Antes de que la inspiración se me vaya te quería contar que otra lágrima se desprendió de mis secos ojos. Y ya no sé por qué me pasa lo que me pasa. Te quería decir que a pesar de haber visto ese gol tantas veces no puedo evitar emocionarme. Si tuviera que buscarle una explicación, te puedo confesar que nunca busco evitarlo, y me contradigo a cada rato. Que son cosas que uno a veces piensa pero que no siente en lo más mínimo. Quiero decirte gracias por sostener tantos años mis alegrías y las de tantos. Con dos piernas, y principalmente con esa zurda mágica, nos hiciste, y nos hacés gritar, saltar, aplaudir. Vos ya sabés lo que hiciste, pero yo quiero ahora decirte lo me hiciste a mí. Se habla mucho, y a veces se habla de más. Y eso no lo puedo soportar. Te quiero contar que hoy me sentí vulnerable ante tantas sensaciones. Porque pasaste a medio equipo inglés y mucho más: pasaste a la historia. El gol más visto del mundo. El gol más bonito. El gol con más trascendencia. El gol de los mundiales. El gol. Tan simple y tan enorme como eso. El ejemplo de gol sos vos, lo que hiciste, lo que les hiciste. Y también hiciste el otro, el primero, y todo en un mismo partido. Porque fuimos y somos manoseados constantemente. Nos meten la mano en el bolsillo y el dedo en el culo. Y vos, saltando con tu estatura de duende, con el sol como testigo, te burlaste de todo un país, de toda una potencia, de los “inventores del fútbol”, de los que colonializan, matan, humillan y roban en todo el mundo. Y les robaste a ellos. Y tenés cien años y toda la eternidad de perdón. Aunque sabemos que Dios se debe estar cagando de risa por ahí. Y el pueblo se abrazó. Y nos uniste a todos, porque tenés ese don. En este país de ladrones y de honestos, de corruptos y trabajadores, de blancos y negros, opresores y oprimidos, todos quedamos boquiabiertos con el corazón tratando de entender todo eso que pasaba. Y después quisiste mostrarles a todos que podías hacer lo que querías con una pelota. Gambeteaste a la tristeza y a la pobreza pisando la pelota una y otra vez. Después te salió al cruce la violencia y la dejaste atrás. Con el panorama y la idea fija en la cabeza, enganchaste rápidamente y la amargura y el dolor de un país quedaron atrás. Te quiso agarrar de la camiseta la historia, para que no siguieras avanzando, para que las cosas siguieran en el lugar de siempre, pero no pudo. Enfrentaste, finalmente, al imperio, no sin antes dar una miradita al costado para contemplar a tu gente, que corría al lado tuyo desde que empezaste: Fiorito, tu viejo, los pibes, el hambre, la miseria, Boca, Argentinos, Argentina, Valdano y Burruchaga. Y con un toquecito de zurda terminaste de pintar una obra inigualable, escribiste la vida de todos, y nos abrazaste, te juro que nos abrazaste. Y nosotros, aunque fuera sólo por noventa minutos, dejamos todo eso atrás y más.
Estas lágrimas, estas palabras y las que vendrán, para vos. Ya sos eterno.
Estas lágrimas, estas palabras y las que vendrán, para vos. Ya sos eterno.
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