—¿Estás contento Walter Nelson, eh? -tiró el Perro desde el sillón.
—¡Y qué te parece! —exclamé—. Hacía 7 años que no podía entrar a mi blog, MI BLOG.
—¿Y ahora?
—¿Ahora qué?
—Digo, ¿vas a hacer algo? ¿Vas a empezar a escribir o vas a seguir boludeando, leyendo cosas viejas, durmiéndote en los laureles?
—Bueno, sí, no, o sea, lo que yo tenía pensado era...
—No tenías nada pensado, NADA, dejá de mentirle a la gente —interrumpió.
—No sabés nada, Perro, nada. Se vienen cosas grandes, GIGANTES. La recuperación del blog vino en el momento justo.
—¿Puedo serte completamente honesto? —preguntó el Perro.
—No.
—Me parece una pelotudez lo de tu blog. Es otro de tus intentos por aferrarte a un pasado más o menos idílico, en el que escribías mucho, en el que supuestamente hacías un montón de cosas. Sos de manual, Gringo, de manual.
—Tu honestidad es una mierda, Perro.
—Para eso están los amigos, para decirte boludo cuando estás siendo un boludo, para darte una cachetada en el momento propicio, para susurrarte al oído las palabras que no querés escuchar...
—¿Y para los buenos momentos?
—¿Tuyos? La verdad es que no me acuerdo si los tuviste alguna vez.
—Ayer metí un gol, Perro. Fue un golazo.
—Dejá de mentirle a la gente. Seguro que le constaste a todo el mundo lo del gol.
—Obvio. Fue un gran momento.
—El día que se te termine la mentira de la escritura vas a tener que ponerte a laburar por primera vez en tu vida.
—Esta tarde juego al fútbol nuevamente. Me tengo toda la fe. Si llego a meter un gol te lo voy a dedicar, me voy a levantar la camiseta y abajo voy a tener una remera: Para el amargo del Perro.
—Vos no le metés un gol a nadie. Así que me quedo tranquilo.
El Perro dio dos vueltas, se acomodó y se tiró a dormir.
Yo me quedé pensando en eso del pasado, de las anclas, de la escritura ya escrita y de las palabras por venir. El Perro no sabe nada. Esta noche voy a meter un gol, a favor en contra, da lo mismo. Un gol es un gol.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario