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miércoles, junio 18, 2014

Diario Mundial: día 4 y 5

Palabras clave: Río de Janeiro-Fun Fest-Resaca-Ya ni sé qué día es.

Río de Janeiro  
Jugamos al fútbol al costado de la ruta, terminamos el salame, preparamos un fernet, bailamos cuarteto y armamos nuestro Gauchito Gil para que proteja a todos los cordobeses que viajan a Brasil a ver Mundiales, como nosotros. Faltaban todavía unos 200km para llegar pero ya empezábamos a sentir esa emoción el pecho de estar haciendo algo hermoso e histórico.

                                             Gauchito Gil de los viajeros cordobeses

La ruta hasta Río es increíble, paisajes montañosos, selva y más selva que brota por donde pueda. Da la sensación que casi todo Brasil es así, por lo menos la parte que llevamos recorrido. Llegamos a la inmensa ciudad a la siesta y programamos el GPS para ir hasta el Maracaná. Ahí había cientos de miles de argentinos, argentinos con plata, mucha suerte y entradas. Quisimos estacionar para ambientar un rato pero 100 reales por dejar el auto en una estación de servicio era más que una estafa, un delito asqueroso. Enfilamos hacia Copacabana, donde van los más pobres como nosotros (?) Milagrosamente pudimos estacionar el auto y enfilar hacia el fun fest.
Era la primera vez en cuatro días que podíamos relajarnos si sentir que teníamos que correr una pelota que siempre se nos iba larga. Nos pudimos sacar el calzado y sentir la arena. Preparamos un fernet tras otro. Miles de argentinos y miles de brasileros hinchando por Bosnia, claro. Al fun fest no se podía ingresar con ningún tipo de bebida pero como somos lo más grande que hay vencimos la férrea seguridad: tres postas de guardias de seguridad y un detector de metales. Así y todo ingresamos al predio, no con una sino con dos botellas de fernet, y un jarrito de metal por si las moscas. El partido ya estaba ganado.
Sentí muchas cosas estando ahí adentro. También estaba, estábamos, muy ebrios. Grité el gol de Messi como nunca, se lo grité a un grupo de brasileros que estaba detrás nuestro meta cagarse de risa alentando por Bosnia. Les tiré el vaso de fernet casi vacío que tenía. Grité tanto que cuando dejé de gritar pensé que me iba a desmayar. Mucha tensión acumulada.
Desde aquí se vio lo mismo que desde cualquier parte del mundo: jugamos horrible, MUY horrible. No sé si los jugadores estaban cagados o qué, pero parecíamos un equipo chico. Decí que está Messi. Festejamos, nos abrazamos, y nos agarramos las bolas. También tuvimos tiempo para una breve aparición en los medios venezolanos: Globovisión, cadena de tv nos agarró para preguntarnos por el partido y terminamos diciendo cualquier cosa, que se lo dedico a los brasileros que hincharon por Bosnia, que aguante Chávez, que un saludito para mis hijas y luego bailando un cuarteto atrás del entrevistador. Un desastre. Se lo tienen merecido por gorilas.
Después del partido subió a tocar una vieja, una especie de Mercedes Sosa brasilera que cantaba sentada pero que al parecer es una artista muy popular porque todos sabían sus canciones. Se armó un lindo bailongo. Nosotros somos muy horribles y la verdad que uno se siente intimidado al ver cómo se mueven los brasileros y las brasileras.
Terminamos con un estado impresentable. Buscamos las bolsas de dormir y nos tiramos en las playas de Copacabana, algo que sólo hace la gente con mucho estilo como nosotros.
Lunes: Mucha resaca. Pudimos cambiar nuestro dinero por dinero de ellos. Nos cuesta comprar comida, nos cuesta porque es cara. Estamos en Copacabana, que es como estar en Punta del Este, Pinamar o Cruz del Eje, así de top. Nos subimos de vuelta al auto para huir de la ciudad. 

