, frena el balón, gambetea a un jugador mendocino, se la da a un defensor de Central y corre a increpar al referee. El Turco tenía 20 años. Han pasado 45 años y al día de hoy lo siguen llamando de radios y periódicos para que cuente esa historia. Está filmada, se puede encontrar.
El fútbol, lo sabemos, no es la vida, pero se le parece mucho. Hasta la próxima. Abrazo de gol. 



lunes, mayo 07, 2012

Volver a Boedo

Aquella tarde soplaba un vientito agradable. Estaba fresco, claro, por la época del año. Ese grupo de jóvenes se frotaba las manos, con esa mezcla de nerviosismo y frío; se miraban entre ellos y no lo podían creer. La gente había llegado desde temprano y la emoción se adueñaba de todo. Ahí estaban todos juntos para jugar otro partido de fútbol, esta vez en la nueva casa, en el nuevo estadio donde esos pibes imaginaban las jugadas por venir, los goles por gritar. El sueño crecería, se haría gigante, desbordaría la imaginación hasta hacerse realidad. Hubo años felices, largos y continuados. Pero un día comenzó a ganar el insomnio y luego la pesadilla. Lo inimaginable volvió a desbordar y todo fue una triste realidad. Aquel 8 de mayo de 1916 el Club Atlético San Lorenzo de Almagro enfrentaba a su par de Estudiantes de La Plata, un duro rival, por el Campeonato Oficial. Los “Santos” ganarían por 2 a 1, bautizando su tierra victoriosa para siempre. Lo que en un primer momento fue un potrero con cerco perimetral, una casilla para los equipos y los jueces, y dos bancos, con el tiempo fue sumando comodidades, tribunas y mística. El equipo andaba bien, ganaba mucho y perdía poco. La gente acompañaba las campañas. Boedo crecía como barriada de tango, bares, inmigrantes, porteños y futboleros. San Lorenzo era puro barrio. En 1931 comenzaba la era profesional en el fútbol argentino y el club ya tenía un estadio gigante, acorde al movimiento masivo que significaba cada partido como local. El fútbol crecía en el país y se multiplicaban sus practicantes y sus espectadores.
San Lorenzo sacaba pecho y se convertía en uno de “los grandes”. Comenzaba a ganar títulos y a llevar cada día más y más gente. Su estadio, bautizado el Gasómetro, por el parecido que tenía su estructura exterior con los gigantescos depósitos de gas licuado, llegaba a albergar a 80.000 personas. Era enorme, redondo, con tribunas de maderas. Lo llamaban el “Wembley argentino”, por su similitud con el mítico estadio inglés. La particularidad gaucha eran los tablones. Miles de personas llegaban en procesión al estadio. En tranvías, camiones, colectivos, a caballo o a pie. Era una verdadera marea azulgrana. La Selección Nacional jugaba muchas veces de local allí. Además del fútbol, la gente se congregaba masivamente para ver boxeo, ciclismo o básquet. Espectáculos musicales y culturales, carnavales y kermeses. ¡Si hasta Santana tocó allí!
Pasaron los años, los equipos, los títulos, la alegría de las victorias y la tristeza de las derrotas. El país también vivía sus emociones, sus cambios de rumbo, la violencia, las corridas y las dudas. San Lorenzo parecía indiferente a todo: campeón en 1959, 1968, 1972 y 1974. Y entre medio de tanto grito de victoria buenas campañas, momentos de gloria y de felicidad popular. Pero los ritmos del país eran demasiados fuertes como para ser ajenos a los mismos. Llegó 1976 y todo se puso oscuro. Acorde al país, San Lorenzo comenzó a tener problemas económicos. El club también sufrió su intervención militar y su vaciamiento. Grandes jugadores comenzaron a abandonar la institución, las campañas pasaron de buenas a regulares y de regulares a malas. El descenso parecía una posibilidad concreta. Un mal día se apagaron las luces del estadio. San Lorenzo empataba 0 a 0 con Boca y sus hinchas se volvían a casa con la cabeza gacha, pateando piedritas. Estaban mal pero no imaginaban lo que vendría. La deuda del club era grande y sus propias autoridades, corruptas y traidoras, instalaron la idea de que la única salvación era la venta de los activos. Claro, no sería fácil llevar a cabo tal maniobra. Para eso necesitarían un apriete, algo característico en los años de plomo. El Intendente de la Ciudad de Buenos Aires era el Brigadier Osvaldo Cacciatore. El 3 de septiembre de 1980 la Municipalidad dictó la Ordenanza para expropiar los terrenos que ocupaban el estadio, la sede social y todo el predio donde se realizaban más de 20 disciplinas deportivas. La causa formal que se alegó para la erradicación del Gasómetro fue la necesidad de la apertura de las calles Muñiz y Salcedo, cuya prolongación virtual atravesaría el predio de Avenida La Plata. Se construirían allí varios complejos habitacionales y una escuela. Nada de eso pasó. Y el final es más conocido. Por una suma ridícula de dinero, San Lorenzo fue despojado de sus bienes y luego, los terrenos fueron vendidos a Carrefour. Como un chiste de mal gusto, el supermercado está pintado con los colores azulgranas. En 1983, con todas las señales que presagiaban la caída, San Lorenzo descendió por primera y única vez a la B. Diez años más tarde construiría su cancha, el Nuevo Gasómetro, en otro barrio, cortando el hilo de su historia, los lazos sociales y culturales del club y su zona.
Hoy, con el equipo peleando por no descender, por no repetir la historia, miles de hinchas luchan por vías legales para que se le restituyan los bienes robados. Más de 100.000 personas se congregaron en frente de la Legislatura porteña para que se aprueben los proyectos para volver a Boedo. El presente deportivo de San Lorenzo es tan complicado que hacen que estos proyectos parezcan inoportunos e imposibles. Pero basta una mirada al pasado y, fundamentalmente al pasado reciente, para darse cuenta que siempre va a ser ya para la vuelta, para la concreción del sueño que un día les robaron. Es cierto, las urgencias son otras: sanear económicamente a la institución y salvarla del descenso. Ambas vitales para el futuro, y si no se consiguen el regreso al barrio se alejará. Parece imposible pero sabemos que en el fútbol todos los milagros pueden suceder. En una carta que el escritor Osvaldo Soriano le mandaba a su par uruguayo, Eduardo Galeano, le contaba: Te cuento que el otro día estuve en el supermercado "Carrefour", donde antes estaba la cancha de San Lorenzo. Fui con José Sanfilippo, el héroe de mi infancia, que fue goleador de San Lorenzo cuatro temporadas seguidas. Caminamos entre las góndolas, rodeados de cacerolas, quesos y ristras de chorizos. De pronto, mientras nos acercamos a las cajas, Sanfilippo abre los brazos y me dice: "Pensar que acá se la clavé de sobrepique a Roma, en aquel partido contra Boca". Se cruza delante de una gorda que arrastra un carrito lleno de latas, bifes y verduras y dice: "Fue el gol más rápido de la historia". Concentrado, como esperando un córner, me cuenta: "Le dije al cinco, que debutaba: no bien empiece el partido, me mandás un pelotazo al área. No te calentés que no te voy a hacer quedar mal. Yo era mayor y el chico, Capdevilla se llamaba, se asustó, pensó: a ver sino cumplo". Y ahí nomás Sanfilippo me señala la pila de frascos de mayonesa y grita: "¡Acá la puso!". La gente nos mira, azorada. "La pelota me cayó atrás de los centrales, atropellé pero se me fue un poco hasta ahí, donde está el arroz, ¿ve?" –me señala el estante de abajo, y de golpe corre como un conejo a pesar del traje azul y los zapatos lustrados-: "La dejé picar y ¡plum!". Tira el zurdazo. Todos nos damos vuelta para mirar hacia la caja, donde estaba el arco hace treinta y tantos años, y a todos nos parece que la pelota se mete arriba, justo donde están las pilas para radio y las hojitas de afeitar. Sanfilippo levanta los brazos para festejar. Los clientes y las cajeras se rompen las manos de tanto aplaudir. Casi me pongo a llorar. El Nene Sanfilippo había hecho de nuevo aquel gol de 1962, nada más que para que yo pudiera verlo. Hoy, que de a poco se saca la basura que estuvo tantos años debajo de la alfombra, que reescribimos la historia, que le ponemos nuevas palabras a las palabras, hoy vale la pena intentarlo. Vuelva a casa, San Lorenzo, que lo estamos esperando. Hasta la próxima. Abrazo de gol.

