martes, julio 06, 2010

Nota

Columna de opinión/color semanal que estoy escribiendo para el diario Comercio y Justicia. Esta fue la de ayer.
Abrazo.

No cuenten conmigo


En la frente no caben más arrugas. La palma de la mano sosteniendo una cabeza que da vueltas, que no lo puede creer, que no lo quiere creer. Quedar afuera, que no salga una, ligar cuatro golpes en la red, ver los festejos ajenos. No, esto no pasó; que el sueño siga, por favor que siga.
Ahí estamos todos preguntándonos qué carajo hacemos ahora, quién tiene la culpa, a quién vamos a castigar, qué vamos a hacer con tanto asado, con tanta alegría planificada, con tanto futuro feliz trunco. El fútbol en estas tierras es todo y es nada. Hoy quedamos con la amarga sensación de vacío. Hoy somos un puñado de nada en una historia que nos contó que éramos mucho. Lamentablemente el tiempo se nos pasa y se acumulan generación que heredan una serie de alegrías futbolísticas de las que muchos no fuimos parte. Una gran mayoría de la población jamás fue campeón, jamás vio al equipo patrio en una final, levantar la copa, sentirse único. Y como estas son cosas que pasan cada cuatro años la espera se torna insoportable.
Imagino el paisaje repetido de críticas. Más que críticas acusaciones, dedos señalando a diestra y siniestra y un coro de "yo les dije". La figura de Maradona, tan fácil para cargarla de culpas, recibirá munición gruesa. En este caso prefiero quedarme con las palabras de un Osvaldo Soriano que nunca muere, en aquel Mundial del ‘94: "Maradona es el gran relato de este país. Un gran relato que todavía no terminó. Nosotros estamos viéndolo ahora en la inmediatez. El tipo que tiraba balines a los periodistas hace tres meses, el que la estaba rompiendo y ahora quedó fuera del Mundial. Pero el problema no es sólo Maradona. Porque lo que le pasa al sujeto de nuestro amor no puede sernos ajeno. Por eso no cuenten conmigo para crucificar a Diego."
Los partidos son películas tensas, dramáticas, con inicio, nudo y desenlace. Argentina estuvo ajeno y peleado con las dos primeras partes y fue todo lo segundo. Ahora, a esperar el siguiente estreno.
Hasta la próxima. Abrazo de consuelo.


p.d: la nota salió con otro título. Hoy, luego de unos días, sentí que este era el título que me convencía.

lunes, junio 28, 2010

La concha de su madre

Me tiene podrido Brasil.
Son la mejor selección y la más puta.
Son un montón de jugadorazos detestables, llorones y cagones. Y el ícono de todo ese rejunte de mamitas es el putazo de Robinho. Cada roce parece ser un escopetazo al pecho. Se tiran como si la muerte los estuviera empujando. Ay, qué bronca que me da.
Me molesta verlos festejar.
Me molesta verlos ganar.
Me molesta el color de la camiseta.
Me molesta sus sonrisas.
Me mo-les-tan.

Eso.
Quería desquitarme mientras veo estos octavos de final entre Chile y Brasil.
Eso.
Abrazo.


Y encima los putos acaban de meter el tercero................. Con una contra de un guaso que se llama Ramires y un gol del hijo de re mil puta de Robinho.

miércoles, junio 23, 2010

Idolo



¡PA-LEEER-MOOOOOO / PA-LEEER-MOOOOOO!


viernes, junio 04, 2010

Cuento

Hace unos días terminé un cuento. Un cuento viejo, viejísimo. Hace más de un año puse la palabra fundacional. Escribí unas páginas. Lo dejé. Al mes lo agarré, escribí otras páginas y lo dejé Y ahí quedó, lleno de telarañas. Hoy, después de 10 meses, abrí el archivo respiré hondo y lo terminé.
Lo había abandonado porque pensaba que era una mierda. Ahora que lo terminé estoy contento pero sigo pensando que no está bueno. Que no me convence. Igual quería compartirlo pa ver que piensan. Así que mandaré por mail el texto a quien quiera así me da su crítica.
Un abrazo:



gringo

jueves, mayo 20, 2010

Las cosas de Barrio Las Flores V

René

Domingo de estos inviernos cordobeses, con sol y mangas cortas. El reloj descansaba sobre el mediodía y en la calle el olor a asado tumbaba las amarguras y despertaba los estómagos. Los autos en la calle, las familias visitando a las familias, las risitas, las guitarras, los gritos de alegría, que suben desde los patios y bajan a la vereda.
Yo, solo en casa. Cerca de las dos de la tarde agarro la bici y voy a visitar a mi familia del barrio: los guasos de la pizzería. Cargo un envase de cerveza en la mochila y me voy a lo de René a comprar la birra para no caer con las manos vacías.
Pedaleo los treinta segundos, las dos cuadras que me separan del almacén. En la heladera hay Quilmes (a priori mi primera elección), Brahma y Budweiser, en mi bolsillo $4.75. Pregunto los precios:
- La Quilmes está a $5.25 y la Brahma a $4.75.
- Dame la Brahma nomás.
René busca la más fría y yo, como para cumplir un ritual de charla de almacén, le comento que la otra vez compré en General Bustos, la Brahma a $3.25. Y ahí René empieza su historia, su parte en el asunto, su codo de amigo a amigo:
- Sí, yo voy a bajar los precios la semana que viene. Resulta que viene el preventista, el que me trae las cervezas y me dice "ojo que la cerveza va a aumentar". Entonces yo le digo que bueno, que me deje diez cajones. Ves vos lo que me hace después el hijo de puta, viene a la otra semana con carteles de precio sugerido y me dice que la cerveza va a bajar. ¡Qué guanacos que son estos culiados! Yo le dije que ni mierda voy a bajar el precio, que cuando se me terminen los diez cajones que compré más caros, después voy a bajar yo. ¿Podés creer lo que son estos tipos? Te vienen con el verso del aumento para venderte más y después te caen con otra.
Yo asiento con la cabeza y le digo algo como qué barbaridad. Con el envase lleno en la mano, saludo, agarro la bici y sigo.
Mientras, René nos transfiere a todos su pelea con Brahma y seguiremos pagando más caros los porrones. Habrá que esperar una semana más para beber cerveza a unas monedas más baratas. Igual, la anécdota provocó unas buenas risas entre los guasos de la pizzería. Y la vida es un poco más importante que cincuenta centavos. Por lo menos garpé las carcajadas y comí en familia.

domingo, mayo 02, 2010

Los locos archivos olvidados

Otro pedazo de cuento que nunca continué. Arranco este estracto de eso que jamás será concluido. A verrrr...



A Manuel Ituxberría, de chico le decían "manu". Hijo de dos anarquistas exagerados, manu creció en un suburbio de la ciudad, un barrio que se venía abajo junto con el país. Sus padres decidieron en un momento de éxtasis ideológico que no mandarían a su hijo a la escuela primaria, ya que el estado tiene como núcleo dominador del hombre a todo el aparato educativo. Y ellos no iban a dejar que los tentáculos de la represión le alienaran la cabeza a su pequeño con lógicas liberales, occidentales y cristianas.
Los vecinos advirtieron que manu deambulaba todo el día en la calle, y que sus pantalones estaban rotos y sucios. Tres viejas que se habían aburrido de barrer la vereda, consideraron que esto no podía ser, que el niño sufriría, que no es posible, que tiene que ir al colegio, que por favor alguien le parche esos pantalones al nene, que mi hijo no se va a juntar más con el tuyo. Los padres de manu escucharon todo el discurso de pseudo preocupación por el prójimo y los mandaron al carajo. "El chico va ser y hacer con su vida lo que le plazca". Con tajo en la cara y orgullo tirado al piso, las viejas se fueron hasta la policía a denunciar maltrato infantil, abuso de menores, falta de responsabilidad paterna, veredas sucias, y mal aspecto. Los canas, con tal de sacarse a las viejas de encima, hablaron con un juez de menores. Amenazaron a los anarquistas con quitarles a manu si no lo mandaban al colegio, cosían esos pantalones negros, y barrían la vereda. Manuel en un reformatorio hubiera sido un triunfo de la hegemonía que ostentaba el poder. Resignados, Manuel Ituxberría, empezó el primer grado a los ocho años de edad.
Manuel, igualmente, no corría con desventaja: ya sabía sumar, restar y hacer multiplicaciones simples. Desde los cuatro años había empezado a agarrar los libros. Recitaba en voz alta los "Anarquistas Expropiadores", de Osvaldo Bayer, para delirio de sus padres. El chico no entendía nada, pero el hábito de lectura se hizo cada día más intenso y profundo.
Cuando estaba en 3er grado le dijo a la señorita que era una mentirosa, que a los nenes no los trae ni una cigüeña de París, ni vienen en un repollo, ni nada de eso, que las relaciones sexuales entre el hombre y la mujer son algo hermoso, que le daba bronca escuchar semejantes mentiras de la boca de la que se supone es la que les tendría que enseñar la verdad, que no iba a venir más a clases hasta que las cosas no fueran claras, y que los compañeros merecían saber la verdad y no mentiras pintadas con crayones de colores. La Señorita Mirta Angioletti, llamó a la directora de inmediato. Ninguna de las dos oligofrénicas sabía qué carajo hacer con "este pendejo de mierda que nos está cagando la vida desde que entró al colegio". Llamar a los padres hubiera sido inútil. Hacerlo repetir de grado hubiera causado una mala impresión y un deterioro de la imagen del colegio; además, el pibe seguiría estando en el colegio. El problema (para las viejas) era que manu tenía excelentes notas, sus compañeros lo querían y lo respetaban (recordemos los años de más) y había logrado que varias Señoritas lo valoraran y hasta consiguió que algunas volvieran a los libros para capacitarse pedagógicamente: "cuando uno se dedica a la docencia tiene un arma fundamental en su poder, si esa arma cae en manos equivocadas, o se utiliza incorrectamente, el pueblo pierde su capacidad de lucha". Esta reflexión salió de la boca de Manuel Ituxberría a los doce años de edad.

domingo, abril 25, 2010

Como pa postear algo..........................