Ahora nos vinimos para Angra dos Reis, un pueblo o ciudad montañoso, con mar y todo. Oscurece muy rápido, a las 6 ya está de noche y eso te mata. Escribo esto en una pieza de un hotel bastante croto. Los muchachos duermen. Tenemos ganas de encontrar algún lugar para armar campamento y dejar de viajar un rato. No hay internet donde estamos y en algún  momento subiré todas estas palabras tan desordenadas y caóticas. 
Ya se vienen más crónicas. Ahora que estamos más tranquilos. 

martes, junio 17, 2014

Diario Mundial: día 3 y 4.


Ha pasado mucho y tanto. El sábado arrancamos la jornada a eso de las 8 de la mañana. Desayunamos y partimos. Fino viene pagando todo porque nosotros no hemos cambiado nuestro dinero. Es un placer estar subvencionado. A los 30 kilómetros paramos en una estación de servicio a parchar la cubierta de ayer. El arreglo nos pareció por lo menos sorprendente, culturalmente hablando. Uno esperaba que sacaran la llanta, que le pusieran un parche a la cubierta, que siguieran el procedimiento de un simple arreglo. El tipo en cambio le hizo un hueco, mandó el clavo para adentro y le puso un pedacito de cuero. Listo, son 20 reales. La puta madre, unos 100 mangos para arreglar una neumático.
El paisaje es increíble. Tierra roja, sierra, selva, verde, miles de tonalidades de verde, humedad, barro, son miles de postales que uno quiere retener, apretarlas con el puño de las manos mis ojos. Mientras viajábamos pude escribir algo: Es nuestra tarea evangelizadora, que se den cuenta que en Córdoba está el carnaval, algo que el periodismo y la policía no entienden. Es muy placentero estar escribiendo en este momento. El auto va sereno por una ruta muy verde, con vegetación explosiva, con un paisaje hermoso que parece que se te viene encima, te baña. Siento como si viniéramos adentro de una cápsula, el aliento todavía presente de los últimos mates, la musiquita al volumen justo, la mirada placentera y tranquila del disfrute. Y la posibilidad de que los dedos se muevan solos, las manos como continuación de la mirada.
Es imposible retener todas las cosas y cositas que van pasando, todo lo que de una manera u otra nos llama la atención.
Almorzamos el salame revolucionario con un poco de pan y queso untable y cambiamos el volante. Kero se pudo relajar, Finito durmió y yo manejé como cinco horas. La ruta es hermosa y larga e interminable y en constante obra. Los camiones manejan con todos los códigos, se tiran a la derecha, te indican cuando pasar con los guiños, se tiran a la banquina si es necesario, igualito a los camioneros nuestros. En cambio los automovilistas manejan para la re mierda, hacen maniobras horribles todo el tiempo, todo-el-tiempo.
Escuchamos el triunfo de nuestros hermanos  costarricenses ante Uruguay por radio. Fue una experiencia culturalmente enriquecedora. Al principio no entendíamos nada pero a medida que el partido progresaba le íbamos agarrando la mano al idioma.
Hemos comenzado un ProDe interno. Finito, rememorando su vieja organización de ProDeCoop. Y mirá lo que es el fútbol, su magia, lo impredecible, lo sorprendente y la posibilidad siempre latente que el más débil o el más muerto pueda ganar: va puntero el Kero con 4 puntos (metió un pleno en Italia 2 – 1 Inglaterra y el triunfo colombiano) Fino y yo sólo sumamos 1 punto con Colombia. No sabemos cuánto salió Costa de Marfil, lo cual podría mover la tabla. Ahora nos aprestamos a llenar una nueva fecha. Hoy tenemos Suiza-Ecuador, Francia-Honduras y Nosotros-Bosnia.
Nos perdimos en Curitiba pero finalmente encontramos nuestro rumbo. Oscurece muy rápido, a las 6 de la tarde ya es de noche y la jornada empieza a pesar el doble. A las 7 hicimos nuestra parada estratégica a ver el triunfo italiano ante los piratas saqueadores. ¡Lo que juega Pirlo, por dios! El viejo la rompió, manejó los hilos del partido a su antojo. En la estación cenamos algo y nos cruzamos con chilenos y argentinos. Produce mucha emoción ver las patentes argentinas en todos lados, cruzarse con guasos que están haciendo la misma locura que nosotros, viajando hace varios días para cumplir su sueño. Bocinazos, aliento, cantitos y nos vemos en Río.
Después del partido el Kero metió un tirón impresionante de casi 3 horas con la infaltable lluvia y su correspondiente neblina para dejarnos a un pasito de San Pablo. Dormimos en un hotel al costado de la ruta y hoy a la mañana nos despertamos a las 7.30, salimos a la ruta, llegamos a San Pablo y, por supuesto, nos perdimos. Todavía estaban latentes las palabras del Fino: “esta vez no nos podemos perder, apenas veamos una estación de servicio nos paramos y preguntamos”. Con GPS y todo nos perdimos. Hasta que apareció un guaso del cielo que nos dijo “voy para aquel lado, ¡síganme!”. Nos metió en la ruta, hizo un par de kilómetros con nosotros y luego, en el medio de la autopista bajó la ventanilla, nos dio una última indicación y nos dijo “ojo con Río, muito peligroso”. Gracias, papá. Somos cordobeses, de la ciudad del cuarteto, de la tierra del tunga-tunga, y el martes encaravanados otra vez, hay que lustrar los pepés porque a Río nos vamos. Eso.