lunes, abril 23, 2012

Últimos segundos de Moacir Barbosa

Moacir sabe que ya está, que se terminó la agonía. Fue un partido largo, demasiado sufrido, con toda una hinchada en contra. No se puede mover. El derrame en su cerebro ha cortado todas las comunicaciones entre su cabeza y el cuerpo. Las manos negras, gastadas de trabajo bajo los tres postes en los años en que no se usaban guantes. Por fin, piensa. Y se va del césped, de las canchas, de las calles y se transforma en recuerdo de pocos y olvido de muchos.

 Moacir sabe que ya está. En esos segundos previos a la partida recuerda los pies descalzos, la vida dura, sus hermanos, la favela y el fútbol. A pesar de su altura la movía bastante bien. Jugaba de volante por la izquierda, desbordando, amagando ir por adentro y saliendo por afuera, echando centros, metiendo alguna que otra vez un gol. Pero no le gustaba mucho correr y un día se encontró apoyado al poste, descansando y alguien le dijo que probara. Y el negro probó.

 Moacir sabe que ya está. Que el tiempo ya no se mide con el reloj. Tirado en la vida, recuerda las revolcadas en la tierra, las voladas fantásticas, la mano cambiada, la pelota yendo al corner, la ovación de la tribuna. El Vasco da Gama lo hace sentir como en casa y él, en devolución por tanto afecto, pone un candado en el arco. De ahora en más no pasarán más balones. Y llegan los títulos, primero uno, después el otro y otro más. Seis veces campeón del Torneo Carioca. Sale de la pobreza que viene con la cuna de todo brasilero de raza negra. La fama, el reconocimiento y la convocatoria a la Selección.
Moacir sabe que ya está. Suspira aliviado. Es el último suspiro. Lejos quedaron los años mozos, los resortes en las piernas. Se viene el Mundial. El país está de fiesta. Brasil 1950 promete ser un año inolvidable. Y sí que lo será. Sus compañeros se divierten en la cancha. Meten de a tres, de a cinco goles por partidos. A Suiza le hacen precio 7 a 1, y las calles y las tribunas son una fiesta, y eso es algo que los brasileros saben hacer muy bien. Se viene la final. La gente, los diarios, las radios, todos presagian un final feliz, un simple trámite, noventa minutos más para alzarse con la gloria.

 Moacir sabe que ya está. La condena fue larguísima. “Treinta años es la pena máxima por matar a alguien y yo todavía sigo pagando por un crimen que no cometí”, piensa. Brasil arrasó en los encuentros previos. Llegó al último partido contra Uruguay sin sacar el pie del acelerador. Metió el primero y la victoria se festejaba por adelantado. Pero los celestes comenzaron a enfriar el trámite. Un toque para allá, otro por acá, una pierna fuerte para amedrentar las gambetas, el pase, la apertura por derecha y Schiaffino saca un remate alto, fuerte, inatajable. Empate. Todavía alcanza. Pero la tribuna enmudece.