Esto será algo más similar a esos diarios íntimos que tanto polulan en los blogs. Eso que tanto aborresco pero que ahora voy a acercarme porque sí.
Esto será algo raro por la hora y el día. Hoy, domingo, tuve la rara sensación de vivirlo desde las nueve de la mañana. Es que ayer fuimos a la cancha; y el asado previo; y los estimulantes previos; y lo previo; y la previa; y el durante, uff, el durante...; y el después (el post). Y a las nueve de la noche me morí, en el entretiempo de Huracán - Independiente.


Domingo. Mañana de sol.
Barrio Las Flores.


El problema de empezar a limpiar algo es que hay que terminarlo.
Me desperecé y meé y lavé dientes y miré al espejo y acomodé con las manos el poco pelo y salí del baño para volver al rato. Puse la pava, tomé mate, intenté escribir una buena historia con meses de abandono. No, no hubo caso. Seguí tomando mate y pasé ese rato que anticipé para visitar el baño y dejar el asado de ayer, el fernet y los mates.
Más liviano y más despierto puse algo de Trula para amenizar la mañana que ya empezaba a mirar con cariño al mediodía. Calenté más agua para seguir mateando. Vi la cocina (las hornallas y sus alrededores). Un asco. Hace mucho que no hago nada en la casa, pensé. Voy a limpiar la cocina (el artefacto, no el espacio). Empecé. Me cansé rápidamente. La espontánea acción me llenó de regocijo pero estaba agotado. Contemplo mi obra con orgullo. Los chicos van a estar chochos cuando lo vean, pienso. ¿Se darán cuenta que lo limpié?, vuelvo a pensar. Miro hacia la izquierda, al lado del artefacto llamado cocina. Ahí está, casi como un objeto decorativo, el microondas que me regaló mi vieja cuando nos fuimos a vivir con los muchachos. Un cuadrado gigante, de los viejos, de los que sólo le anda una función, pero todavía anda. Como los equipitos de música que van muriendo de a poco; primero el cd, después las caseteras, el volumen, un parlante, para quedar en terapia intensiva agonizando con una AM a todo lo que da, escuchando el partido de visitante.
Me fui para volver. El microondas vive al lado de la cocina. Se chupa todo el aceite, la salsa, todo tipo de salpicaduras. Le voy a pasar un trapo ahí arribita pa sacarle la tierra pegada, dije. Y lo hice. Y acá es donde viene el problema. Porque cuando abrí el coso para limpiar un poco mejor la superficie a la vista, metí la mirada en el interior y observé toda esa grasa pegada, toda la suciedad de color marrón claro, oscuro, mezclado. Y la puta madre que lo parió. Agarré el Cif (sí, el Cif) y me puse a sacarle toda la porquería al maldito microondas. Esponja, trapo, servilletas de papel, la otra, también, la de alambre. Todo el circo de la limpieza. Treinta minutos para limpiar una superficie de un metro en una casa gigante. ¡Más de media hora, más!
Pienso en las amas de casa. O en los histéricos de la limpieza. Pienso en esa gente que tiene un día al mes o a la semana para limpiar, ponele, las ventanas o el horno o la biblioteca o la heladera o ... (completen ustedes esta lista de limpiezas que NUNCA se realizan)
Este texto no tiene moraleja, creo. No tiene un remate que deje en claro alguna sensación fuerte. No. Pero voy a incluirlo en una serie de textos etiquetados bajo el nombre convivencias.

No sé.
¿Termina?
Sí.
¡Un abrazo!

lunes, abril 19, 2010

Recuerdos

Primero, feliz cumpleaños.
Segundo, felicidades, en serio.
Tercero, recordarte.
Fue algo así: me trajiste la posta, me ayudaste a esto que soy. Me trajiste con una anécdota de viaje una verdad gigante.
Fue algo así: viajando, haciendo dedo, yendo de Córdoba a Montevideo, charlando con el camionero, y éste que dice, me contás, "yo la verdad que no entiendo... cómo van a andar diciendo 'che, chabón, che, chabona'; ¡carajo!, los cordobeses dicen 'guaso'; es así; nada de usar esas boludeces".
Fue algo así: el camionero, vos, tu dedo levantado, tus vacaciones, la casualidad gigante que decidas contar eso y no otras cosas, o eso y otras tantas cosas.
Es así: acá somos guasos, y vos sos guasa para mí. Para algunos serás la seño, para otros hija, hermana, novia, amiga o compañera, el apocalipsis o la víbora (según elijamos los recuerdos).
Ya. No me hace ni falta decir tu nombre.
Te quiero, guasa.
Feliz cumple.

viernes, abril 09, 2010

Invitación

El Club Atlético Belgrano invita, este viernes:

lunes, abril 05, 2010

Brujas




Brujas.
Ciudad de canales. De agua por todos lados.
Ciudad Medieval. De historias.
Al parecer
todo puede suceder.


Un abrazo a mi niñéz:

Me dijeron que en el reino del revés
nada el pájaro y vuela el pez,
que los gatos no hacen miau y dicen yes
porque estudian mucho inglés.

VAMOS A VER CÓMO ES EL REINO DEL REVÉS…

Me dijeron que en el reino del revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres.

VAMOS A VER CÓMO ES EL REINO DEL REVÉS...

Me dijeron que en el reino del revés
cabe un oso en una nuez,
que usan barbas y bigotes los bebés
y que un año dura un mes.

VAMOS A VER CÓMO ES EL REINO DEL REVÉS...

Me dijeron que en el reino del revés
hay un perro pequinés
que se cae para arriba y una vez
no pudo bajar después.

VAMOS A VER CÓMO ES EL REINO DEL REVÉS...

Me dijeron que en el reino del revés
un señor llamado Andrés
tiene mil quinientos treinta chimpancés
que si miras no los ves.

VAMOS A VER CÓMO ES EL REINO DEL REVÉS...

Y me dijeron que en el reino del revés
una araña y un ciempiés
van montados al palacio del Marqués
en caballos de ajedrez.

VAMOS A VER CÓMO ES EL REINO DEL REVÉS...

M.E.Walsh.

Otro mundo

Me llega un mail de un conocido.
Título del asunto: "vendo notebook".
Abro.
No hay caso, el mail viene escrito en chino:


"Gente,

Vendo la siguiente notebook:

Características

Marca: Asus
Modelo: UX50v
Peso: 2,6Kg. Ultradegada.
Procesador: Intel Centrino Core2 solo SU3500.
Memoria Cache: 3Mb L2.
Memoria RAM: 4GB. (max 8 GB).
Dos Placas de video incluidas: nVidia GeForce G105M/Intel GMA 3500.
Memoria de Video: 512 MB dedicados (no compartidos con la RAM).
Disco Duro: 500GB SATA.
Sistema operativo: Windows Vista 64 bits Home Premium Original
Unidad de Disco: DVD+/-RW CD-RW doble capa
Display: 15,6'' LED de alta definición (1366x768)
Placa de red: 10/100/1000 Mbps Athereos
Paca de red inalámbrica: Intel 5100 802.11a/b/g/n
Placa de sonido: Altec Lansing con SRS Premium Sound y Subwoofer.
Teclado: 101 teclas inglés con teclado numérico. Retroiluminado.
Dispositivo señalador: Touchpad con scroll up y down dedicado.
PC card slots: ExpressCard/54 compatible con ExpressCard/34
Batería: 2800mAh.
Puertos:
1 Lector de tarjetas 5 en 1.
1 puerto eSATA
1 puerto HDMI
1 puerto Infrarojo
1 puerto de expasión de notebook
3 puertos USB
1 puerto RJ45
1 puerto VGA
1 puerto Auriculares
1 puerto Micrófono"

Qué lejos estoy de algunos mundos...

jueves, marzo 11, 2010

Palabra mayor



"No creo que sea lo mismo la soledad en Dinamarca que la soledad en Argentina. No es que descalifique la soledad del pobre dinamarqués. Una persona se puede sentir como la mierda en cualquier país, pero el dinamarqués va y se suicida; en cambio aquí la soledad nos acompaña desde el nacimiento, junto con la idea de que hay pocas maneras de incidir en el curso de nuestras vidas, porque estamos más expuestos a vicisitudes del país que a las propias. Un argentino, en lugar de suicidarse, deambula, deambula. O se mete en problemas. Si pienso ahora en los personajes de No habrá más penas ni olvido, esos peronistas que se pelean a muerte, hasta el día anterior en que empieza estaban lo más bien, no pasaba un carajo, todos amigos en el pueblo. Ningúno de ellos podía prever que tendría un destino histórico. Son de una clase social muy precisa, tipos que nunca serán ricos ni aspiran a serlo, y de prontola historia los alcanza y los arrastra, porque así es la historia argentina. Uno da un paso y lo arrastraban cinco pasos más y ya estás en el medio del mar y hay que nada o te hundís."


Osvaldo Soriano

lunes, febrero 22, 2010

Aguasfuertes madrileñas II

A los Nitratos.