Estamos arriba del auto, suena La Mona, Río está cada vez más cerca. Aguante Argentina la puta madre que los parió. 

sábado, junio 14, 2014

Diario Mundial: día 2

Se van a arrepentir de habernos dejado entrar. Lo decimos nosotros, fuera de todo slogan publicitario.
Nos levantamos cuando nos levantamos. Un desayuno discreto, agua en los termos y a recorrer Paso de los Libres en busca de un par de cosas necesarias: garrafita de gas, mate cosido para Guada y Lisandro, algún medicamento y adquisición de reales.
En la frontera argentina nos dijeron “suerte muchachos, vuelvan con la Copa. Argentina está orgullosa de ustedes y el espírtu de 40 millones los acompañará en esta travesía”, o algo así. Cruzamos el puente que divide los países alentando, cantando con La Mona, felices de estar haciendo este viaje. Pusimos cubierta en tierra brasilera y los policías de aduana nos mandaron de vuelta a Corrientes porque si bien nuestro seguro estaba en regla no reconocían al representante del seguro en Brasil. Hijos de puta. Volvimos a nuestro país. En una oficinita húmeda, con huellas de tierra roja, nos hicieron un seguro por un mes para poder circular en el país vecino. Doscientos cinco pesos y ya. Nos quedamos con ganas de presentar una queja en el consulado e iniciar un conflicto diplomático pero no teníamos tiempo. Ya van a tener suficiente escarmiento cuando les ganemos la copa. Pequeña venganza: pasamos dos salames de la Colonia en contra de todas las leyes. Somos unos rebeldes importantes.
Ayer llovía y hoy también. Comenzamos la travesía por el Brasil profundo. Elegimos una ruta interna en discreto estado, con muchos camiones pero poco tránsito vehicular. El paisaje es similar al litoral argentino, mucha llanura, humedad, algo de agricultura, pocos pueblos en muchos kilómetros y muchos arroyos, ríos y riachos. Cruzamos uno bastante imponente llamado Ibicuí. La Mona le cantaba al carcelero, a la marginalidad y a los gordos bolús. Un maestro.
En Sao Borja llenamos el tanque del auto y el nuestro: un par de pedazos de pan, mayonesa, algo de queso y el salame revolucionario. Unas jarritas de ferne y ya estábamos haciendo patria cordobesa. Todos hablan en brasilero y el idioma cordobés no es muy entendido.
Hemos decidido hacer nuestras paradas para ver los partidos. Ayer vimos Brasil-Croacia y hoy frenamos a ver España-Holanda. En una estación de servicio nos acomodamos y en menos de media hora pasaron no menos de diez argentinos, o porteños. ¡Qué lindo es el fútbol, carajo! Al final del primer tiempo empataban 1 a 1, en el segundo Holanda fue imparable un gol tras otro y no paraban. Orteada inapelable: 5 a 1 y pudieron haber sido más.
Mientras escribo esto estamos atravesando una oscurísima ruta. Las luces alumbran para cualquier lado y vamos a tener que parar en el primer rastro de civilización a regularlas. No para de llover. Nuestro destino de hoy es Passo Fundo. Mañana deberemos avanzar a buen ritmo. El partido es el domingo y no vemos las horas de estar ahí.

