lunes, diciembre 06, 2010

Ira(s)

Hay cosas, en ciertos momentos.
Hay otras que siempre o casi siempre.
Lo difícil de medir es la reacción y, por supuesto, la acción.
Poniendo las palabras en las palabras es más claro, más entendible.
Sencillo.
Hay ciertas imbecilidades que me hacen hervir por dentro. Es como un fuego. Es el diablito rojo (en contraposición con el angelito), el mismo que aparece, chiquitito, sobre mi hombro izquierdo. Esta vez, el diablito, está adentro de mi cuerpo. Lleva consigo una cantidad importante de fósforos, papeles de diarios y revistas, un cartoncito para avivar las llamas que amagan con apagarse. Además de tener unos pulmones, sin dudas mejores que los míos, muy capaces de soplar las brisas necesarias.
Si se pudiera explicar en una ecuación no-matemática, expresable en ideas o palabras, sería algo así: imbécil (o imbecilidad) + reacción = diablito que se pone los guantes y dice “bueno, es hora de prender un fueguito”.
Me violenta. Mucho.
Me pasa eso de hacerme mala sangre. Malísima la sangre.
Me estoy poniendo viejo, a pesar de mi no-vejez. Siento que hay muchos pibes que son unos pelotudos. Cuando pienso esto y, peor aun, cuando lo digo, me enciendo la alarma y me doy cuenta de ese estado. Y cada día me deja de importar un poquito menos sentir que hay mucha, muchísima gente muy pelotuda. El problema o los problemas son las consecuencias que su pelotudez me provoca.
Recién usaba la palabra imbécil; creo que es más ofensiva, así que me atendré a su utilización o la búsqueda de sinónimos igual de insultantes.
Mi gran problema, mi mala sangre, mi diablo, mi fuego, las llamas, la bronca que vomito, se debe, en gran medida, a una pasión.
¿Puede una pasión provocar/me tanta mierda?
Sí, puede.
Me fascina la lectura. No cualquier lectura. Me vuelve loco la historia.
Entonces (y no hace falta expresar la ecuación) leo.
Leo. Leo. Leo. Leo. Leo.
A veces bolu-leo, pero generalmente me sumerjo en un texto.
Lo hago porque me gusta pero, principalmente, para tratar de saber de qué hablo cuando hablo (en presente y futuro) y no ser un imbécil que dice imbecilidades, o un pajerito que apoya su culo en un cómodo asiento y escribe o, mejor dicho, postea imbecilidades propias de un imbécil.
A veces siento una gran vergüenza.
Siento que se le falta el respeto al sistema educativo que, con todas sus deudas (principalmente hacia aquellos a los que nunca buscó incluir) nos enseñó a todos a leer, escribir, hacer ecuaciones de cualquier tipo y otras cosas menos necesarias y más olvidables como la capital del departamento Pocho, la principal actividad económica de Chile, los ríos de Europa o la forma en la que se expresa en la tabla periódica el Cromo o el Zinc.
¿Cómo puede existir tanto insulto a la inteligencia? Hablo de inteligencia no como un acervo de conocimientos, no como una acumulación de saberes teóricos. Ni sé si puedo expresar lo que siento sobre la inteligencia. Creo que puedo definirla en contraposición con la ignorancia de sensaciones, con la mala leche que parte desde ciertos lugares muy, pero muy bien acomodados.
Releo: ignorancia de sensaciones.
Escribo: incapacidad de sentir al otro.

Hoy la tierra late.
Las pantallas brillan, día y noche. Siesta y madrugada. Mediodía y medianoche.
Casi todo es lo mismo.
Casi todo me duele.
Pero el dolor dura poco y viene el fuego.
Me ciega, me aparta el poquito de razón y lo vuelve instinto de supervivencia.
Con un imbécil no quiero juntarme ni…
1-¿en pedo?
2-¿a tomar un café?
3-¿a ver un partido de fútbol?
En pedo quizás termine a las piñas.
Café tomo poco, y además, ellos son expertos en tomar café y apuntar/nos todo lo que se debería hacer, quién tiene la culpa, a quiénes se debería matar y cuáles son las recetas para todo.
Y en fútbol, está más que claro, que nuestras camisetas son de distintos colores y jugamos en distintos equipos.

Mientras, el diablito tira unos troncos para que el fuego nunca se apague, se me viene al oído y me susurra las mejores y las peores ideas…
Según desde dónde se lo mire…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

por suerte, o porque sí,
después de tantos imbéciles dando vueltas, te cruzás con un flaco que tiene un mal lunes, o un mal diciembre...que viene de jugar un partido entre palabras que lo inflaron a gambetazos, y harto de cagar a codazos a las "erres" y "cúes", te cae de "no sorpresa" sin querer darse cuenta de que su verborragia enfadadísima hace de éste, tu mejor día...

Álvaro dijo...

Entonces que el diablito jamás deje de tirar troncos, si es esto lo que se obtiene de eso. Vamos por el fuego que estas ideas calientan el pecho, y a otros incinera en su propia mediocridad. Si me preguntaras todas las opciones correctas, pero hay ciertos pelotudos que t queda solo la uno. Abrazo mi estimado gringo.

Álvaro

PD: muy buen texto chabón. Lo brindo con vino "para que la muerte resbale". Cada vez es mas grande el placer de leer su prosa.

Tucu dijo...

es muy fin de año y eso se respira en todos lados, estamos muy cansados de todo y eso nos vuelve muy susceptibles y ahí nos damos cuenta de la cantidad increíble de imbéciles q andan dando vueltas, igual me gusta q sigas sin aceptarlos y q todavía te prendas fuego tratando extinguirlos (misión q es absolutamente al pedo, pero tremendamente necesaria para no volvernos como ellos) buenísimo... como siempre!!! AGUANTE LA BANDA DE LOS LUNES!!!!Sos un grande Gringo!!!! Besossss

Anónimo dijo...

Odiar hace bien, también.
Te odio Gringo, te odio.