lunes, abril 21, 2008
Maullando por ahí
Nunca fui muy amigo de los gatos. Desde chico me gustaron los perros, los perros grandes, amigotes, siempre dispuestos a jugar.
Hasta que un día apareció "mancha", y la hija de puta se metió en el corazón de todos los que vivimos en casa. Se hizo amiga de la "negra poli", nuestra perra y tenía entrada libre en el hogar.
Tristemente tuve que presenciar el paso del puto colectivo... y se la llevó.
A ella, este pequeño homenaje. La más grossa, y la más linda gata que tuve.
Seguí maullando por ahí...
Era bien linda la guacha
Poli y mancha jugando
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Eh gringo, que bajón! supe lo de mancha, que triste!
Te mando un abrazo
q triste...
y sí, era hermosa.
no te odio, gringo.
Cuando un gato se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro...gato (no rima ni a palos)
Publicar un comentario