Se van a arrepentir de habernos dejado entrar. 


Crónica post crónica:

Al terminar las palabras el camino se puso más y mas oscuro. La ruta se puso pesada y una tormenta tremenda nos acompaño durante dos horas larguísimas de viaje. La pericia al volante de nuestro experimentado Kero hizo que sortéaramos la prueba con todo éxito. Luego, cuando la tormenta comenzó a amainar nos dimos cuenta que aquel pozo asesino que habiamos agarrado 30km atrás había tenido sus consecuencias: una cubierta pinchada, balizas, gato y auxilio. 
Es casi la una de la mañana del ahora sábado. Ya estamos en Passo Fundo. Ahora a descansar un poco. El festejo cumpleañero debera esperar. 

viernes, junio 13, 2014

Diario Mundial: día 1

A las once y media de la mañana pisamos la Avenida Sabattini rumbo a Brasil. Un pedacito chiquito en toda la ruta hasta el destino. Agarramos la ruta 19 y fuimos atravesando provincias. Primero Santa Fe, Entre Ríos y ahora Corrientes. También fuimos pasando por todo tipo de climas: un frío horrible, viento, oscuridad luego lluvia, luego viento, más lluvia y ahora calor. Debe haber 400% de humedad en Paso de los Libres.
Hicimos una parada de 10 minutos en San Francisco para ponerle unos sanguches de milanesas a los estomagos. Luego descansamos una hora en Viale, Entre Ríos, para ver un pedazo del robo brasilero a la pobre Croacia. Un café y a la ruta nuevamente. Me tocó manejar desde Concordia hasta la frontera.
Son las doce y diez de la noche y hemos decidido descansar nuestros motores en el Hotel Scorpio: habitación triple, una cucheta y una cama matrimonial. Finito mira la paliza que los Spurs le están pegando nuevamente a Miami. Kero intenta recomponerse de su estado de sinusitis. Yo escribo, cansado, con las piernas pidiendo un cambio y el espíritu viajero intacto.
Mañana partiremos hacia tierras brasileras. Cambiaremos a precio de usura nuestro dinero y pisaremos fuerte, como locales, como debe ser.
Ya es trece de junio.
Ya soy más viejo, y también más joven.
Ya estamos en el Mundial.