Pienso, primero, en algunas de mis quejas, en las constantes dificultades que tuve para encontrar un lugar cómodo para escribir, un teclado como los nuestros, una silla, un escritorio, o eso que se llama ambiente. Pienso, luego, en los comienzos de un texto. Esto ocurre en el momento en que teóricamente todas esas condiciones que me impedían escribir se esfuman ante la presencia y la sensación de estar en "ambiente". Me siento por primera vez en muchos días al frente de una computadora. Nada sale. Ni siquiera tengo ganas de escribir. Cierro todo y vuelvo al blanco absoluto.
Horas más tarde camino por Madrid; me doy cuenta que todo es nada cuando uno no piensa, cuando no hay ganas de escribir, cuando los entusiasmos se duermen detrás de excusas, cuando no empujamos la voluntad. Llueve o nieva insistentemente, prepotentemente. Mientras camino empiezo a escribir sin papel. Vuelvo a pensar en los comienzos y caigo nuevamente a los lugares conocidos, a mis lugares felices. Cuando las palabras se empiezan a acumular en mi cabeza, cuando las imágenes se pegan una tras otra en un gran negativo de cine, sé que estoy listo. Busco la crónica, la vivencia, los lugares y ahí aparece Arlt, caminando al lado mío, fumando un cigarrillo, ofreciéndome una palabra que no se muere nunca, que acumula vigencia cada año.
Creo recordar un prólogo a una de sus (fantásticas) novelas: Los Lanzallamas. Voy hacia allá. Leo y encuentro una respuesta a mi presente, escrita hace más de setenta años. "Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana". Y sigue: "Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedimiento técnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras".Las palabras me sacuden. Son el cross a la mandíbula que Arlt siempre buscó. Ante tantas cachetadas y sacudones sólo me resta renunciar a la dejadez y empezar a escribir.
Es muy fuerte: "cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte". Esa frase tiene mil traducciones; una de ellas, quizás, sea: "dale, pendejo, ponete las pilas". Arlt es un caudillo aconsejando al pibe que recién sube a primera. Lleva, sin dudas, la cinta de capitán, las medias gruesas, sin canilleras y juega siempre con los mismos botines (vieja cábala). Arlt nos apadrina a todos los comunes, los ordinarios, los cotidianos, los que, como él, "no escriben bien", no son refinados, no tienen "estilo". Somos del equipo del trabajo, que miramos con lástima a las estrellitas que se alumbran entre ellos, a los que viven con la paja mental, los que creen ser "los elegidos", la vanguardia literaria. En las concentraciones largas, en las noches de insomnio, nos dice, mientras tomamos un mate, que "para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad". Soberbio, Roberto, soberbio.
Dije, unos renglones más arriba, que había pensando en los comienzos. Es verdad. También dije, que había pensando en Arlt, en su prólogo, en su comienzo. Todo parece tener alguna coherencia; un poco frágil, pero mínima coherencia al fin. Y esto, que se suponía que iba a ser una introducción a algo, ahora es un texto propio. Y ahora quiero escribir sobre Arlt y no de ese algo. O, mejor aún, dejarlo hablar a él, que es un campeón y que siempre que define la manda a guardar, aunque no sea con una definición de lujo y los críticos digan que tiene suerte. Pero eso a la tribuna no le importa una mierda y delira cada vez que Arlt va fuerte al piso a trabar con el rival y la manda al lateral. El sudor de la camiseta no se olvida.
"El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen".
El porvenir es triunfalmente nuestro.
Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la "Underwood", que golpeamos con manos fatigadas, hora tras hora, hora tras hora. A veces se le caía a uno la cabeza de fatiga, pero…. Mientras escribo estas líneas pienso en mi próxima novela. Se titulará El Amor brujo y aparecerá en agosto del año 1932.
Y que el futuro diga.
Roberto Arlt"



Yo no puedo agregar nada más.

domingo, febrero 21, 2010

Nada que envidiar





Estadio Santiago Bernabeu. Real Madrid.

martes, febrero 16, 2010

Crónicas Amsterdamianas (The dutch chronicles)

El tren avanza a buen ritmo. Es de noche y no se puede ver casi nada del paisaje. Al parecer hay nieve, pero tampoco lo podemos confirmar. Llegamos a la estación central y la primera sorpresa es la confianza local: en ningún momento nos pidieron el pasaje de tren. Pienso como argentino: podríamos haber viajado gratis.
Salimos de la estación y confirmamos la nieve (y el frío). Amsterdam está más que despierta y la gente deambula por todos lados; las bicis circulan a pesar de la lluvia persistente y las bajas temperaturas; los tranvías están por todos lados, y también se ven un par de automóviles por las callecitas empedradas. Con los primeros pasos le regalo mis primeras sonrisas a la ciudad.
Amsterdam es una ciudad increíble. La gente parece vivir feliz, en un cuento que ellos mismos escriben. Suena cursi, pero así se siente. Acostumbrado a vivir y codearme con esa decepción indescifrable que implica ser argentino, con ese péndulo de felicidad y tristeza que llevamos a todos lados, como un reloj pesado, colgado en el cuello, la tranquilidad de los holandeses me llenaba los ojos de sorpresa. Los tipos parecen estar viviendo con total despreocupación; sólo compararble con la sensación efímera de las vacaciones: los quince días mágicos de los cotidianos trescientos sesenta y cinco.
Leo en la guía: "Amsterdam es una ciudad multicultural, viva y alegre. La historia ha marcado su carácter abierto, al ser una urbe que nació mirando al mar y, a través de él, a otras tierras lejanas. Es una ciudad acostumbrada desde hace siglos a recibir visitantes de otros países, de otras culturas y otras lenguas. Es difícil sentirte extranjero en Amsterdam, porque es una ciudad de todos y para todos. Estandarte de la tolerancia en el mundo entero, Amsterdam sigue el lema de "vivir y dejar vivir". Perderse por su casco antiguo, por sus barrios señoriales, su barrio judío y su sorprendente barrio rojo, permite al visitante beber su esencia. Amsterdam es una ciudad que se percibe con los cinco sentidos: se huele, se saborea, se observa, se toca y se deja oír. Amsterdam, sobre todo, se deja querer".
Las palabras de la guía me parecen magníficas y creo que esta mina (es una mina la que escribe las guías) debería dejarse de joder y ponerse a escribir en serio.
Leo la parte de "una urbe que nació mirando al mar" y desde algún lugar de mi ignorancia pienso que este país fue uno de los mayores colonizadores de la historia. Durante siglos se metieron a cuanto país africano (y algún americano) se les cantó. Pero, así y todo, la historia prefiere recordar (y con justa razón) a los piratas ingleses, los saqueadores españoles y portugueses, los oportunistas franceses. ¿Y Holanda? ¿Y Bélgica? Estos tipos son tan simpáticos que se las han arreglado para quedar bien parados ante el mundo. Parece ser así: "Amsterdam se deja querer".
La ciudad es toda agua. Los canales se distribuyen como una gran tela araña que termina en el mar. Cientos de puentes y puentecitos conectan la ciudad, y las casas, casi todas de dos o tres pisos, una pegadita al lado de la otra, parecen estar en constante bamboleo, como siguiendo la respiración del agua, como si estuvieran a punto de venirse abajo.
Nuestro alojamiento está ubicado en plena zona roja. Lejos de ser un lugar de ambientes pesados, oscuros y peligrosos, esta parte de la ciudad estalla de vida. Levanto la cabeza hacia el cielo y vuelvo a mi Córdoba, a la noche del mercado de abasto, a la calle San Martín, Libertad, La Tablada, Humberto Primo, a las sombras que persiguen sombras. Otra cosa. Bajo la cabeza y estoy en Amsterdam y recorro las callecitas plagadas de Coffee Shops, Sex Shops, bares, locales de comida, y más de una docena de restaurantes argentinos. Me sorprende la cantidad. Ante el primero me saco una foto. En el segundo sólo fotografío el cartel. Y ya cuando me doy cuenta de la cantidad de locales patrios, sólo me río y sigo caminando.
En un momento me detengo a ver la vaquita iluminada del local. De repente sale un flaco, con un manejo del castellano similar a mi manejo del holandés, y arranca a los gritos: "¡restauran argentino! ¡Quilmes, carne, empanadas, Aberdeen Angus!" El guaso tiró todo el catálogo de saberes gastronómicos argentinos, sin omitir el nombre de una vaca. Sonreí y le dije "gracias, pero no". Pagar veinte euros (x $5,43) por un pedazo de falda o aguja parrillera se lo dejo a los estómagos resignados a extrañar la patria y a las billeteras más gordas.
Empiezo a comprender mi simpatía por este lugar: esta gente no parece europea. Hay una intención constante de amabilidad, de relacionarse con el extraño total, que se asemeja más a lo nuestro, al rasgo destacable del latino.

Es el último día. Mientras espero en la estación de trenes me cebo un mate. Dos policías vienen caminando. Se frenan, ven algo verde, con humo y una bombilla. "Mate –les digo- Argentina". Sonríen y siguen. Hasta los policías parecen tener moral. El tren arranca y por la ventanilla veo una ciudad a la que quizás jamás volveré. Amsterdam te invita a ser algo más que una mano sacando fotos, a buscar un poquito más que un museo, una iglesia, o un palacio, a dejar la ropa de turista, a buscar la sensación y no la acumulación de postales. Y eso alcanza para conmover.

lunes, febrero 15, 2010

sábado, febrero 13, 2010

Y sí...




