jueves, junio 18, 2009

Sobre el 13 de junio.



El sábado 13 de junio tres equipos de Córdoba Capital, tres voluntades, tres colores jugaron su partido. En Quilmes, Talleres puso las piernas en el césped y la oreja en otros dos encuentros que determinarían su suerte. Lamentablemente, en Alberdi y Alta Córdoba sucedió lo mismo. ¿Puedo hablar algo del partido de Belgrano?
El sábado 13 de junio Belgrano tenía que ganarle a un tibio Defensa y Justicia para asegurarse un lugar en la promoción; para estirar el campeonato, por lo menos, dos partidos más; para jugar por algo; para sentir que estas 37 fechas sirvieron para algo; para intentar escabullirnos en la Primera.
El sábado 13 de junio Belgrano empató cero a cero con un equipo chico, muy pequeño. Se puede decir que no jugamos a casi nada. Que tuvimos varias oportunidades para meter un gol. Que el arquero de ellos atajó bien. Que el árbitro fue un desastre pero que si erramos los goles a un metro de la línea, él no tiene nada que ver. Que las redes no se movieron. Que tendremos que confiar en el equipo jugando de visitante ante All Boys para ver si jugamos esa pseudofinal por el ascenso o si todo el “proceso” fue un fracaso.
El sábado 13 de junio la gente festejó. Nuestro partido no daba para nada, pero el de Los Andes sí, y el de Almagro también aunque ellos también perdieran la categoría. Yo también me agaché para escuchar el penal del nueve de Los Andes. Yo también lo grité, yo también festejé y canté. Es que en la cancha pasa eso. Tenés a veinte mil tipos al lado tuyo, con tu misma camiseta, que aplauden y se abrazan por algo y te sentís abrazado y querés cantar con ellos. Pero cuando el partido (el nuestro) terminó, mi garganta no tenía demasiada fuerza para celebrar. Nosotros, nosotros, no jugamos a nada y empatamos cero a cero. Ellos, los otros, se fueron al descenso.
El sábado 13 de junio los periodistas de todos los medios de Córdoba escribieron y dijeron muchísimas cosas. Repitieron hasta el hartazgo el título de un libro que probablemente nunca leyeron, “Crónica de una muerte anunciada”. Hablaron de responsabilidades, de culpables, de la(s) gloria(s) pasada(s), de jugadores buenos malos regulares malísimos. Hablaron de que el equipo no estuvo a la altura de las circunstancias, de los técnicos incapaces, de un juez, de un cordobésmejicano, de los anteriores gerenciadores, de los anteriores presidentes y de los hinchas. Se quisieron poner de su lado, manifestar que estaban con ellos, que los entienden, que son los únicos inocentes y víctimas de todo esto. Mentirosos. Nunca van a estar de ese lado, por la simple razón de que están en el otro. Ahora se ponen la ropa de ‘periodistas’, de profesionales comprometidos. Ahora señalan culpables. Ahora muestran sus rostros compungidos. Ahora, recién ahora. Nadie les cree, sépanlo. Porque ustedes saben y supieron siempre todo. Y ahora hablan. Cagones.
El sábado 13 de junio mi Belgrano no me regaló nada. Talleres tampoco.
El sábado 13 de junio, en el día de mi cumpleaños, no hay tanto para festejar. Estoy más viejo y un poco más triste por todo(s).

p.d: éstas y otras crónicas encontralas también en: eldiariodellunes.wordpress.com

3 comentarios:

Sergio Muzzio dijo...

Santiago Nassar tenía mucha sangre para el fulbo. Lástima lo que le pasó...no le quedó nada...¿Y la fiesta, che?

Anónimo dijo...

che, pense que mi vuelta a Arg para tu cumple podria haber sido buen motivo para festejar

Gringo dijo...

Ma' vale, hermana! Pero el fútbol es un universo aparte!
un abrazo!