Moacir sabe que ya está. En el silencio previo a su segunda muerte no tiene miedo. El ya sabe lo que es morir, lo que es sentir a la muchedumbre sin ruido. A los 34 minutos del segundo tiempo, Alcides Ghiggia entra nuevamente por derecha y saca un remate bajo, justo, milimétrico. Moacir la toca, siente la pelota rozando sus dedos y piensa que esta vez, como tantas otras, ha evitado el gol, ha mandado la pelota al saque de esquina. Pero no. La guillotina cae sobre el cuello del portero.

 Moacir Barbosa Nascimento muere el 16 de julio de 1950 ante 200.000 espectadores y todo un país ansioso de encontrar culpables ante la derrota. Él seguirá atajando hasta los 41 años pero la gente lo señalará siempre como el responsable de la tristeza. Paradójicamente pasará el resto de su vida cortando el césped del Estadio Municipal de Río de Janeiro, el Maracaná. Repasará la jugada una y otra vez, como si de un accidente fatal se tratara. El día que cambiaron los arcos del estadio, Moacir pidió que le dieran los viejos postes de madera y los quemó, como si de un ritual curatorio se tratase, para que las llamas le quiten la maldición. Será entrevistado en algunas ocasiones por alguna revista o programa de televisión. Se refugiará en los amigos, los que lo apoyaron siempre, aunque él sospeche que ellos también lo crean culpable del gol. Consolará sus noches con caipirinha y la música de Tabaré Cardozo: “Un viejo vaga solo. La gente sin piedad señala su fantasma sin edad por la ciudad. Su sombra corta el pasto en el Maracaná. Retrasa la jugada en soledad mil veces mas. Cuida los palos Barbosa del arco del Brasil. La condena de maracaná se paga hasta morir. Quema los palos Barbosa del arco del Brasil. La condena del maracaná se paga hasta morir”. Moacir sabe que ya está. El 7 de abril del 2000 muere nuevamente, esta vez en soledad.
 

miércoles, abril 18, 2012

Al fondo de la red

“¿Qué tal como les va, cómo están? Naturalmente la primera parte del programa ha terminado. Ustedes podrán ir advirtiendo cómo se escucha el ascendente sonido del tambor en un típico ritmo rioplatense, para dar lugar posteriormente a la entrada una armónica que nada tiene que ver con el futbol”. El histórico comentarista del fútbol argentino, Enrique Macaya Márquez, colaboraba en la introducción del tema “Al fondo de la red”, del disco “Don Leopardo”, de Bersuit Vergarabat. Un disco fundamental en la historia de la banda, en el que irían encontrando ese sonido tan particular que los caracterizaría en el futuro, esa hibridación de ritmos y estilos musicales, esa mezcla entre el rock under de los dos primeros discos, los ritmos rioplatenses, y una tendencia a reírse y hacer reír.
“Al fondo de la red” es un hermoso tema sobre el fútbol, con una poética contagiosa y un ritmo pegadizo. Casi todo el mundo piensa que es de la autoría de la Bersuit, pero no. La canción corresponde a un cantautor uruguayo llamado Mauricio Ubal.
La versión original es, por así decirlo, completamente uruguaya. Candombe, guitarra criolla, coros, falsetes y emociones. A diferencia de la versión posterior de la Bersuit, en ésta se puede apreciar esa forma tan particular que tienen algunos solistas uruguayos de cantar arriba de los acordes, de que la melodía de su voz vaya gambeteando los tiempos de la canción.
Ubal es uno de los tantos solistas uruguayos herederos de esa tradición de música popular: Zitarroza, Jaime Ross, Mateo, Fernando Cabrera, Eduardo Darnauchans, Jorge Lazaroff y, actualmente, Jorge Drexler. De perfil bajo, sin buscar divismos, Ubal es considerado uno de los cantautores más importantes de las últimas décadas y varias de sus canciones han quedado grabadas en la memoria de los uruguayos: Papel Picado, A redoblar, Un ladrón, Los postigos y la conocidísima Una Canción a Montevideo.
Al fondo de la red fue grabada con Rumbo, uno de las bandas que formó a mediados de los ’80. Parte de la letra de la canción dice: “Por la forma de pararse, en el medio de la cancha, de matarla con el pecho, de volar hasta la raya, no se sabe con que pie, se les va a ir otra vez, con una agonía fugaz o sirviendo una pared. Por la forma de pararla, de apretarla contra el piso, levantando la cabeza, ganando el pique cortito, no se sabe con que pie, los desbordara otra vez, al zaguero lateral a mis ojos que no creen”. Y el estribillo desborda belleza: “Cómo quiebra la cintura y la razón, se acomoda en el aire el pájaro, para pintar ese gol al domingo”.
Muchas especulaciones se tejieron en torno a esta canción, si estaba hablando de algún jugador en particular o si era tan sólo un tema sobre fútbol, sobre el jugador en sí. Algunas versiones hablaban de que estaba dedicada a Enzo Francescoli. En 1989 Uruguay celebró un plebiscito para anular la ley de impunidad a las violaciones de derechos humanos ocurridos durante la dictadura. Francescoli hizo público su voto a favor de la anulación: “se acomoda en el aire el pájaro para pintarle ese gol al olvido”. La especulación es válida pero Ubal nunca le puso un nombre propio a aquel jugador que posee “esa comba exquisita que se anticipa al azar”.
La música uruguaya es pionera en incorporar al fútbol dentro de sus temáticas. La influencia del candombe y de la murga son fundamentales para entender este acercamiento de entre las dos expresiones culturales más convocantes, la musical y la futbolística. Con esa alegría triste con la que expresan su vida, los uruguayos han logrado emocionar a muchas generaciones. Al fondo de la red es una canción que se inscribe en esa tradición.
Hasta la próxima. Abrazo de gol.

domingo, abril 08, 2012

a estas horas

Pensaba primero
solo
si tan sólo pudiera quererte
como quiero.

Entonces transpiro
y no alcanza
que las gotas deberían mojar
en otro lado.