jueves, junio 05, 2014

Diario Mundial. Día -6

Fiebre amarilla

Diario Mundial. Día -6.
Ayer, en pleno horario laboral, con mi ropa de fajina, mis pantalones de laburante que me hacen sentir un poco más hombre, metí una gambeta digna del mejor burrito Ortega. Cintura endiablada, amague para un lado y salida para el otro: me fugué, sin aviso previo, y modifiqué mi itinerario. Trabajo en la calle y puedo hacerlo. Igualar mi maniobra con una gambeta del burrito es poco menos que una falta de respeto para con el burrito. Así fue como hice cola en una dependencia del Ministerio de Salud de la Nación para aplicarme la vacuna contra la fiebre amarilla.
Mientras aguardaba en la fila trataba de determinar quiénes de los que estábamos ahí tendríamos el mismo destino brasilero. Luego de un rato, al superar la timidez de los que no se conocen, empezamos a charlar en la cola. Un grupo de tres guasos partían este viernes hacia Brasil en un motorhome. Eran siete más el chofer. Tremenda organización, hermoso plan. Otro pibe se iba con la familia en auto. Un guaso partía el miércoles en bondi con una empresa de turismo. Un padre con su hijo se iban en avión. Todos teníamos algo en común: ninguno tenía entrada.
Nos advirtieron un par de cosas, me pincharon el brazo y salí. Ahora estoy protegido por diez años contra esa tal fiebre amarilla y ese mosquito de mierda que la transmite. Más tarde me enteré que no es obligatoria y que sólo los que viajen al nordeste la necesitan. Nosotros no iremos hacia allí pero quién sabe. Quizás terminamos en el medio del Amazonas, viviendo con una tribu de nombre impronunciable, rezándole a dioses confusos, comiendo tucanes, enfrentando leones, fumando de la misma que fumó Castañeda con Don Juan. Quizás me la pase tirado en una playa mirando las chicas pasar pero igual no descarto nada.
Mientras escribo esto Careca acaba de estrellar un tiro en el travesaño del Goyco. El Diego ya ha recibido varias patadas ante la pasividad del árbitro y Bilardo ya salió del banco a dar una indicación y acomodarse las champas. Fox Sports está pasando los octavos de final del Mundial del 90. ¡Cuántos recuerdos! ¿Será una señal? ¿Será que les ganaremos con toda injusticia a los brasileros? ¿Será que Messi, con el tobillo destrozado, se vestirá de héroe y le dará un pase tras tremenda jugada a un delantero de los nuestros para marcar el 1 a 0 inamovible? ¿Será que alguno de nuestros jugadores pueda sentir, o mejor dicho hacernos sentir, la camiseta como lo hacía el Diego? ¿Quién sería el Cani de este equipo? ¿Higuaín? No, Higuaín no. ¿Agüero? Tampoco. Quizás el boludón de Di María esté cerca de ser uno de esos jugadores que encara sin pensar. Mientras pienso estas boludeces los brasileros acaban de meter dos tiros consecutivos en los postes. Se deben querer matar. Branco todavía no lo sabe pero en algún  momento va a tener sed y ese trago pesará en su estómago. Los alfileres bilardistas brillarán en el medio de la cancha.
¡Qué grande el Diego, defendiendo de cabeza en un tiro de esquina brasilero! Burruchaga también era de los buenos. Pero en este partido se la pasó defendiendo. La verdad que ese equipo de Argentina daba ocote pero corrían todos. Yo lo único que pido como hincha es que den todo y ahí creo que está la diferencia con los jugadores actuales: no les creo nada. Son buenos, muy buenos. Tienen habilidad, rapidez, fama y dinero pero es difícil creerles. No hablo de la selección, hablo de los jugadores en general. Burruchaga le acaba de meter una linda patada a Ricardo Rocha y acto seguido mete un buen tiro desde afuera del área. Taffarel al corner. El pelotudo de Marcelo Araujo anuncia que entra Calderón por Troglio. Ni me acuerdo de Calderón pero se me hace que es un cambio defensivo.
Esta crónica desordenada, caprichosa y vomitiva terminará con el gol de Caniggia. Brasil patea su vigésimo corner errando un nuevo cabezazo. Las cámaras se posarán en una siempre rubia con camiseta amarilla en la tribuna tapándose la boca con gesto de sufrimiento. No te das una idea cómo te va a quedar la carita mi amor en un ratito. ¡Dejen de pegarle al Diego hijos de puta! Ya van a ver, ya van a ver. Patada artera desde atrás. El árbitro bien, gracias. Ni amarilla. Lo silban al Diego los tanos. Ya van a ver ustedes también. No se dan una idea cómo la van a tener adentro en un par de días. Me gusta el Vasco Olarticoechea, Ruggeri también. Bien Simón y el Goyco, claro. No sé qué habrá  visto Bilardo en jugadores como Basualdo, Monzón o Dezzoti. Parece que va a entrar Paulo Silas. Él no lo sabe pero en algún momento va a ser ídolo en San Lorenzo, con goles olímpicos y todo. Atentos. La agarra el Diego en la mitad de la cancha, engancha, se saca a uno de encima, ¡a otro! ¡a otro! ¡La cruza para el Cani! ¡Sí, sí, sí, lo pasa al arquero y…. goooooooooooool! ¡¡¡Gooooooooooooooooooooooooooooooolllllllllllllllllllllllllllllllllllllll argentinoooooooooooooooo!!!
Argentina 1 – Brasil 0.