No importa en qué cancha juguemos...

sábado, febrero 06, 2010

Desde Berlín

No es fácil encontrar un ciber.
No es fácil escribir en cibers.
No es fácil escribir en cibers que tienen los teclados con las teclas en otros lados, donde se hace imposible escribir dos palabras seguidas, donde no tenés los signos de puntuación, ni los acentos, ni las enies ~, pero tenés, por ejemplo "µ", "ß", "ä", "ü" y la muy popular "ö".
No es fácil conectar un usb para descargar y subir fotos si la cpu (o "el" cpu) está todo cerrado con un armazón de madera y un candado, y vigilado por dos turcos (o de alguno de esos países) con mucha cara de malo.
No, no es fácil.
En Berlín encontré los acentos, por lo menos.
Espero encontrar, en algún momento, algo parecido a la tranquilidad para proseguir con estas aguasfuertes/crónicas/textosquemegustanhacer y evitar que las palabras se me vuelen... y no vuelvan.
Trataré, en la proximidad de los días, hacer fácil lo difícil.
Hasta ese día.
Abrazos!

jueves, enero 28, 2010

Aguasfuertes madrileñas

Primer impacto: todos escavian todos los días todo el día. Acá me voy a adaptar rápidamente, pienso. Hay bares cada 20 metros; uno pide una cerveza (una "caña") y te traen un vacito de choop acompañado de una "tapa", que es un platito con algo para picar. Esto puede ir desde unas aceitunas hasta un pedazo de pan con bife de cerdo y aceite de oliva. Una locura. Empiezo a pensar en las posibilidades de instalar un barcito en Córdoba. Cuando avanzo en delirios algo me vuelve a llamar a la realidad: sos pobre, concentrate en imaginarte desde este otro lado de la barra. Bueno, me consuelo, tampoco se la pasa tan mal.
Segundo impacto: esta gente fuma mucho. Es increíble la cantidad de personas que fuma tabaco. Siempre se ven grupitos de guasos y minas, cagados de frío, en el palier de un edificio, fumando un pucho. Corren con ventaja: en casi todos los barcitos estos se puede fumar. Imagino el placer del fumador cuando puede combinar el alcohol con el humo.
Tercer impacto: todo es previsible. Las cosas suceden en un marco de previsibilidad. No hay histeria, no hay sorpresas desagradables... (me pregunto si también carecen de sorpresas agradables) La gente se levanta, espera el subte (metro) o el colectivo, o lo que fuere, a la misma hora, todos los días. El almuerzo sale lo mismo siempre, los impuestos también, difícilmente haya delitos sobre la propiedad privada, todo está explicado, ordenado, limpio. Eso impacta mucho. Charlando con mis primos les cuento esto y les digo que admiro esas seguridades pero que no sé si podría vivir así, que en Córdoba no sabés qué carajo te va a pasar la semana que viene, que vivimos con un ritmo de nervios, histeria e inseguridad pero que éstas se promedian con una cantidad inexplicable de sorpresas agradables y seguridades de otro tipo: un abrazo, la cerveza con el vecino, el fulbito de los martes, la cola interminable del almacen, la avalancha de un gol en el último minuto, el chiste del tachero, la puteada de cualquiera, las veredas rotas y los perros callejeros. Una lista incompleta, improvisada, algo cursi e imposible de comparar, pero que busca explicar algo difícil de explicar: las elecciones.
Cuarto impacto: el silencio. O por lo menos la falta de ruidos fuertes. La ciudad tiene un ritmo tranquilo; quizás se deba a todo lo recién mencionado en el tercer impacto. La gente habla a un volumen bajo. Es difícil escuchar las conversaciones ajenas. No es que sea metido, es que se me da por intentar descifrar si las personas son españolas, argentinas, rumanas, yanquis, francesas, o cameruneses. No hay gritos, no hay bocinas, música fuerte, ladridos de perros, escapes de moto, "lleve el tomate loco", "breteles de silicona dos por cinco pesos" , "librooooos", "pilas despertadores encendedores todo", "la luciérnaga", ni nada de eso.
Hay mil cosas más. Seguiré con los ojos abiertos, los oídos atentos y la tonada sintonizada en cordobés, para nunca olvidarme de dónde soy y qué cosas amo.

sábado, enero 23, 2010

Una pared limpia no dice nada

Las paredes son las imprentas de los pueblos, o algo así.
Resulta que yo suelo visitar un blog muy bueno que se llama "A lo Belgrano". El concepto del guaso que lo hace es siempre el mismo: construir desde la historia, contar lo que no se sabe, volver al pasado para mirar el futuro y el presente y siempre, pero siempre, tirando buena onda. Él posteó una serie de fotos de las pintadas que rodean al Gigante. Yo comenté el post diciendo que había una muy buena que dice "Muchos mitos existen acá" (frase de la excelente canción de Las Pelotas, que Sokol cantaba con toda la onda) ¿Qué hace el guaso del post? Al toque postea este video increíble que ahora yo comparto para ustedes. Mi intención es que yo no tenga necesidad de postear las cosas que él tiene y que sean ustedes los que entren a este buen blog, sean de Belgran o no.
Un abrazo y disfruten que está muy bueno el video.

jueves, enero 14, 2010

Archivo

Para los que no están de vacaciones.
Para los que, como yo, tuercen cabeza, espalda, brazo, mano y pierna para adaptarse al resto. Algunos de ellos: juan cruz, chucho, rubiolo, una chica que me gustaba en la primaria que se llama/ba Julia Pereyro, Hugo Chávez, nico y nacho ramia, y una mención especial para cintia. Seguro que alguno me olvido.
Acá va, un texto malísimo escrito hace un montonazo de años. Pensé en re-escribirlo para corregirle (aunque sea) algunas frases chotazas. Pero no. Lo hecho hecho está.
¡Abrazos!

Los derechos de los zurdos

Creer en el cambio, hacer cambios para el cambio. Creer en la utopía de otro mundo. Ser más humano. Tratar de construir con el otro. ¡Qué difícil ser zurdo en un país de derecha! Qué difícil tratar de ser todo esto. Todo esto es difícil, pero es realmente difícil ser zurdo cuando todo está preparado para la derecha.
Hace muchas décadas, a los que eran zurdos, les ataban la mano detrás de la espalda para que escribieran con la derecha. Ese es un signo que no puede pasar por alto. No entiendo cuál podría haber sido el problema de escribir con la izquierda. Se ve que la derecha sentía la amenaza de una izquierda intelectual, entonces puso la maquinaria en movimiento.
Las tijeras, las cámaras filmadoras, los instrumentos musicales, el mouse de mi computadora, los abrelatas, y otras tantas cosas que son pensadas solo para derechos. ¿Y a nosotros que nos queda? ¿Tan solo la resignación a adaptarnos?
Salvo Maradona (el más grande), al resto de los zurdos se los critica por ser "demasiado zurdos". El "piojo" López, el "pocho" Insua, y el tan insultado Josemir Lujambio, entre otros, son un claro ejemplo. Lo extraño es que la mayoría de los derechos tampoco pueden tirar un centro con la pierna menos hábil pero a ellos nadie les dice nada. En el fútbol también nos discriminan.
Voy a la facultad y en un aula para 200 personas hay solo 20 pupitres para nosotros. Siempre relegados en una punta. Siempre poquitos. ¿Es para tanto? ¿Será ese otro de los decretos de la Ley de Educación Superior?


No había de estos en la primaria...

Y por último, las armas. Si prestan atención, todas las armas de fuego están hechas para el uso exclusivo de los diestros, con el seguro del lado del pulgar. En síntesis: solo para la mano derecha, para que las usen las derechas. ¿Tanto miedo hay de que los zurdos tomemos las armas? ¿O sea que la derecha tiene a su disposición la industria, el conocimiento, las armas y salvo maradonianas excepciones, también el fútbol? Esto no está bien. ¿No creen?
Dicen que los zurdos usamos el otro hemisferio del cerebro, el derecho, vaya paradoja ¿no? La sociedad nos discrimina, nos corren por derecha. El mundo sigue su marcha sin esperarnos. Nosotros, los que pensamos distinto, los que usamos esa parte de la cabeza, que ustedes, los derechos no usan, vamos quedando solos. Un grupito reducido de personas que nunca dejará la lucha por tratar de que todos, alguna vez, despierten su cabeza dormida y piensen distinto.





p.d: tengan en cuenta eso........ la edad del texto y la del guaso que lo escribió. Es como pa pasar el rato.........
P.d: cuando yo escribí esto Messi todavía gateaba....


ANEXO:

Antes de publicar este texto choto pensé en poner una foto. Bueno, boludeando en google me di conque el 13 de agosto es el DÍA INTERNACIONAL DE LOS ZURDOS. (¡Mortalazo!) Si van acá pueden leer algunas cosas interesantes. Ponele: al parecer hay entre un 8 y un 13% de zurdos en el mundo, pero "Se piensa que el número de zurdos a nivel mundial sería mayor sin las presiones culturales; al parecer, un cuarto de la población nace zurda. Por ello, el escribir no es un indicador preciso, como podría parecerlo, ya que muchos zurdos escriben con la mano derecha, obligados durante su aprendizaje por la presión social, pero usan la mano izquierda para otras tareas, golpean un balón con el pie izquierdo preferentemente, etc".



¡Atención! Se comprobó finalmente lo que todos sospechábamos. Lo descubrió Clarín, obvio, "el gran diario argentino": "Un grupo de científicos de la Universidad de Oxford llegó a la conclusión de que el gen LRRTM1 transmitido por vía paterna está altamente asociado con el ser zurdo". Si querés seguir leyendo esta nota cliqueá acá.

Y bueno, no me pude resistir a la tentación de mencionar la cantidad de guasos y guasas que eran/son unos grossos en lo que hacían y que eran/son zurdos/as. Copio y pego: "La que sigue es una pequeñísima muestra de una lista inabarcable de zurdos famosos que a lo largo de la historia sobresalieron, y aún lo hacen, en las disciplinas más dispares. Es más, en muchas de ellas la clave del éxito -llámese pintor, músico o jugador de fútbol- estuvo depositada en el uso de la zurda. No estaría nada mal empezar el conteo por la prodigiosa de Diego Armando Maradona.
En el deporte, otros zurdos famosos son Emanuel Ginóbili y Guillermo Vilas. También lo eran los maestros de la pintura Leonardo Da Vinci, Miguel Angel Buonarotti, Rafael Sanzio, Alberto Durero, Hans Holbein, Pieter Paul Rubens y Pablo Picasso.
La música tampoco se privó de ellos. Como ejemplo, fueron zurdos Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven,Wolfgang Amadeus Mozart, Robert Schumann, Sergei Rachmaninoff, Maurice Ravel y Jimmy Hendrix. Y lo son los legendarios Bob Dylan y Paul McCartney.
La nómina sigue con Napoleón Bonaparte, Mahatma Gandhi, Winston Churchill, Adolf Hitler y Ronald Reagan. Lo son Vladimir Putin, George Bush (padre), Bill Clinton, Hugo Chávez y Alan García. Y el terrorista más buscado del planeta, Osama bin Laden.
Entre los zurdos famosos del mundo del espectáculo están Greta Garbo, Cary Grant, Charles Chaplin, Fred Astaire, Ginger Rogers, Judy Garland, Marilyn Monroe, Steve McQueen y Robert De Niro.