Luego

Mejor sería dejar de escucharme
escucharte
volvernos plural
querernos
como querramos.

martes, marzo 20, 2012

Anécdotas mundialistas: el trofeo Jules Rimet

Esta nota la escribí hace varios meses. Pero es de las que me gustan. Aclaro, como siempre, que el diario limita la expresión, tanto por el espacio asignado como por el tono que hay que utilizar. Pasen y lean que linda toldería (?)



El Mundial de 1966 disputado en Inglaterra tiene/tuvo tela para cortar, muchísima tela. Hoy, 46 años después seguimos hablando de esa Copa y no paramos de lamentar la expulsión de Rattín. Pero vayamos de a poco, por partes, en orden.
Durante los Juegos Olímpicos de Roma 1960, Inglaterra fue elegida sede de la 8va Copa del Mundo. Los ingleses habían inventado el juego más popular del planeta y la fiesta futbolística por excelencia viajaba hacia su tierra originaria. Para ayudar a que todo saliera diez puntos (?), en 1961, Stanley Rous, un ex árbitro inglés y secretario de la FA (Federación de Fútbol Inglesa), asumía como presidente de la FIFA.
Las anécdotas picantes, las buenas, esas que había a roletes en el fútbol de antes de la caída del Muro de Berlín, empezaron cuatro meses antes del inicio del torneo de 1966. La Copa FIFA, esa que todos conocemos, la que parece un bate de béisbol chiquito y deforme, debutó en el mundial de 1974. El trofeo anterior se llamaba Jules Rimet, en homenaje al dirigente francés que “inventó” la Copa del Mundo. Estaba estipulado que aquel país que ganara el mundial tres veces consecutivas se quedaría con el trofeo. Después cambiaron la norma ya que nadie iba a ganar tres veces seguidas y le sacaron la parte de “consecutivas” a la frase.
La leyenda cuenta que durante la segunda guerra mundial, Ottorino Barassi, el vicepresidente italiano de la FIFA y presidente de la Federación Italiana de Fútbol, retiró el trofeo en secreto de un banco en Roma y lo escondió en una caja de zapatos debajo de su cama para impedir que los alemanes se apoderaran del mismo.
Ya sin olor y con el brillo dorado de siempre, la estatuilla de oro macizo daba vueltas por toda Inglaterra para que todos la pudieran observar. Corría el mes de marzo del mismísimo 1966. El trofeo estaba expuesto en el Salón Central de la ciudad de Westminster, bajo la atenta mirada de cinco guardias permanentes. Al parecer, el policía que estaba de turno se fue a buscar un café o a escuchar un partido por la radio, y cuando volvió ¡oh, caramba! El trofeo no estaba más. Las autoridades entraron en pánico.


La Scotland Yard armó un mega operativo para recuperar la estatuilla. Pasaban los días y nada, ni una pista. Una semana después, David Corbett andaba tranquilamente por la ciudad, paseando a su perro Pickles (en Inglaterra, nombrar así a un perro es igual de original que ponerle Donald a un pato, Gardfield a un gato o Batman a un murciélago (?)). En un momento, el canino huele algo raro y empieza a cavar un pozo al lado de un árbol. Su dueño, con esa característica tranquilidad inglesa, lo dejó hacer tranquilo al perro, suponiendo que había encontrado un hueso. Pero no, envuelta en papel de diario, atada con una cuerda, se topó con la Jules Rimet, la copa que todo el país andaba buscando. El tipo, sorprendido, se dirigió a la seccional de policía más cercana, donde rápidamente lo metieron preso al no creerle ni un gramo la historia que estaba contando. Al rato, nobleza obliga, se dieron cuenta que un tipo que le pone “Pickles” a su perro no podía ser el ideólogo de semejante robo. David Corbett, pero fundamentalmente la mascota, fueron héroes nacionales, invitados a todos los partidos del mundial, he incluso al banquete de celebración que les ofreció la Reina al plantel ganador del mundial. Además, Corbett recibió una recompesa de 5000 libras por haber encontrado el trofeo. Al perro le regalaron alimento gratis durante toda su vida y unas 60 libras diarias en concepto de vaya a saber qué…
Avispada, la FIFA decidió fabricar una réplica para ser utilizada en esta serie de exposiciones y mantener a salvo el trofeo. Inglaterra ganaría el mundial en casa al vencer por 4 a 2 a los siempre difíciles alemanes.
Cuatro años más tarde, Brasil ganaría la Copa del Mundo de México 70 y se quedaría para siempre con la Jules Rimet, que era mucho más linda que la actual. Pero la historia no se acaba aquí. La copa fue robada nuevamente el 19 de diciembre de 1983, cuando fue tomada de una exhibición en la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol en Río de Janeiro. El trofeo se encontraba en un gabinete con un frente de cristal antibalas, pero su parte posterior hecha de madera fue abierta con una palanca. El trofeo nunca fue recuperado, lo que sugiere que pudo haber sido fundido. Eventualmente, cuatro hombres fueron juzgados y declarados culpables por el crimen. La Confederación encargó la fabricación de una réplica, pero el daño ya estaba hecho.
Esta fue la historia del primer trofeo de los mundiales. Hay más historias que involucran la Copa del Mundo de 1966, no sean impacientes. Hasta la próxima. Abrazo de perro.

Decí que la encontramos, que sino...

sábado, marzo 17, 2012

Carlos Salvador Bilardo

Comparto la nota que escribí para el Diario Alfil en motivo del cumpleaños de Bilardo. He modificado algunas cosillas de la versión original impresa. Acá, en mi blog, en mi espacio, puedo poner lo que realmente quiero poner. Espero la disfruten.


El Bilardo rockero de los setentas



Hoy es el cumpleaños de un personaje que marcó un antes y un después en el fútbol argentino, es una bisagra en la historia nacional de este deporte. Amado u odiado, es imposible hacerse el boludo ser indiferente ante su figura. Carlos Salvador Bilardo cumple 73 años. Repasaremos aquí su trayectoria adentro de la cancha, sentado en el banco y realizando otras actividades más alejadas a la pelota.
Al igual que el Señor Burns, Bilardo parece no haber sido joven jamás. Pero sí, lo fue. Y niño también. Comenzó a jugar a la pelota a los 5 años en San Lorenzo de Almagro/Boedo/Bajo Flores y realizó todas las inferiores hasta llegar a primera en 1959. Dos años formó parte del plantel superior siendo partícipe secundario del título del ’59 (partícipe secundario quiere decir que jugó poco y se colgó una estrella en el pecho). En 1961 pasó al poderoso Deportivo Español, que militaba en la segunda categoría. Finalmente, en 1965 llegaría al club con el cual se identificaría para siempre: Estudiantes de La Plata. Con el Pincharrata quebraría la hegemonía de los “cinco grandes” al conseguir el título de 1967, de la mano de Osvaldo Zubeldía, el entrenador que lo marcaría a fuego. Tres Copas Libertadores (1968-69-70), una Intercontinental (1968, venciendo nada menos que al Manchester, en Old Traford) y una Interamericana, fueron los títulos que obtuvo Bilardo con Estudiantes. En 1970, con tan sólo 31 años, se retiró del fútbol.
Un año después se recibía de Médico en la UBA y asumía la conducción del equipo platense que luchaba por no descender. Al parecer el vestuario era un quilombo. Zubeldía ya se había ido y los muchachos, acostumbrados a pelear torneos, no podían asimilar el hecho de estar peleando por no perder la categoría.
Al título de técnico lo consiguió recién en 1973, año en que volvió a dirigir a Estudiantes, alternando campañas entre regulares y buenas. En 1976 emigró a Colombia para probar merca de la buena dirigir al Deportivo Cali, con quien obtuvo tres subcampeonatos seguidos y lo llevó a la final de la Libertadores de 1978, donde Boca Juniors, campeón defensor, lo derrotó.
En los años siguientes tuvo a su cargo a San Lorenzo de los Mencionados Barrios y a la selección colombiana, y no le fue bien. Volvió a sentarse en el banquillo de Estudiantes en 1982 y obtuvo un nuevo campeonato que le sirvió de trampolín para calzarse el buzo de entrenador de la Selección Nacional.
Su etapa en la albiceleste es conocida. Los datos dicen que es uno de los tres técnicos (junto con Vittorio Pozzo -1934/38- y Franz Beckenbauer 1986/90) en la historia de los mundiales en llegar a dos finales consecutivas, consiguiendo la copa en México 86 y el subcampeonato en Italia 90.
Luego de alejarse de la selección anduvo por Sevilla (donde tuvo su momento de gloria al ser captado por la televisión buchona española diciendo la inocente frase “¿¡qué me importa el rival?! písalo, matalo”) Anduvo por el Boca pre-cabaret y nuevamente Estudiantes, donde asumió para salvar al equipo del descenso e iniciar la senda de la gloria platense que disfrutamos en la actualidad. También condujo a las selecciones de Libia, donde se hizo amigo de Gadafi , y a Guatemala, donde no sé muy bien cómo le fue ahí.
Hasta ahí el palmarés del “Doctor”. Pero Bilardo no ha sido una persona ajena a la polémica. Su juego siempre ha estado emparentado con el resultadismo a ultranza, con la lógica de la victoria, del fin por sobre los medios. En realidad, él tenía “otros” medios y éstos no eran compartidos por una amplia mayoría careta. Y hay que sumarle a esto sus declaraciones filosas y el enfrentamiento (muchas veces fogoneado por la prensa) con César Luis Menotti, el otro técnico campeón del mundo que tampoco está ajeno a las polémicas.

Los amistosos previos a la Copa del Mundo del 86 mostraban a un equipo que jugaba horrible no encontraba el rumbo. Pero, el rendimiento en los 7 partidos del Mundial de México fue de menor a mayor y Argentina logró su segundo y último campeonato del mundo. Claro, el periodismo tuvo que hacerse el boludo, olvidarse de lo que dijo y chuparle el pitito al narigón cuando trajo la copa al país.
En 1990 la cosa fue distinta. Armó un plantel combativo, dejando afuera a muchos de los campeones y con Maradona lesionado. Llegó a la final jugando mal, pero llegó (penales de Goyco y bidón a Branco incluidos). De no ser por Codesal, Argentina hubiera sido el campeón más horrible de la historia de los mundiales. Pero no, él no quiso.
La imagen actual de Bilardo sería otra si se hubiera quedado mudo después del 90. Pero no. Se convirtió en un Charly García, pensando que él era más grande que el fútbol mismo, que era la estrella del show. Perdió el lastre. Cada declaración suya era una incoherencia, una frase que se contradecía con otra dicha meses atrás.
Digamos que su personaje es materia discutible, los logros en la Selección no. Al tipo lo podrán tildar de mil maneras pero jugó los 7 partidos de dos mundiales. Es un enfermo de la táctica, del estudio del rival y fue un revolucionario en muchos aspectos. Minimizar sus logros diciendo que Maradona jugaba solo es una ridiculez. Pensemos en Messi y la selección actual.
Hoy tiene un lugar en la albiceleste, aunque nadie entienda bien qué hace ahí. Se desempeña como mánager o secretario de Selecciones Nacionales, que para el caso da lo mismo. También nos sacó a Maradona del cargo después del Mundial de Sudáfrica y eso dolió bastante.
Fue (o es) periodista, candidato a presidente (en las elecciones de 2003 con el Partido de la Unidad), Secretario de Deportes de la Provincia de Buenos Aires (2006/7), jugador y técnico. Muchas veces la prensa se encargó de agrandar sus dichos y de tejer historias que pudieron ser ciertas o no pero que Bilardo tampoco se encargó de desmentir enérgicamente.
Carlos Salvador Bilardo. El Doctor, el Narigón o el Flaco. Director Técnico Campeón del Mundo. Sólo dos lo pueden decir. Se merece el homenaje. Hasta la próxima. Abrazo de gol.