Buenas noches. Buenos recuerdos.






sábado, mayo 31, 2014

El Diario Mundial. Día -11



Lo anuncian con una gran placa: TN ya llegó a Brasil. Y ahí está el boludo de Sergio Gendler, sonriendo, contento por acudir a una nueva cita mundialista. No es para menos. Ir a un Mundial debe estar buenísimo. 
La primera frase de este texto iba a decir “Lo anuncian con bombos y redoblantes”, pero TN es demasiado gorila para anunciar algo con esos instrumentos tan populares de percusión. No sirve para nada lo que estoy diciendo, pero lo quería decir. Ellos están en Brasil y nosotros estamos todavía acá, pero nos hemos puesto en movimiento. 
Este sábado soleado cordobés fue el escenario de nuestra nueva juntada de planificación, la tercera desde que decidimos emprender el viaje. Esta vez fue más productiva. En la primera comimos un asado, cantamos, alentamos, nos emborrachamos y nos envalentonamos pensando en que íbamos a pegarle a los hooligans. En la segunda nos comimos un alto guiso por quince peso, nos emborrachamos, fantaseamos con coparle la parada a los brasileros, en levantar la copa, en recostarnos en la playa pensando en que éramos los mejores del mundo. La única certeza de esas dos primeras juntadas era que íbamos a salir el miércoles 11 de junio rumbo a Reconquista, Santa Fe, hacer noche y salir rumbo a Misiones para cruzar por ahí hacia Brasil. Este sábado de tallarines caseros con salsa nos encontró más lúcidos, con menos días en el calendario para boludear, y, también, con más ganas de tener certezas. 
Ahora cambió el recorrido. Iremos hacia Santa Fe, pasaremos por Entre Ríos y cruzaremos la frontera por Uruguaiana. Saldremos ese miércoles a las seis de la tarde. Habrá que ver dónde hacemos noche. El jueves y viernes serán dos días claves para viajar a con ritmo sostenido. Estaré cumpliendo años en alguna parte de Brasil. 
Creo que la planificación ha llegado a otro nivel. El primer paso lo dio Finito. Me llamó hace unos cinco días: 
- Compré tres cajas de fernet –dijo contento, decidido. 
- Tres cajas, bien hecho. 
- Trescientos y algo de pesos cada una, o sea que cada botella nos quedó a cincuenta y dos pesos. 
- Ta re bien. Bien hecho. 
- Gracias. 
Tres cajas, dieciocho botellas. Fin de la polémica*. 
Llevaremos un disco grande y uno chico para cocinar lo que sea y, si la situación lo permite, para vender algunos platos. Parrilla, una cruz (sí, una cruz)  para asar algo con fuego, heladerita, herramientas, la guitarra, sombrilla, carpas, bolsas de dormir, equipo de mate y un montonazo de giladas más harán que viajemos apretados, apretados pero con todo lo que haya que llevar para hacer nuestra estadía más feliz y sustentable. 
Faltan once días, casi nada. Será un miércoles el que nos vea partir. 

