Clásico de barrio: Las Flores - San Lorenzo.
Sábado de primavera. Sábado para cagarse de frío. Sábado de clásico barrial, el Independiente-Racing del sur de la ciudad de Córdoba: Las Flores-San Lorenzo. Una cancha está acá y la otra ahí. Una calle las separa, Belardinelli.
En la semana el verdulero me dijo que el Taladro no está bien, que no hay equipo. La tabla así lo refleja: estamos al horno. San Lorenzo tampoco anda bien así que el clásico tiene olor a salvar las papas. Compro un asado y preparo mi pequeño ritual. Maxi, mi vecino, me acompaña a la cancha. Tiene pantalones cortos. "Te vas a cagar de frío", le digo. No hay caso.
Unos veinte canas forman parte del operativo policial del partido. Me revisan sin ganas y entramos. No sé si a alguien le cobraron entradas pero nosotros pasamos con las manos en los bolsillos y no le pagamos a nadie.
Nos ubicamos en la tribuna y vemos el partido que están jugando unos niños de unos 11 años. Sorprende que a esa edad ya tienen todos los vicios de los jugadores profesionales: se tiran, fingen dolor, le piden al árbitro justicia, corren a festejar a los alambrados. Al final gana Las Flores, creo.
Finalmente salen los equipos a la cancha. Petardos de todo tipo en ambas tribunas. Nosotros tenemos más gente que San Lorenzo, queda claro.
Los jugadores posan para una foto que nadie nunca verá. El árbitro pita y el partido se inicia con el primero de los mil quinientos pelotazos que habrá en toda la tarde.
La cancha parece dura. Está seca, sin pasto. La pelota pica para cualquier lado. En ese mediocre contexto Las Flores parece estar jugando mejor. Metemos un tiro en el palo y hacemos alguna que otra jugada. Termina el primer tiempo y no pasa nada. En el segundo tiempo empiezan a pasar cosas: San Lorenzo nos mete un gol. Después el árbitro les expulsa a uno por agresión, o eso parece. Las Flores con un jugador más intenta ir para adelante pero sin ideas. Cada tanto alguna la pisa, la lleva, levanta la cabeza y da un pase preciso pero abundan los pelotazos a cualquier lado, sin mirar. En una contra nos expulsan el arquero por una clara falta y entra el arquerito suplente con la 17 en la espalda. Es un desastre el pibe, da rebotes en todas sus intervenciones.
El partido empieza a calentarse, más por costumbre que por el partido porque no hay jugadas fuertes o polémicas que prendan la mecha. Tiramos una docena más de pelotazos pero no conseguimos generar nada. Ellos cantan. Nos vamos yendo mientras el árbitro pita el final del partido. Antes de salir vemos a un suplente de San Lorenzo en el piso, agarrándose la cara. Se arma una mini refriega que parece no pasar a mayores.
El clásico termina y algunos vecinos van a estar más contentos que otros.
Algunos arrancarán la primavera con una sonrisa, y nosotros seguiremos unos días más en el invierno.
1 comentario:
dale las flores!
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