domingo, noviembre 02, 2008

Ladrones. Segunda entrega

La cosa es que la cosa se va escribiendo así. De a poco, de a poquito. Entonces un día es el número dos, y después el tres, y después así. Me gustaría encontrar alguna forma de que no se disperse entre los otros posteos, así los que lo lean puedan tener algún hilo conductor. Creo que se llaman "etiquetas", pero no estoy seguro. A los que lean esto que tiene un "2", vayan más abajo y encontraran uno que no tiene un "1", pero el título es el mismo "Ladrones". (ya veré si lo cambio; la verdad es que soy vago y poco imaginativo para eso de titular las cosas que escribo)
Bueno, ahí va/mos:

2

Bustos estaba solo, separado del grupo. Meditaba. Sentado sobre una roca, apoyado con las palmas de las manos sobre el piso, pensaba y no sabía cómo hacer. De tanto en tanto agarraba una piedra y la tiraba lejos; jugaba con un palito en la tierra y agachaba la cabeza.
A unos quince metros estaba el resto. Becerra y García tomaban agua. Aprovechaban para mojar los sombreros, recuperar energías. De reojo lo observaban a Bustos. Casi no hablaban. Ambos sabían. La palabra es accesoria. Las miradas dicen más. Aguirre acariciaba a su caballo, le hablaba al oído. Sin decir nada decidieron esperar. Estaban cansados. Tampoco podían perder mucho tiempo; los perseguían, eso lo sabían, pero tenían que aguantar. Bustos. Aguirre. Becerra. García. A López lo encontrarían en algún otro momento.
Dejaron los tres caballos descansando. El cuarto animal reposaba.
Becerra rompió el silencio:
- No va a aguantar y el lo sabe.
- Esperemos –dijo Aguirre.
Lo escuchaban a Aguirre. Le creían.
El viento cálido acariciaba el paisaje.
Los cardos acompañaban la música, el silbido. Cuatro hombres, cuatro caballos. Nada más.
Cuando el sol se movió lo suficiente Aguirre se levantó y caminó hacia donde estaba Bustos. Le puso la mano en el hombro. No se miraron a los ojos. Bustos asintió y el otro se volvió para el grupo.
Pasó un minuto.
Y otro más.
Bustos se levanta. Camina.
Los hombres lo observan de reojo entendiendo la situación. Lo respetan.
Saca su pistola de la alforja. La revisa una vez. Apunta a la nada. La revisa de vuelta.
Y camina. Y se acerca.
Pascuyí descansa. Sabe que de ahora en más va a ser descanso. Que se acabaron las corridas para él. Bustos acaricia el lomo de su caballo. Acerca su cabeza y le susurra algo al oído. Pascuyí no da más. Ha sido un buen caballo, un animal fiel. Sus piernas no le permiten seguir. Hay un solo camino para él.
Bustos lo abraza. Pascuyí espera.
Es eso o lo peor.
Bustos apunta. Cierra los ojos. Nunca lo ha hecho. Hoy sí.
Dispara.
Los pájaros vuelan en bandada.
Los tres hombres se levantan, se ponen sus sombreros y preparan todo para continuar. Hay que continuar. No queda otra.
Cabalgan. Cuatro hombres en tres caballos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Viene bien Gringo!! metele con la tercera... y si se entiende cómo viene de antes...
Te mando un abrazo

fulano/martínvillarroel dijo...

buena che, esperamos el tercero... abrazo de gol.