* La Polémica era si había que llevar dos o tres cajas. 

miércoles, mayo 28, 2014

Diario Mundial: día -15


Faltan quince días, o sea dos semanas, o sea poquísimo. Dos semanas para el inicio del Mundial y el inicio de nuestro viaje. La salida está pautada para el día 11 de junio. Nuestros familiares, amigos y seres queridos (?) nos irán a despedir, correrán al costado del auto como si fuera un tren partiendo de la estación, las enamoradas darán un suspiro, mamá llorará, papá pensará que estamos locos, Castelli ladrará y nosotros sentiremos que estamos a bordo de la motocicleta revolucionaria del Che. El fútbol es un territorio de exageraciones literarias, claro está.
No sé a ciencia cierta en qué parte de Latinoamérica estaremos el 13 de junio. Ese día festejaremos mi cumpleaños donde el itinerario lo marque. Al costado de la ruta, en un parador inhóspito, en una ciudad gigante y desconocida, en una estación de servicio de mala muerte o en la casa de algún extraño en vías de conocimiento. Será raro pero será hermoso. Trataremos de reproducir el festejo multitudinario en donde sea. Seremos millones, ¡haremos un maracanazo!
En el laburo estoy convenciendo a un compañero que me regale 100 reales que le quedaron de algún viaje que hizo. “Esto (por el viaje) lo hago también por vos, loco. Hace como 30 años que no salimos campeones”. Van 28 años sin levantar la copa. Es mucho tiempo, pasa que desde que se fue el Diego hemos acumulado frustración tras frustración en los mundiales.
En el 90 tenía ocho años. El día del partido contra Camerún (o contra la URSS, quién sabe) mi vieja nos mandó al colegio. En las calles no había nadie y en la escuela tampoco, claro. Tengo pocos recuerdos: al partido contra Rumania lo vimos en la casa de mi ya fallecido tío Dardo. Una tarde entré a mi casa y estaba mi viejo gritándole al tele “la puta que te parió recién entrás y no le ganás éste que está hace como dos horas en la cancha”; jugábamos contra Yugoslavia y estábamos en los 30 suplementarios. Luego el Goyco arreglaría los mocos de Troglio y el Diego. Pobre Diego, errar un penal, justo él, contra ese arquero (Ivkovick) que ya le había cagado la vida en un partido del Nápoli contra el Sporting Lisboa por Copa Uefa. A la semifinal contra Italia la vimos en el colegio. Había televisores en todos los grados, era un hermoso quilombo, niños corriendo por todos lados, la mayoría sin siquiera prestarle atención al partido. Y a la final la vimos en la casa de Carlos Martín, un amigo de mi viejo. A pesar de la derrota, nos subimos a un auto celeste al que le cruzaron una tela blanca y salimos a festejar al centro. El Goyco era el ídolo popular y mi hermana estaba orgullosa porque su comida favorita eran los ravioles con salsa, como ella. Esas imágenes deambulan todavía por mi memoria. De los partidos en sí, poco y nada.
En el 94 ya tenía doce años. Había vuelto el Diego. Vi el partido contra Grecia en la casa de los Falco, con todos los amigos de la cuadra. Contra Nigeria también. No recuerdo el de Bulgaria. Sí recuerdo que contra Rumania estaba en mi casa. Que grité mucho y que cuando terminó el partido me fui a llorar afuera. Lloré mucho, como el niño que todavía era. Afuera en octavos.
El resto de los mundiales me encontró con edades más maduras, entendiendo el juego, y sufriendo las mismas frustraciones, una y otra vez. ¿Cómo mierda puede ser que te agarre mal parado un pelotazo de 80 metros? ¿Cómo puede ser que no le metamos un gol a Suecia? ¡A Suecia! ¿Cómo puede ser tan boludo de sacarlo a Riquelme cuando le estábamos pegando un baile bárbaro a los alemanes, cuando nos sobraban piernas y ellos no podían ni moverlas? ¿Cómo puede ser que esos mismos hijos de puta no nos hagan uno ni dos ni tres sino cuatro goles?
Este equipo entusiasma menos que el resto. Pero cuando la fecha se acerca no importan los equipos. Importa la camiseta, los colores y el fútbol.