Dejo un videito de recuerdo de un gran programa con un gran plantel, tan bueno que hasta jugaban con uno menos Nicolás Repetto.

miércoles, marzo 07, 2012

La Verdad




Ismael nació en el campo, en el campo profundo.
De padre y madre pastores, de cuidar un campo del viejo rico, de alimentar a los animales, de agarrar a los que se pierden.
Ismael tenía el horizonte,
era suyo, allá en el medio del todo.

No conocía la música, jamás había escuchado el sonido de un instrumento.
Su padre le señaló un pájaro
y aproximó una idea.
Le habló de aparatos, de miles de sonidos de pájaros combinados,
de animales llamados guitarra, bombo, violín, flauta.
Para Ismael
la música era la voz de su padre
ahí
en el medio del todo.
El mundo era ese horizonte en los cuatro puntos,
donde sea que girara su cabeza.
Su padre
la verdad
el campo.

miércoles, febrero 29, 2012

29/02

Esto que somo


Ay, negra
¿cómo hacemo para explicar todo esto?
Que yo no te prometo la luna
un sol
un te amaré para siempre
la caja de bombones, el ramo de rosas
nos vemos mañana y pasado.
Que no tallaré ningún árbol con nuestros nombres
ni dibujaré corazones.

Ay, negra
¿cómo hacemo para explicar todo esto?
Ve vo que casi nadie entiende
viste.
Que te prometo un asado
un mate amargo
un cuarteto de los conocidos
una vergüenza en público
el fuego del pucho
un cd grabado
una mirada.
Y que tus promesas
hombro a hombro
con éstas.

Y nada.
no entienden mucho.

Que este listado de palabras me sirve
simplemente
para explicarnos
cotidianamente
que nos queremos mucho.

domingo, febrero 19, 2012

Abebe Bikila. El hombre descalzo



Pa Diego.


Los Juegos Olímpicos están plagados de historias impactantes, de gestas heroicas, de grandes fracasos, de demostraciones de valor, coraje y superación. El lema olímpico "más alto, más rápido, más fuerte", sirve para entender el espíritu del hombre en el deporte. Los Juegos son la cita deportiva más importante de casi todas las disciplinas (en realidad de todas, menos del fútbol). Hay momentos que son una bisagra en la historia. Abebe Bikila, famoso maratonista, fue el protagonista de uno de ellos.
Nació en Etiopía, el 7 de agosto de 1932 en Jato, un pequeño pueblo a unos 130 km de Addis Abeba, la capital etíope. Su familia era muy pobre y él comenzó a trabajar de pastor para ayudar a sus padres. Completó varios años de estudio, cuando decidió alistarse en la Guardia Imperial de su país para escapar de la miseria.
Una postal romántica del inicio de su carrera recorre todas las biografías: dicen que una vez vio a varios muchachos vestidos con la indumentaria oficial olímpica y quedó deslumbrado. Los pantalones y la campera con los colores patrios y la palabra Etiopía en las espaldas. Era el abrazo de la bandera al cuerpo, la representación de la patria ante el mundo. Esto deslumbró a Bikila y soñó con poder vestir algún día las ropas de su país.
La carrera de Bikila está plagada de curvas y contracurvas, de casualidades y causalidades. Como si el destino hubiese estado escrito en constantes zetas, dibujando una vida increíble. A sus 19 años, mientras contemplaba un desfile de atletas que en 1956 representarían a la nación en los Juegos de Melbourne, conoció al entrenador sueco Onni Niskaken. Este hombre finés nacionalizado sueco había sido contratado por el gobierno etíope para preparar a los potenciales atletas del país. En poco tiempo, vio talento en Bikila y lo convocó a una prueba. Se anotó en la competencia, en la que participaba el ídolo de su país: Wani Biratu. Abebe ganó, probablemente sin saber que por esa actuación tomaría el avión a Roma a último momento, porque Biratu se había lesionado un tobillo en un partido de fútbol. Así, el ignoto Bikila fue integrante de la delegación etíope. Su destino empezaba a escribirse, con suerte y muchísimo talento, con azar y determinación.
La maratón es una de las disciplinas más importantes de las olimpíadas y es quizás la que mejor representa el espíritu de superación propia de los Juegos. Competición atlética introducida en 1896 (año de la celebración de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, en Atenas) en recuerdo de la legendaria hazaña del guerrero griego Filípides, que, según la leyenda, corrió 42, 195 kilómetros desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria de los griegos contra los persas en el año 490AC y cayó muerto de cansancio después de dar la noticia.
Bikila llegaba a los Juegos Olímpicos de Roma 1960 siendo un total desconocido para sus rivales y el público. El día de la prueba, Bikila salió a probarse el calzado de Adidas, el sponsor oficial de la competencia. Quedaban pocos pares y no conseguía su medida. Entonces, antes de quedarse con unas que le fueran incómodas, prefirió salir con los pies desnudos. Sí. Descalzo, como se entrenaba en su pueblo. El sol comenzaba a ocultarse en el verano romano, el disparo sonó y los corredores largaron.
A todos les llamaba la atención la falta de calzado de Bikila y, a medida que la carrera progresaba y el etíope se mantenía en el lote de los punteros, el público comenzó a alentar al africano. Cuando promediaba la competencia, dos corredores se mantenían adelante, Bikila y el marroquí Rhadi Ben Abdesselam. La noche se hacía presente y la Via Appia se iluminaba con antorchas para marcar el paso de los atletas. Cuando faltaba poco más de 1 kilómetro, Abebe Bikila aceleró y dejó atrás al marroquí. Corrió solo los últimos 500 metros y así, descalzo y casi sin inmutarse, como si no hubiera estado más de dos horas corriendo, cruzó la línea final. Los relojes se detuvieron en 2h15m16s, convirtiéndose en el nuevo récord mundial. Con tan sólo 24 años de edad, Abebe Bikila se transformaba en el primer africano en conseguir una medalla de oro en la historia de los Juegos Olímpicos. El continente más postergado hacía suya la victoria, y colocaba a Bikila en el podio de los héroes.
Durante los cuatro años siguientes ganó todas las competencias en las que se presentó. El destino trazó un nuevo zigzag: a tan sólo un mes de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, le detectaron una apendicitis aguda y tuvo que ser intervenido. Parte de su entrenamiento consistió en correr por los patios del hospital. Muchos dudaban de su participación pero finalmente fue de la partida, esta vez con zapatillas. Nuevamente quebró todas las lógicas al consagrarse ganador de la maratón y quebrando su propio record mundial con 2hs12min11seg. Nadie había logrado imponerse dos veces consecutivas en la histórica disciplina.
Llegó a los Juegos de México 1968 como favorito, pero una lesión en su rodilla derecha lo obligó a abandonar en el kilómetro 17. La victoria fue para su compatriota Mamo Wolde, para mantener la supremacía etíope en la competencia. Esa fue la última vez que Bikila corrió.
Un año después sucedería lo inesperado: en un choque con su auto, Abebe Bikila sufriría graves heridas que lo dejarían cuadripléjico. Luego, tras ocho meses de intervenciones en Inglaterra, lograría recuperar la movilidad de la cintura para arriba quedando parapléjico. El hombre que volaba corriendo quedaba condenado a la silla de ruedas.
A los 41 años, el 25 de octubre de 1973, falleció de un derrame cerebral, en el hospital de la capital de su país. Allí, el cuerpo de Bikila se rindió ante una enfermedad que lo había carcomido físicamente durante el último tiempo. Más de 65.000 personas participaron de la despedida al héroe africano.
Abebe corrió toda su vida haciendo historia. Lo logró, cruzó la meta y quedó grabado en la memoria de muchos. Hasta la próxima. Abrazo final.

lunes, febrero 06, 2012

El último calentón

Nota del 22 de diciembre del 2011.



Ayer ya había hablado del calor y de su consecuente inspiración (o excusa) para escribir sobre esos países extraños que están en nuestro mismo continente y de los cuales no tenemos la más mínima idea de nada sobre ellos: Surinam, Guyana y Guayana Francesa. Hoy hace más calor que ayer. Es inobjetable. Yo no recuerdo un día así. Los ánimos se van para cualquier lado, la gente se arrastra por las veredas con cara de no dar más. La gente se calienta. Y yo hacía bastante tiempo que quería escribir sobre este tipo, sobre este francés que, además de ser un fuera de serie, fue uno de los últimos calentones de en serio del fútbol de elite. El calor de Córdoba es real y me viene bárbaro para justificar esta historia, la vida y el fútbol de Eric Cantona.
Empecemos por el comienzo. Eric Daniel Pierre Cantona nació el 24 de mayo de 1966 en Marsella y no en Paris como mucha gente cree. El chico arrastraría una herencia combativa mucho antes de haber nacido. No quedan dudas de que si bien el apellido se afrancesó, el origen de la familia era italiano. La familia paterna había emigrado de Cerdeña y la materna era separatista catalana. De hecho el abuelo materno de Eric peleó contra el ejército de Franco en la Guerra Civil. Todo empieza a ser de película en la vida de Cantona.
El pibe tenía una habilidad con la pelota fuera de lo común, a la par iba forjando su peculiar carácter, su fuerte personalidad. Con 17 años debutaría en el Auxerre el 5 de noviembre de 1983 en una goleada ante el Nancy por 4-0, el club de donde surgió uno de los grandes ídolos franceses, Michel Platini. Al otro año le tocaría la colimba y a su regreso el Auxerre lo prestaría al Martigues donde estaría una temporada para volver al Auxerre y finalmente firmar su primer contrato profesional a la edad de 20 años. Y Cantoná la rompía. Siempre. Sus enormes perfomances lo llevaron a la Selección francesa. Pero enseguida tendría un problema disciplinario al trompear a Bruno Martini, el arquero de su equipo, a quien le dejó un ojo totalmente negro. Eso le valió una dura sanción, claro está. Su relación con la Selección sería siempre traumática, como ya veremos.
Su carrera fue siempre similar: en paralelo, se destacaba por sus goles, su juego, su velocidad y potencia como delantero, y, al mismo tiempo, sus desplantes, la agresividad hacia los rivales (o sus propios compañeros, no importaba), árbitros e hinchas. Se pueden encontrar en You Tube decenas de videos de sus grandes goles y sus grandes patadas, golpes, escupitajos y demás acciones violentas adentro de una cancha de fútbol. Sin dudas, era mejor tenerlo de tu lado. El tipo te clavaba un gol y después, para completarla, te raspaba todo. Antes se permitían un poco más este tipo de comportamientos. Era todo un poco más entretenido.
Deambuló por varios clubes de Francia sin poder encontrar su lugar en el mundo. Incluso en 1991 anunció su retiro. Michel Platini le aconsejó que se fuera de Francia, que fichara para otro club. Así, estuvo dos años en el Leeds United, donde jugó 35 partidos y convirtió 13 goles y salió campeón. Pero Cantona seguía sin poder explotar, hasta que un día el ya legendario Sir Alex Ferguson le puso el ojo y lo trajo para el Manchester United en 1992. Allí brilló durante cuatro años.
Pero el buen hombre no podía con su (mal) genio. El 25 de enero de 1995 el Manchester United visitó al Crystal Palace. El partido estaba empatado y Cantona se hace expulsar por un típico codazo a un rival. El árbitro le muestra la roja, se arma un pequeño tumulto y el Cantona, que ya sabía de memoria los caminos a los túneles, se va lentamente de la cancha. En eso pega un pique corto hacia la tribuna y se lanza con una patada voladora hacia un espectador. Recordemos que en Inglaterra no existen más los alambrados, los cercos perimetrales, las fosas ni nada. Como si fuera el cine, el público está sentado ahí nomás del césped. Al parecer el hincha le dijo algo como "Francés de mierda" y Eric, quién lo puede culpar, reaccionó como siempre lo hacía. La Federación lo suspendió por 9 meses, le hicieron pagar una multa de 20 mil libras y le dieron dos semanas de prisión, que fueron canjeadas por 120 horas de trabajo comunitario.
Sin embargo, a pesar de estos pequeños detalles violentos, Cantona fue un ídolo para los rojos de Manchester. Ganó allí varias ligas y él metió goles de todo tipo. La contracara de todo esto fue su relación con la Selección Francesa y esa sensación de haber estado en una mala época: Francia no clasificó a los mundiales de 1990 y 1994. Ya para la Copa de 1998 (que se disputó en la misma Francia) el técnico decidió apostar por el recambio y la jugada no le salió mal: la selección azul fue campeona por primera vez en su historia. Cantona se retira del fútbol ese mismo año con un historial increíble pero con la mancha de jamás haber disputado una Copa del Mundo.
Hoy, es una de las figuras de Nike. Es actor (ponele) y ha tenido roles en algunas películas de Hollywood. Tuvo alguna incursión por la música e incluso fue noticia por proponer una especie de corrida bancaria en una entrevista: “Tenemos que ir al banco. Así tendremos una revolución. No es difícil; en vez de salir a la calle, o manejar kilómetros en tu auto, simplemente vas a tu banco y sacás tu dinero. Y si mucha gente saca su dinero de los bancos, el sistema colapsa. Sin armas, sin sangre ni nada de eso.”
Eric Cantona, en la cancha, como en la vida, el mismo juego.
Hasta la próxima. Abrazo de golazo.