En el plano de la ficción, Ned Flanders, el vecino santurrón de Homero Simpson, es un célebre zurdo que dispuesto a acabar con las penurias de sus pares abrió un negocio para... zurdos".


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.zzzzzzzzzzzurdos...........
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p.d: ufff, hay una cantidad importante de fachos culiados que son zurdos, en la lista se ubican a la derecha de Ghandi hasta Alan García. Tienen un equipo completo los hijo e' puta, pero nosotros trajimos refuerzos de jerarquía: Hugo Chávez ('El padre de la revolución bolivariana'), Bin Laden (ponele...), Napoleón (ponele...) y Perón (porque el 'General' es de todo el pueblo, y si le pedimos que juegue para nosotros no va a dudarlo) Y si nos faltan jugadores lo ponemos a Robert De Niro de cuatro, que seguro que se prende para un picado.

miércoles, enero 13, 2010

Ausencias

Tan todos de vacaciones....... nadie escribe, nadie postea....

sábado, enero 02, 2010

Volver

Volver: Regresar. Retornar. Dar vuelta. Reaparecer. Venir. Llegar. Reanudar. Retomar. Reemprender. Insistir. Con la frente marchita las nieves del tiempo platearon mi ser. Aunque no necesariamente, digo, la parte de la frente marchita, o de la cabeza gacha, o de la tristeza o, digo, nostalgia, que hace del tiempo algo marchito para el alma, la frente, el ser, el sentir que es un soplo la vida, que se va, que todo es una brisa, un recuerdo efímero, un dolor presente, el miedo al encuentro con el pasado que vuelve.
Y digo, y vuelvo a decir, que no, que no necesariamente. Que algunas vueltas son insistencias, como dije, vueltas para dar vueltas, como esta, o aquella, o la tuya y la de ellos. A veces pasitos para atrás pero zancadas necesarias para adelante. Reaparecer. Retomar. Curar. Sanar. Insistir.
Una casa, por supuesto, la que me vio crecer, la que tiene una rodilla marcada con sangre, una televisión prendida, puertas cerradas alguna vez, un cachorro, otro sabio, la decepción de una vez y la alegría de otra, y las marcas del volver. Y a veces, también, sí se busca el regreso, sí se quiere, sí se ama a lo que se vuelve. Mi mirada a esta casa que ahora la nombro como debe ser, mi casa. Siempre se vuelve al primer amor. Un raro retornar que se siente en una caricia, la caricia de mi madre, de la vieja, que en todas las letras es siempre, sin buscar excepciones a las reglas, lo más grande que hay.
En el momento de dejar las metáforas, de poner palabras a las palabras, de decir lo que se quiere decir sin la otra cara de la moneda, sin dejar de buscar una melodía bella que abrace los cuerpos, como abrazaron el mío tantas veces, diré, digo, lo que quiero decir, cuando hablo de volver. Mi cuerpo cada día más viejo, aunque joven, acostado en una cama. El sonido, más bien ruido, de una tos horrible, la mía, no la de mi viejo, que es costumbre. Esta vez la mía, la herencia genética, quizás, la excusa ante los descuidos, las manos levantadas ante eso que se llama destino y del 'yo no tuve nada que ver'. Vuelvo a aquel día, para no desvariar. Antes de ese buenas noches, parecido al de toda la vida, pero no idéntico, la silueta de mi vieja avanzando hacia mi cuerpo 'levantate la remera, dale'. Me frota una crema para aliviar la tos y las esperanzas apagadas y la manifestación en mi cuerpo de una locura repentina, de las corridas idas y venidas de una cabeza confundida. Tomillo, 'uso: aplicar una pequeña cantidad y masajear suavemente'.
Volver. El tango. Muchas veces espejo de mi vida, aunque no necesariamente. Ahí está mi vuelta, sin miedos, pero con una esperanza humilde, que es toda la fortuna de mi corazón.




p.d: la letra, por si acaso, para despejar la duda del plagio y acercar la afirmación de admiración a esos versos tan justos que hoy tomo prestados:

Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.

Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.

jueves, diciembre 24, 2009

Las cosas de Barrio Las Flores IV

Primeras gotas
segundas gotas
luego incontables.



Corría y corría y corría y corría y corría y corría y corría y cor...



Las viejas
desde las ventanas
mano abierta en los cachetes
"¡las enfermedades!"

Los viejos
agua en las rodillas
las manos abiertas deteniendo el auto que se va, se iba, se quedó.

El río
improvisado
pero río
de la puerta de mi casa.

sábado, diciembre 19, 2009

Reuniones (2da y última parte)

No voy a extender ni propiciar ningún misterio así que hablaré brevemente sobre Matías Brex. Yo ingresé al colegio en cuarto año. Al llegar me sorprendió que nadie hiciera burla, que nadie molestase a Matías ya que, estaba más que claro, era bastante afeminado. Me sorprendía mucho porque el secundario puede ser muy cruel para algunos. Encima yo venía de un técnico, que era de guasos solos, donde el menor descuido te mandaba al muere. A lo mejor estornudabas en clase y a alguno se le ocurría empezar a joderte con eso hasta fin de año y la cosa se solucionaba buscando una superación de la joda insultante, o a las piñas, lisa y llanamente. Decía, entonces, que a Matías nadie le decía nada. Después me enteraría que en primer año lo hartaron tanto que las autoridades del colegio tuvieron que intervenir y cagar a pedos a todo el curso para terminar con la incómoda situación (para Matías).
Cuando llegué a la reunión saludé a todo el mundo y me senté. Como a los diez minutos de estar charlando o, mejor dicho, escuchando charlas, pregunté por Matías. El Pegoraro me miró con una cara desencajada (para hacerme entender que era un boludo) y me dijo, precisamente, "boludo, ahí está Matías". Lo miro y efectivamente, ahí estaba. No lo había reconocido. Lo saludé pensado que era el novio de Luciana Cabrera. El guaso estaba más flaco, con el pelo corto y con gel, bien pituco, toda una diva. Por lo que sé vive con un tipo, tiene una academia de baile y participó en uno de esos programas de mierda como Talento Argentino o algo así. (¡Por dios! Leo el nombre del programa, lo asocio con sus contenidos, y me cargo de bronca; pero bueno, eso podrá ser otro texto para otra ocasión).
La noche siguió su curso (6to A… (¿!)). Se armaron grupitos de charla, parejas para ir a fumar un pucho, secretitos, silla al lado de silla para ver un viejo álbum de fotos. En un momento, luego de habernos sacado una divertida foto grupal, el ahora gordo DiLucca, me decía:
- vení, vení, por favor, que quiero hablar con vos. A ver, contame. Vos me decís que estás trabajando en una fotocopiadora ¿verdad?
- Sí.
- Y que ganás ocho pesos la hora, o sea, un poco más de mil mangos al mes.
- Ajá.
- No lo puedo creer. O sea que no hacés planes para comprarte un auto, o una casa.
- Y no Lucas, la verdad que no.
- ¡No lo puedo creer! Te admiro loco.
La charla es irreproducible en forma de diálogo, pero sí puede ser contada más o menos de manera fiel. Dilucca, hoy dueño junto a sus hermanos de una empresa removedora de suelos, perforaciones, excavaciones, y demases, me mira asombrado ante mi "pobreza" económica (que tampoco es tal). No entiende, no entra dentro de sus parámetros, cómo puede vivir, alguien de mi edad, sin auto y casa propia. No me lo dice de mala manera, ni sobrando, ni nada, lo dice desde su lugar, desde lo que le tocó de chico, lo que fue y le fueron haciendo, desde el camino que él, casi con obligación, tenía que hacer en su vida.
- Qué se yo Lucas. Yo trato de ser feliz, con auto o sin auto.
Mi frase, más hippie que mi remera, era lo único que le podía decir al Lucas, a su empresa, su auto y su casa en el country.
Ya para las dos de la mañana, después de las pizzas y empanadas, el Paco y yo cargábamos con un buen estado. Yo le gritaba a mis compañeros "¡manga de putos, tomen fernét! ¿qué se hacen ahora los chetos? ¡Antes eran unos borrachos y ahora son unas mamitas!" Con una mano sosteniendo el vaso, la otra con el índice señalándolos y todo el resto del cuerpo apoyado en la pared, para que nada se derrumbara.
En total asistimos 16 ex compañeros. Faltaron muchos. Algunos, según los cálculos compartidos, viven fuera de Córdoba (Soledad Rodríguez, Soledad Salazar, Romina Lescano y Lucas Farías) de otros se perdió totalmente el rastro y un par confirmaron su presencia pero al final no fueron.
Se sabe que este tipo de reuniones pueden ser angustiantes para las almas con poca paz, para los que no pudieron o no quisieron seguir el "buen camino" del chango de clase media, del tipo que tiene 27 o 28 años y no tiene "su vida resuelta". Algunos se llenaron de guita, otros y otras se casaron y otros y otras tuvieron hijos. Esas tres categorías se alinean mágicamente en el mismo nivel para dar respuesta a la compleja pregunta "¿qué hiciste en estos diez años?" Para el sentido común argentino, para nuestra cultura, tener un hijo o casarse es hacer algo. Eso no es hacer "algo". Tuviste un hijo, te casaste, qué se yo, pero no hiciste nada. Llenarse de guita, en cambio, está más cerca de ese "algo". Yo, entonces, siguiendo esos lugares comunes, no hice nada. Fui a la facultad, conocí gente, me cagué de risa, salí en un libro (me faltó plantar un árbol), viajé a Buenos Aires amé, fui amado, ascendí a primera, volví a amar, descendía al nacional B, conocí más gente, tomé mucho pero mucho fernet, me fui a vivir con amigos, soy feliz, sigo en el nacional B y he vuelto a amar y ser amado. No tengo mucha plata, pero mi empresita funciona de maravillas.