Faltan quince días, dos semanas, muy poco. Falta cada vez menos. 

lunes, mayo 19, 2014

Diario Mundial: día -23



Primeras letras. En Córdoba nos vamos quedando sin sol y el frío se va haciendo un lugar entre nosotros. Hoy es lunes y el sábado hubo reunión de viajeros: Kero, Finito y yo. Bebimos, comimos y bebimos algo más. Cuando la gente nos pregunta si ya tenemos todo planificado, si ya reservamos alojamiento, si ya calculamos los gastos, si marcamos la ruta de viaje, si nos pusimos la vacuna contra la fiebre amarilla y si sabemos hablar portugués, nosotros levantamos los hombros y hacemos ese gesto con la boca, como diciendo naah. Si le sumamos a toda nuestra planificación el hecho de no tener entradas, los interlocutores nos miran con cara rara. Sean amigos o no. De repente todos parecen ser viejas chotas que nos hablan de lo peligroso que es Brasil, de las barras, de la policía, de que si llegamos a ganar nos van a matar. No entienden cómo puede ser que hagamos semejante viaje sin tener entradas ni reservas ni nada. Y nosotros no entendemos cómo puede ser que no nos entiendan. Si es tan obvio…
Ir al Mundial es el sueño de mi vida. La frase, siendo trillada y casseteada, no tiene vueltas, es así. A los once años mi vieja me regaló un librito de tapas amarillas llamado El Libro del Mundial. Con toda la “historia, estadísticas y protagonistas” de todas las copas del mundo desde 1930 a 1990 y un informe detallado de todas las selecciones que se preparaban para disputar el Mundial por venir, USA 94. Desde esa edad y antes también, leía sobre fútbol. Ahora, cada cuatro años, todos los diarios te sacan un suplemento con toda esa información y más, con fotos, con más anécdotas, más datos y más de todo. Pero en aquel entonces, sin internet, con diarios que recién empezaban a abandonar el blanco y negro, mi librito amarillo era lo más.
Me sabía todos los campeones, los subcampeones, ¡hasta los semifinalistas! de todas las Copas jugadas. Los países organizadores, los goleadores, los partidos memorables, las anécdotas. A los once años poseía un montón de información que, a oídos de los que me rodeaban, era inútil. El tiempo diría lo contrario. Seguí absorbiendo más y más. Compraba El Gráfico, recortaba diarios, guardaba todo. Era muy difícil toparse con contenidos audiovisuales. Si salía algún VHS lograba comprarlo y lo miraba una y otra vez. Y volaba, viejo, te juro que volaba. Tribunas repletas, sombreros, el Mundial del 30, Vittorio Pozzo, El Maracanazo, la Hungría de Puskas, el debut de Pelé, la dinastía brasilera, la expulsión de Rattín y el gol de Hurst que no fue, la final del 70, la camiseta de Holanda, Clemente pidiendo tirar papelitos, la expulsión del Diego, los dos goles del Diego, las lágrimas del Diego, el grito desaforado ante la cámara del Diego, el pelotazo de 150 metros a Bergkamp, el tiro libre de Svensson, el ingreso de Julio Cruz y Messi sentado comiendo un yuyo, el gol de Martín a Grecia. Son miles de imágenes y estuve en todas, colado en una foto que no era mía, recortado y pegado con voligoma.

Estoy casi seguro que nunca más tendré la posibilidad de ir a una Copa del Mundo. No tenemos entradas ni certezas. Iremos a estar, a vivir. Faltan 23 días y a nosotros ya nos transpiran las manos.