jueves, septiembre 11, 2008

Ladrones

Aún hoy se pueden ver sus huellas ...



Ayer se cumplieron 20 años de la muerte del último de los integrantes de la pandilla que más controversia generó en la historia argentina. Un grupo de forasteros que cabalgaron estas tierras de norte a sur, de este a oeste. Huyendo de la ley en tiempos en que la justicia se ejercía por mano propia. Una época de hombres duros, valientes y sanguinarios. Los buscaba la policía, y los asesinos a sueldo, que habitaban al por mayor en la Patagonia, en el litoral y en el norte; un trabajo digno en aquel entonces. También seguían sus pasos muy de cerca los asaltados: dueños de bancos, en su mayoría ingleses; también los grandes estancieros y terratenientes, abusadores históricos de su posición. Personas adineradas que se jactaban de poseer todo el horizonte y más.
Algunos dicen que ellos nunca existieron, que fue todo un mito, un invento de los peones, de los gauchos olvidados. Pero los testimonios orales están ahí, en la música del viento, en los viejos de manos gastadas, en los indios, en las mujeres enamoradas, en los hijos perdidos, y en las canciones alrededor de un fuego naranja. Porque la historia está en todos lados, en las cortezas de los árboles, en el correr de los arroyos donde se refrescaban tras una larga caravana, en los pueblos sin nombre, en la tierra, en las distancias recorridas.
Nunca los atraparon. Cada tanto aparecía un borracho gritando que él le había disparado a uno de ellos y lo había matado, pero eso era difícil de creer. A los meses llegaba la noticia de que habían asaltado otro banco más, y la gente respiraba aliviada. El pueblo pobre los quería. La peonada que había acompañado a Rosas hasta el final sentía que su causa era justa. Ellos le robaban a los que más tenían, burlándose de un orden que parecía único e inamovible. Se transformaron en los delincuentes más buscados, y los menos encontrados, por supuesto. Desde Sarmiento, pasando por Avellaneda y Roca, trataron de agarrarlos, de matarlos, de exhibir sus cabezas, o sus armas, para demostrar quién era el que mandaba. Nunca pudieron.
Se retiraron sin aviso. Desaparecieron dejando la sensación de que la pampa los tragó. Muchas son las hipótesis sobre la vida de estos cinco personajes pero es difícil asegurar qué pasó con cada uno de ellos. Hace 20 años se supo que había muerto en un pueblo de la provincia de Mendoza el último de ellos. Se calcula que tenía más de 90 años. Con él se fue un pedazo de la historia.
Hace 22 años, tuve la suerte de encontrarme con él…
Continuará…

4 comentarios:

el astrólogo dijo...

retomando la senda de la pluma endiablada y original... con ustedes... mi hermano... el gringo

fulano/martínvillarroel dijo...

Bó (que tul el léxico que pegué?), bó, te paso este post que te va a gustar. Es de mi amigo sacha que ya te comentó alguna vez. Abrazo de gol.

Anónimo dijo...

Gringo... pasé por el blog.
El comentario ya te lo hice en la cara.
Abrazo de gol

fulano/martínvillarroel dijo...

http://www.mismaquinasviejas.blogspot.com/