Las chicas sacando fotos


Vanina Gardiol, Lucas Dilucca, Alejandra Herrera, el gran Paco, la Euge Magliano y la Laura Posse.

miércoles, diciembre 16, 2009

Reuniones (primera parte)

Hay un cuento de Cortazar, creo, que se llama así. Si no me equivoco (y lo más probable es que me equivoque) está en el libro Todos los fuegos el fuego. Seguramente alguno, al igual que yo, se quedó pensando y seguro, alguno al igual que yo, va a ir en busca de ese libro para ver la verdad de las cosas (fijarse en Internet sería lo más fácil, pero la búsqueda de fuentes directas sigue teniendo un atractivo único)
(48 segundos después)
Mi verdad a medias: el cuento se llama Reunión y no Reuniones y está (en eso sí le acerté) en el libro recién mencionado. Ese conocidísimo cuento habla del encuentro entre el Che Guevara y Fidel Castro en medio de la montaña durante la revolución cubana. Creo que es en la montaña. Lo leí hace mucho. Algún cortazariano podrá replicar los falsos arranques de mi memoria. No sé cómo termina (seguramente se encuentran, sino, no se llamaría como se llama) pero sé cómo empieza: "Nada podía andar peor, pero al menos ya no estábamos en la maldita lancha, entre vómitos y golpes de mar y pedazos de galleta mojada, entre ametralladoras y babas, hechos un asco, consolándonos cuando podíamos con un poco de tabaco que se conservaba seco…". La primera oración es larguísima, mejor cortarla ahí. Pienso, mientras ojeo mi librito azul (esos que venden en los saldos, los de la colección del diario La Nación) que el histérico cortazariano levantará su dedito francés para decirme "¡no, señor, ese cuento arranca con una cita del Che; y las citas son parte del cuento porque si bien son introductorias, éstas, se colocan por debajo del título, con lo cual ya integran el corpus del cuento!". El histérico tendría razón, pero a los histéricos mejor dejarlos hablando solos.
Tremenda introducción para hablar de una reunión muy alejada de una montaña (o de una sierra, más precisamente). Y ahora pienso que todo esto debería llamarse Reunión y no Reuniones… pero ya me encariñé con la introducción, así que todo quedará como está.
Mi reunión, luego de diez años de espera, empezó con un grito desaforado: ¡Jesús!, gritó desde el fondo de la mesa un ahora gordísimo Lucas Dilucca. Ahí estaba yo, nuevamente, enfrentándome a mi pasado. Dije que habían pasado diez años, una década, y la palabra década suena pesadísima, como si fuera un período histórico analizable: eso duró la fiesta menemista, los años felices de Perón, el noviazgo de mis abuelos antes de casarse, la diferencia de edad entre mis primos y el tiempo que pasé sin ver a mis compañeros de secundario desde que me egresé, en aquel lejano diciembre de 1999.
Dilucca me grita Jesús al verme entrar con barba, el pelo un poco largo, la misma flacura, un pantalón ombú y una remera, debo admitirlo, un poco hippie. Yo sonrío a todo el mundo y voy saludando uno por uno con algo de miedo, incertidumbre, rara emoción y desconcierto. ¿Quiénes son todas estas personas? Son (somos) los mismos pero más gordos, pelados, con hijos, con tetas hechas, casados.
Nervioso, me siento y me apresuro en llenarme un vaso con cerveza. Paco hace exactamente lo mismo. Sin decirlo, ambos sabemos que la noche puede resultar larga y que lo mejor es empezar a estar borrachos. La primera hora de reunión fue desastrosa: el negro Ávila haciendo chistes malísimos, risas estruendosas cargadas de nervios, todos gritando al mismo tiempo, todos hablando para no tentar al silencio incómodo. Yo hablaba poco, respondía las típicas preguntas "¿en qué andás?" o "¿te casaste?" o "¿en qué laburás?". Lentamente fuimos ganando confianza, creciendo en charla, perdiendo en ruido, recuperando recuerdos. Como siempre sucede casi por una ley natural, las gentes se van agrupando por género, así que teníamos, por un lado el polo masculino con Damián Cabrera, Pablo "el negro" Ávila, Lucas Dilucca, Andrés "cocó" Orellano, Paco, el Pegoraro, y yo. Del otro lado del meridiano de la mesa estaban Sabrina Rodríguez, Daniela Quinteros (tetas hechas), Matías Brex (ya hablaré sobre él), Luciana Cabrera (tetas hechas), Cintia Gutiérrez (quien cumpliera años recientemente) Laura Posse, Eugenia Magliano, Betiana Moreno (tetas hechas), Vanina Gardiol (tetas hechas) y Alejandra Herrera.


...continuará ... en unos días...

miércoles, diciembre 02, 2009

Puto/a(s)

Hotmail puto.
Jakers putos.
Publicitas putos.
Nerds putos.
Putos putos.

Resulta que abro mi casilla de jotmeil y me encuentro con 42 mensajes nuevos. Pienso "uh, qué bueno, seguro que es toda esa gente que me quiere" y también se me da por pensar "¿serán todos comentarios de mi último post del blog". No, ni bosta, ni siquiera. Toda porquería, basura cibernética de mails.
Hablo con Muñeco. Pesimista, pero sabe algo de estas cosas: "te jakearon la cuenta; a mi me pasó lo mismo; vas a tener que cambiar la contraseña".
La concha de la lora. Tenía razón. Después de varios días descubrí, en efecto, que alguien (o algo) accedió a mi cuenta para boludear, por negocios, porque sí, por putos, no sé.
Así que, con tremenda tristeza, abandoné mi histórica contraseña, mi hermosa contraseña.
De ahora en más dejo la tradicional: xxxxxxxx y paso a usar una nueva, esta: xxxxxxxxxx; que según los muchachos/as de hotmail es considerablemente más segura que la anterior.
¿De qué seguridad me vienen a hablar estos cretinos?

domingo, noviembre 29, 2009

Lo lindo de ser feliz en casa


El histórico y siempre disponible "Boquita" Guyón se hizo cargo de Belgrano hasta...


Para hablar siempre de lo mismo mejor callar. Mejor llamarse al silencio hasta que algo sacuda lo conocido. Y que Belgrano gane y que encima haya jugado bien no es cosa de todos los días; entonces me autoconvoco a las palabras y vuelvo a las crónicas de días celestes y soleados.
Este es el partido que yo vi/viví. De esta manera abro la(s) puerta(s) de todas las opiniones, de todos los ojos que estuvieron en el estadio, de todas las patas que saltaron, las gargantas que se agitaron, y que venga el viento y que lleve y traiga lo que quiera, lo que le plazca. Alguno manoteará algo, como hojas de otoño y las guardará como verdad.
El primer mensajito de texto sonó temprano, a eso de las once de la mañana: "Donde comemo el asado?" El Gringo Fede estaba seguro que al levantarse tendría, por lo menos, cuatro llamadas perdidas y nueves mensajes violentos, con severos insultos, con interrogantes similares a los que él planteó a las once de la mañana, cuando se levantó y vio su casilla vacía. Le respondí que mi casa estaba siempre dispuesta, pero que esta vez yo no iba a mover un dedo para comprar la carne, carbón, pan, verdura, Fernet(*), coca, etc. Al final, como buenos compañeros, dividimos tareas y todos contentos.
Hubo asado, hubo Fernet(*), hubo cantos previos y hubo un nuevo hincha. Sí, porque convencimos a un santafecino amigo para que se calzara la celeste y nos acompañara (por primera vez en su vida) a una cancha de fútbol. Creemos que fue una de las cábalas y le prometimos que le pagaríamos una parte del pasaje para el último partido de local contra los putos de Quilmes.
Entramos rápido porque había poca gente. Los que también entraron rápido en el partido fueron los de Merlo, porque nos clavaron un gol apenas empezado el juego. Un lateral de mierda, la defensa que duerme, el delantero que pone el botín con los ojos cerrados y gol. Un puñado de jugadores abrazándose y de vuelta esa sensación de mierda de ser humillados en nuestra propia casa. Hago un breve paréntesis: la imagen de los jugadores visitantes festejando es de lo más triste en el fútbol de estos días, en el fútbol de las categorías de abajo (no tan abajo, como el Argentino A). Si uno está distraído, borracho, cantando, charlando, comprando una gaseosa, meando en el baño, mandando un mensaje de texto o chamuyando a alguna mina, puede suceder que jamás se entere de que el rival marcó un gol. La red visitante se infla y no hay sonido que te haga dar cuenta del gol, o sí, el no-sonido, el silencio frío y duro, el peor de los silencios: el nuestro.
Así, sin merecerlo, Merlo se puso uno a cero. Digo sin merecerlo porque a mi parecer Belgrano no estaba jugando tan mal e incluso no dejó de hacerlo después del gol en contra. Y el premio llegó a los 23 minutos: después de una serie de amagues que dejaron a dos defensores en ridículo, desbordó el "Picante" Pereyra, metió el centro atrás y Mariano Aldecoa la tocó solo frente al arquero para marcar el empate. Ambos jugadores, de a poco, y con buen juego, me van callando la boca con los apodos: Pereyra parece ser ese "Picante" de Unión de Santa Fe y Aldecoa deja de ser "Flancito" para ser sólo Aldecoa.
Belgrano jugó, tocó, salió desde abajo siempre que pudo y casi nunca lo atacaron con seriedad durante todo el partido. En el segundo tiempo, cuando todo empezaba a terminarse, y después de una linda jugada, Vázquez metió un buen cabezazo para dar vuelta un partido complicado. Fue un 2 a 1 con alta sensación de justicia.
Después vino lo de siempre, los quince minutos "de Belgrano" (iba poner "a lo Belgrano" pero sería una falta de respeto usar esa bella frase que le da nombre a un muy buen blog que salió a luz hace poco y que recomiendo su visita). Nos metimos atrás, muy atrás, demasiado atrás. La mejor chance del Deportivo Merlo para llegar al empate vino luego de, algo así, como doce errores seguidos de la defensa de Belgrano. Al final Turús la terminó sacando en la línea. Los últimos minutos (los del "tiempo recuperado") se desarrollaron en el campo visitante, con el equipo local dominando la pelota (fueron tres minutos, no más).
Belgrano ganó y no jugó mal. Todavía no me animo a armar la frase de la manera más linda: Belgrano ganó y jugó bien. Habría que repetir partidos como este, con resultados similares, para ilusionar, de una vez por todas, a toda esa gente que está siempre: en las buenas y en las malas.