lunes, enero 02, 2012

Conociendo historias: Ferenc Puskas

Grandísimo jugador. Ferenc Puskas, húngaro. Goleador intratable, con una pegada violenta y precisa con ambas piernas. Pelo engominado, tipo fachero, la mandaba a guardar en todas las canchas (?)
Formó parte de una selección inolvidable que desplegó el mejor fútbol de su época y que, como Holanda del 74 y Argentina de 1990 (?), tuvo el mal ocote de cruzarse con la maldita Alemania. Metió solamente 85 goles en 84 partidos con la selección. Como locales, en Budapest, Hungría estuvo invicto entre 1943 y 1956. En diciembre de 1953, los ingleses alardeaban con su invicto de local (jamás habían perdido en 52 años... o sea, desde que se inventó el fútbol) Dijeron "nosotros contra todos los que se nos vengan". Y Hungría fue. Y los cagó a goles: 6 a 3 en "la catedral del fútbol", en el viejo estadio Wembley. Los ingleses se quedaron calentitos, tiraron argumentos fuertes como "nos ganaron de pedo", "el sexto de ellos fue en off-side", "el árbitro no nos cobró todo a favor como en los 52 años anteriores". En resumen: queremos revancha, dijeron. En 1954, en Budapest, Hungría se sintió más cómodo y los despachó con un 7 a 1. En Inglaterra se escucharon frases como "¡7 a 1 con Hungría, montonero Churcill re-nun-cie!" (7-1 against Hunry, montoner Churchill quit!!!)
Puskas era el jugador más destacado de esa generación dorada de futbolistas que mantuvo un invicto goleando en casi todos sus partidos. En el Mundial de Suiza de 1954 aparecerían los putitos de los alemanes. El invicto se cortó en la final. Luego de arrasar en todos sus partidos (8 a 3 ante la misma Alemania en primera fase) perdieron por 3 a 2 en el último partido. Ganaban dos a cero. Se los empataron. Metieron tres tiros en los postes, el árbitro anulo mal (?) en gol de Puskas y cuando faltaban 5 minutos los alemanes meten el gol. Alemania campeón del mundo por primera vez. Consiguieron lo que Hitler jamás pudo (?)
Luego vendría la revolución húngara que los soviéticos se encargaron de hacer bosta. Puskas, que jugaba en el Hanover húngaro, al igual que el resto de sus compañeros, dijeron "yo no vuelvo ni en pedo", y luego de un partido por la vieja Copa de Campeones de Europa, dejaron el avión vacío. La FIFA los inhabilitó por 2 años y los tipos se fueron a jugar por todo el mundo de manera no-oficial. Pasado el tiempo de inhabilitación, El Real Madrid le dijo "vení, capaz que con Alfredo Di Stéfano arman una buena dupla". Ganaron todo. El generalísimo Francisco Franco estaba tan contento que dijo "venga, que este tío debería ser español". Y Puskas, tan agradecido con la tierra que lo cobijó durante su exilio, se nacionalizó e incluso llegó a disputar el Mundial de Chile 1962*. Pero la España de todos los tiempos no es igual a la de ahora y quedaron afuera en primera ronda, como dios manda (?)
Durante la época de la cortina de hierro, Puskas fue declarado Traidor a la patria y, como Verón después del 2002, fue blanco de los peores insultos y agravios. Obviamente, el tipo no pudo volver hasta que la CNN (?) derribó el muro de Berlín. En 1992 se instaló nuevamente en Budapest. Murió el 17 de noviembre del 2006 pero los últimos 6 años de su vida se los pasó (yendo de la cama al living (?)) en el hospital por una arterioesclerosis cerebral. Claro.
Una fenómeno de jugador. Una historia que todo futbolero debe conocer.
Hasta la próxima. Abrazo de gol.



Usemos You Tube para cosas que están buenas. Esto vale la pena.