jueves, noviembre 24, 2011

Cuando el agua se tiñó de rojo




Unos años atrás realicé una nota a los "Wattas", el único equipo de waterpolo de Córdoba. Investigando un poco acerca de este deporte del que sabía muy poco, descubrí un documental producido por Quentin Tarantino y con él una historia, una asombrosa historia. El film se llama "Freedom’s Fury" y narra en paralelo los hechos ocurridos durante la Revolución Húngara de 1956 y la particular situación del equipo nacional de waterpolo, próximo a competir en los Juegos Olímpicos de Melbourne, Australia.
El 23 de Octubre se realiza una protesta estudiantil y 20.000 estudiantes marchan por las calles de Budapest. La jornada se extiende, miles de personas se van sumando a la manifestación. A las seis de la tarde, 200.000 personas ya están manifestándose en frente del Parlamento Húngaro. La ÁVH (la Policía Política Húngara) abre fuego desde los edificios provocando la muerte de cientos de personas. Una montaña de pólvora volaba en el aire del convulsionado país, el fuego de las metrallas hizo explotar todo. Desde el 23 hasta el 28 de octubre se suceden los enfrentamientos con las tropas soviéticas. La población ataca los tanques con bombas molotov y con armas robadas a las AVH. El ejército rojo se retira de Budapest y comienzan las negociaciones con el nuevo gobierno húngaro. Faltaban sólo tres semanas para el comienzo de los Juegos Olímpicos.
Hungría es la mayor potencia mundial en waterpolo. Dueña de 9 medallas de oro, 3 de plata y 3 de bronce, ha sido el país que más medallas ha conseguido en una disciplina a lo largo de la historia. El documental se centra en la historia de los jugadores, sus vivencias, el recuerdo de aquellos años. La calidad de las imágenes de archivo son impactantes y los testimonios dan cuenta de la difícil situación que pasaban, tanto los jugadores, como así también la población entera.
En el momento del levantamiento, el equipo de waterpolo húngaro estaba en un campo de entrenamiento en las montañas cerca de Budapest. Desde allí podían oír los disparos y ver las columnas de humo. El equipo era el vigente campeón olímpico; con los juegos de Melbourne a menos de un mes, pronto fueron trasladados más allá de la frontera, a Checoslovaquia, para evitar que se vieran envueltos por la revolución.
Finalmente, el 4 de noviembre, la Unión Soviética despliega la "Operación Torbellino". Más de 10.000 soldados, respaldados por 1150 tanques y artillería aérea, invaden las calles de Budapest. La lucha dura seis días y la Revolución es sofocada. La resistencia organizada finalizó el 10 de noviembre, la revuelta fue aplastada y comenzaron los arrestos en masa, lo que provocó que unos 20.000 húngaros huyeran en calidad de refugiados. El balance final fue de 722 muertos y 1.251 heridos del bando soviético y una cifra estimada de 2.500 muertos y 13.000 heridos por parte de los húngaros sublevados, aunque luego serían ejecutadas unas 2.000 personas más. Para enero de 1957, el nuevo gobierno instalado por los soviéticos y liderado por János Kádár había suprimido toda oposición pública.
La delegación nacional húngara ya estaba en Melbourne, donde debatieron si debían competir o no en los Juegos. Finalmente deciden presentarse. El equipo de waterpolo golea a todos sus rivales y accede a las semifinales donde enfrenta a la Unión Soviética. El partido no fue uno más. El estadio estaba lleno y miles de periodistas de todo el mundo cubrieron el evento. El 28 de noviembre se conoce como el "partido más sangriento de la historia".
Aquí es donde se tornan interesantes los testimonios de los jugadores de ambos países. Ahí esta la riqueza del documental. El partido se desarrolló en un clima tenso, marcado por la guerra entre ambos países, por la presión de la prensa y el público. Los jugadores rusos cuentan que el árbitro los perjudicaba constantemente. Relatan jugadas puntuales en las que se favorecieron claramente a los húngaros. Unos minutos antes de finalizar el encuentro y con los ánimos caldeados de un lado y del otro, se produjo la pelea: los jugadores se trenzaron a los puños y el agua de la pileta se tiñó de rojo sangre. Hungría ganaba 4 a 0. La imagen del rostro ensangrentado de la estrella del equipo húngaro, Ervin Zador, recorrió el mundo. La prensa se encargó de trasladar el conflicto bélico entre ambos países al deporte. Pero los jugadores entendieron que no era así: "Ellos también fueron víctimas del régimen", contaba Zador, refiriéndose a los representantes soviéticos. El mejor jugador húngaro no pudo disputar la final por una herida importante en su ojo derecho. Igualmente, el equipo consiguió la medalla de oro al derrotar al duro equipo yugoslavo por 2 a 1.
Hay mucho para contar pero el espacio me codea y me recuerda los límites de la palabra. El documental es riquísimo pero muy complicado de conseguir. A aquel que sepa bucear y tenga suerte de encontrarlo, podrá disfrutar de una historia dura, difícil pero real.
Hasta la próxima. Abrazo de lucha.

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