(*) El Word te cambia una de las palabras más cordobesas, Fernet, por "Bernet". ¿Alguien tiene el teléfono de Bill Gates para explicarle un par de cositas?

sábado, noviembre 28, 2009

Palabras




Cuando sus faenas terminan, al caer de la tarde o a la noche, estos hombres apasionados que no tienen pasiones, se reúnen en pequeñas tertulias, con uno o dos amigos. El Hombre de Corrientes y Esmeralda es un misántropo que odia la soledad personal. No puede estar solo. La soledad lo contraría y atrista. Las tertulias se instalan en el interior de una casa o café. El estado de ánimo no se modifica. El café rebosa. En torno a cada mesa hay un grupito de hombres solos. Los hombres de una mesa evitan mirar a los vecinos… Las mujeres están excluidas de esa grey. Son hombres que hablan poco y en voz baja, como si bisbisiearan un rezongo. Es muy raro que discutan o promulguen ideas o sentimientos. Su conversación es casi siempre una conversación desquiciada, con más pausas que palabras, una conversación que no quiere predominar. "Hoy el jefe me dijo que las planillas ya no estaban como ayer. El jefe está medio loco". Alguno se copla sin entusiasmo: "Tu jefe, si sigue así, no va a durar mucho". Suena un tango, la densidad del silencio se intensifica. Cesan los rumores y los ruidos. Todos callan. El café es un templo de atrición. Los hombres encorvan ligeramente sus testas y distraen sus ojos en el borde de la taza en que desprenden la ceniza de los cigarrillos. Meditan. Están ensimismados. Hurgan sus días irreconciliablemente distanciados de la realidad. Divagan. En su fantasía moldean sus vidas como una miga de pan. La desunen, la reconstruyen, la llenan de perspectivas. Son artistas sin otras materias plásticas que sus propias existencias. Sueñan. Es una decepción más que se infiltra en sus ánimos. Cuando el tango termina, los ojos cansados tienen rastros de un desgano que conoció la aventura. Alguien comenta: "Este pasquín tiene pocas noticias de fútbol". Y siguen esperando otro tango.

Raúl Scalabrini Ortiz. "El hombre que está solo y espera".

jueves, noviembre 19, 2009

Feliz cumpleaños: 15 de noviembre

Como los márgenes me quedan chicos
te dedico
hermana
un lugar central.

Acá van algunas fotos/recuerdos digitales,
no tan viejos, obvio.

Van en el MISMO tono familiar con el que nos hemos tratado TODA la vida.
JA
JA
JA

En Francia, creo:




Llorando como nenita cuando te ibas para España:



Tus 90/60/90:



Con el otro traidor de Ramiro (los dos de rosa... putazo):





Bueno, no tengo muchas más.
Capaz que te traen un lindo recuerdo.
Feliz cumpleaños
Te quiero, che.

Un abrazo!

jueves, noviembre 12, 2009

Agua

Esta fue la columna del programa de radio del miércoles pasado.
Ahora, sin música, sin cortinas, sin voces en el dial
con palabras, con tiempo, con imágenes, con voces... las que cada uno imagine.



Agua



Si es verdad que somos de todos lados y de ninguna parte
o la y viceversa de todas las frases.

Si es así que somos sin serlo
las patrias nuestras y ajenas, las tierras y los lugares de la cadena de ancestros.

Si es así ¿Qué queda como nudo, como corazón que ata y no suelta?
¿Qué somos?



Soy el agua que me dio vida, que me vio crecer.
Soy la manifestación acuosa de los sentimientos.
Soy el llanto de mi madre (sus felicidades, sus penurias)
Soy el sudor de mi viejo y del suyo; la transpiración de lo que supo ser una relación de palabras inseparables:
Dignidad y trabajo.

Soy las lluvias de ayer, las que hoy se ruegan, los llantos sufridos del cielo.
Soy la crecida del canal, el desborde del río,
la primera vez que vi el mar, la vez que casi me ahogué,
las camas mojadas de niño, los mates amargos,
las gotas de amor con vos, amor, la humedad de las sábanas,
las bombuchas del carnaval cordobés,
la cancha embarrada, el barro, la piel de barro, la sangre, el vino,
la ventana de lluvia, los vidrios empañados, los que limpian vidrios y los que miran sin animarse a mirar los rostros mojados.

Soy el gusto de mi agua: la más pura de las verdades, la respuesta única a las preguntas, el alivio que encuentro cuando me pierdo y me olvido de lo que soy.
El alivio de saber qué responder
cuando alguien me pregunta
de dónde soy.

Tan hermoso
Como eso.

lunes, noviembre 09, 2009

El concepto Platense-Ferro




Por fin, después de tiempo vuelvo aquí, a las palabras. Harto de escribir crónicas derrotadas y asumiendo un poco de espíritu exitista, me siento en esta silla a contar de la manera que se me cante lo que pasó y no pasó ayer en Alberdi.
"¿Qué carajo tiene que ver ese título?", preguntará alguno. Paciencia, hacia allá voy. Jugando un poco con la literatura y razonando los sentimientos futboleros (o sea alejándome del sentido más o menos acabado que se tiene acerca del fulbo) voy a tratar de explicar las cuatro palabras titulantes de esta crónica.
Cuando uno habla de partidos malos, de encuentros que a priori no generan la más mínima expectativa de buen fútbol, de equipos tan intrascendentes, tan malos, tan asociados con el gris, con la nada, con el fu ni fa, con las tribunas semidesiertas, con transmisiones televisivas que se asemejan en emoción a un partido discreto de golf, uno está en presencia de un concepto llamado: Platense-Ferro (o Ferro-Plantese, como el lector guste). Quizás porque recuerdo mucho aquellos "partidos de los lunes" que solía transmitir TyC, en los que se enfrentaban los equipos de mierda del torneo de primera división: o sea una oportunidad para verlo a mi Belgrano en aquellos años en que jugábamos en la máxima categoría.
Uno prendía la tele e iba directamente al (ex)"canal número uno en deportes" y podía disfrutar o vomitar un vibrante Mandiyú-Deportivo Español o un seguramente inolvidable Argentinos Juniors-Banfield. Los partidos se jugaban de noche (generalmente a las 21hs) y casi siempre la cancha estaba embarrada; no me pregunten porqué, pero así colecciono mis recuerdos.
¿Adónde quiere ir el cronista? Es simple: quiero jugar un rato con las palabras, con los recuerdos, con el presente y con el fútbol. Quiero demostrar que las cosas se pueden decir y sentir de otra manera. Quiero desbordarle y cagarlo a goles al patético periodismo deportivo, que se limita a copiarse a sí mismo y a cambiar las fechas, los goleadores y algunos nombres, manejando siempre el mismo vacío esquema de análisis.
Belgrano viene mal. Sería un completo idiota si conjugo el verbo en pasado (el verbo "ir"). La victoria de ayer ante Platense no invita a pensar en una mágica y, porqué no, milagrosa remontada. Ganamos, y punto. Y a esta última frase la podemos atar con el concepto Platense-Ferro. La victoria de ayer no podía ser de otra manera, no. Jugamos contra Platense. El partido fue terrible: por momentos aburrido, por momentos malo o muy malo. La gente no alentaba, no puteaba, no nada. Eso: la nada. Los goles de Belgrano los metieron los peores jugadores del equipo: Mariano "flancito" Aldecoa (un golazo encima) y Luciano "juego con los botines cambiados" Lollo. Después nos expulsaron a uno y al ratito nos metieron el descuento de pelota parada (no podía ser de otra manera). Platense tiró 35 pelotazos en el área y sus delanteros ganaron por lo menos 32 de ellos, solamente que ninguno se llama Palermo, Henry o Drogba, con lo cual no tuvieron remates directos al arco.

Primer milagro: el viernes por la noche cayeron un par de gotas, pero eso no alcanza para aliviar la sed de la tierra. Segundo milagro: Belgrano ganó de local… ¿hace falta completar la metáfora?

domingo, noviembre 01, 2009

Afuera Ramia por lesión

Viernes 30/10. 20.30hs
Transmisión radial. La previa de Belgrano-CAI, por la 12ª fecha de la B Nacional.


- Comentarista: En Belgrano se confirmó la ausencia de Ramia por una seria lesión sufrida ayer, Jueves, al bajarse de un colectivo.

- Relator: Bueno, aprovechamos desde aquí para mandar nuestro afectuoso saludo a Ramia, como así también a la familia. Seguramente Belgrano notará la ausencia de este baluarte para el partido de hoy. Volvemos a estudios centrales.


Viernes 30/10. 11.30hs.

Comunicación telefónica:

- ¡Vos sos un pelotudo! ¡Cómo te vas a tomar un colectivo! ¡Cómo vas a exponerte a semejante riesgo en la víspera de un partido tan importante! Hay que hablar con Pérez (Pérez: gerenciador de Belgrano) para que nos ponga unos taxis a disposición.
- Tenés razón, Fede, tenés razón.


Jueves 29/10. 16.45hs.

Mi vieja me contó que antes de salir de casa para el hospital el numerito ubicado en la esquina inferior derecha del televisor decía algo como 43.5°. Un calorón cordobés de aquellos. A eso de las cuatro y media de la tarde, con enorme coraje, me calcé la mochila y salí para la facultad a entregar un trabajo para la única materia que curso en este cuatrimestre. Miré el reloj. Calculé mi velocidad de caminata, la transpiración por minuto, las ganas y la potencia del sol. Decidí tomarme un colectivo. No vivo muy lejos de la ciudad universitaria (unas 15 o 20 cuadras, no más) pero el calor estaba matando y como tenía un cospel disponible…
Después de unos minutos de espera lo vi llegar, bien desde el fondo de la Belardinelli, al bólido Azul de la empresa de Transporte Ciudad de Córdoba. Era el A6 (el ex 56). Subo, pago mi carísimo boleto y me quedo parado. Total me bajaba en unos minutos. La sensación térmica en el colectivo rondaba los 63°. Mucha cara de orto, mucho aire hirviendo.
Cuando voy llegando a mi corto destino final me agarro del caño y toco el timbre. El bondi frena de golpe, como siempre, y me dispongo a bajar. Un guaso, que estaba al lado de la puerta, me mira y con un gesto de brazo me hace entender que baje primero. Así que ahí voy, a "mi corto destino final". Cuando muevo mi pie derecho para apoyarlo en el primero de los altísimo escalones de descenso, siento que me raspo un poco a la altura del tendón de Aquiles con el filo del escalón. No le doy bola y termino de bajar. Hago dos pasos, el colectivo arranca y se va. Hago otros dos pasos y me miro la pierna. Sangre. Sigo caminando. Más sangre. Pienso "pucha, parece que fue más que un raspón". Encaro para el edificio de la "Escuelita" para ir derecho al baño a limpiarme. Cada paso que doy es un chorro de sangre más que se me va metiendo adentro de la zapatilla. Definitivamente es algo más que un raspón.
Entro al edificio y lo veo a uno del centro de estudiantes (nota: ese día eran las votaciones para centro, consejo consultivo y consejo superior).

- Che, maestro, ¿no tienen un botiquín en el centro?
- ¿Para qué?
–pregunta el pelado, más atento a la charla con la minita que a mi requerimiento.

No le dije nada y le mostré el tobillo rojo.
¡Uh, loco, eso es para llamar a Ecco! ¡Vení, vení!
Mientras caminábamos de una punta a la otra de la Escuela el guaso no paraba de decir que "ni siquiera en la escuela hay botiquín / esto es un desastre / nosotros de pedo tenemos unas gasas y agua oxigenada / ahora mismo llamo a la ambulancia / por favor no dejes de votarnos".
Como Córdoba es chica y la ciudad universitaria más chica y la Escuela de Ciencias de la Información una familia loca, me lo crucé a Juan Cruz, uno de mis concubinos.
"Juan, dame una mano que creo que me corté".
Así que ahí fuimos, con la sangre derramada sobre las consignas electorales. Juan hizo los mejores primeros auxilios: primero me limpié la pata en un pico, después me tiraron toda el agua oxigenada posible, luego el "pervinox", unas vueltitas de gasa y a esperar la ambulancia.
"Sí, viejo, esto es para puntos sí o sí", sentenció el paramédico.
Después que los guasos de Ecco hicieran exactamente lo mismo que Juan Cruz (agua oxigenada, pervinox y gasas) tuve que esperar como media hora hasta que alguien les dijera, Nextel mediante, adónde iban a aceptar mi tendón sangrante con mi obra social.
- Como vos quieras pibe: te vas por tus propios medios o si querés te llevamos nosotros en la ambulancia. Pero mirá que si hoy hace 40 grados, atrás hace como 50.
Era verdad, adentro de la ambulancia estaba imposible.
Llegamos con el Juan al hospital y me depositaron directamente en una camilla.
El médico Andrés Acosta: sí, va a haber que hacer puntos internos y externos. Tenés el músculo y el tendón expuestos. Esperame un cachito acá que voy a buscar la anestesia y el resto de las cosas.
Después se iría el Juan y llegaría mi vieja. Después pasaría un médico y otro y otro y yo escucharía cosas como "Mariana, vení, vení; mirá: ¿ves? Tendón expuesto. ¿Ves? Mirá." Esas frialdades médicas que hacen que uno se sienta un objeto de estudio. Después me pincharían, me coserían, me reiría, me dolería, me levantaría y me iría a mi casa. Rengueando, obvio.



Viernes 30/10.

Comunicación telefónica:

- Sebastián ¿te duele la pierna? ¿necesitás algo? ¿podés caminar bien? Si no te sentís bien no vayas a trabajar.
- No mami, no me duele casi nada; me molesta un poco pero nada más.

Mentira, me dolía como la concha de la lora. No podía caminar. Me costaba desplazarme, moverme para cualquier cosa. En mi casa no había nadie y todo me lo tuve que alcanzar yo solo y con tremendo dolor. Para bañarme tuve que cortar tres bolsas de supermercado y encintármelas alrededor de la venda. Así y todo fui a trabajar. Terrible idea: no podía estar parado. Decí que trabajo con "compañeros de trabajo" que te bancan todas. Estuve un rato largo sentado, cobrando, atendiendo poco, explicando a los que me preguntaban por mi renguera. Ayudó que se haya cortado la luz muchas veces. Cuando el calor y el dolor eran suficientes, cobré el día y me fui.
Durante toda la tarde no pararon de llegar mensajes de textos del tipo: "esta noche nos vemos en la cancha puto!", de mi tribunero amigo Martín Cardo. Otro del pelado Dubicki, que hace como un año que no pisa en el Gigante: "che, esta noche puedo ir a la cancha, nos vemos ahí?". Uno del fino: "nos comemo un asado en Bedoya esta noche?". No sólo que no podía hacer nada de todo esto sino que tampoco podía contestar ya que mi celular entró en una parálisis facial en la que los botones de la izquierda dejaron de andar: el 1, el 4 y el asterisco. Entonces no podía usar para mensajes de textos las letras h, i, j, ni tampoco los signos de puntuación. Un desastre por todos lados el viernes.
No hubo asados, no hubo tribuna, no hubo cerveza, no hubo "gracias Belgrano querido, gracias por las emociones (...)", no hubo victoria celeste, no hubo gritos, ni bailes. Hubo, sí, abrazos de consuelo que me ayudaron a cerrar un día difícil. Hubo, cuando la noche era bien noche, lindas sonrisas.

Sábado 31/10. 12.30hs.

El médico Andrés Acosta, luego de sacar la venda y examinar la herida ya cosida, asintió con conformidad y dijo "esto está excelente. Nada de deportes por 30 días y venite dentro de 15 días así sacamos los puntos ¿eh? Ahora esperá acá un ratito que ya viene la enfermera así te ponen la vacuna".
- Bajesé los pantalones por favor –me dijo la experimentada enfermera.
¡Pum! Una en cada cachete del culo. La antitetánica, por si acaso, me dejó dos marquitas en el trasero. Al salir, sobándome con ambas manos, le dije a la enfermera: "gracias por la gentileza, eh". Las enfermeras, que eran dos, se miraron y me dijeron "no seas tan mamita que no duele nada". Se me cagaron de risa. Yo también.



Domingo 01/11.

Ya puedo caminar. Me estoy preparando para llegar en óptimas condiciones al próximo partido. Belgrano me necesita y yo necesito de él.

p.d: Belgrano 1 - 3 CAI.

miércoles, octubre 28, 2009

Carlos Gardel

Extranjero del silencio
en el mundo arrasado; vertiente de la extrema melancolía
y del coraje y de la velocidad y del miedo.

Dueño de la ciudad, de su memoria blanda
y de la madrugada hambrienta y sin sentimientos
y de la suprema cordura de los vagos.

Cómplices de los encuentros,
de la grappa que nos hizo hablar,
loco de la noche, despreocupado amigo del alba, señor
de los tristes.










De Fransisco Urondo.

domingo, octubre 18, 2009

Viejos amores

(Pedazo de un capítulo de un cuento que no se termina...)

Claudio no paraba de escribir en la libretita. Era casi la una de la mañana. El televisor sin volumen, en el canal 12, pasando una película de bajísimo presupuesto. El velador prendido. La ventana abierta. El gordo que escribía y escribía y de tanto en tanto sacaba la calculadora del cajón de la mesita de luz y hacía números. Sumaba, restaba, sumaba, multiplicaba, dividía, sumaba, multiplicaba y de tanto en tanto le daba al igual. Y ahí saltaba el resultado, el número de varias cifras, el responsable de la sonrisa del Gordo. Cada vez que terminaba una cuenta se empezaba a cagar de risa. Y murmuraba y hablaba solo y también le hablaba a la Silvia, que intentaba dormir desde hacía unas horas.
- Apagá la luz, Gordo, dale, dejame dormir –rogaba la Silvia.
- Sí, sí, Gordita, sí, sí. Jajaja –trataba de reírse en voz baja.
- Por favor, Claudio, no doy más.
- Nos vamos a llenar de guita, Silvia, nos vamos….
Otra cuenta.
Otro número esperanzador.
El Gordo miró al techo. Pensó en el viejo Alberto.
Estuvo unos minutos en feliz silencio. Escuchando su alegría, el ventilador de techo, la respiración de Silvia.
Luego dejó el lápiz y la libreta en la mesa de luz, abrió el cajón, sacó los forros y se acomodó.
- Negra… ¿estás despierta?

martes, octubre 06, 2009

Situación

- Documentos, por favor –ordenaba el cana mientras lo pateaba.
- Docu… ¿qué? –respondió el borracho.
- Documentos. Su identificación.
- ¡Me llamo José! –exclamó con alegría.
- No me importa cómo se llama. Quiero ver sus papeles.
- ¿Papeles? Tengo un montón de papeles. Trato de escribir algo todos los días– respondió el borracho entre eructos sin ruido.
- ¿Me está cargando? –amenazó el represor.
- No podría señor policía, usted es mucho más grandote y más joven que yo.
- Deme su identificación antes que empiece a perder la paciencia.
- Ya le dije que me llamo José. Y si quiere leer lo que escribo con gusto se lo muestro. Déjeme nomás que busque acá entre todas estas cosas…
- ¡Borracho de mierda! ¡O me mostrás tus documentos o te llevo! –gritó el cana mientras se llevaba la mano derecha a la cintura.
- ¡Gracias oficial! La verdad que estoy llegando tardísimo a una cita –respondió sonriente el borracho mientras trataba de pararse agarrándose de un árbol.

El palo del policía que impactó en la cara del borracho lo devolvió a su posición habitual.