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Los carritos de choripanes estaban todos en fila sobre la calle Duarte Quiroz. El humo era persistente y tentador. No recordaba la última vez que había comido. Se que había almorzado, pero no tenía ni idea la hora que era. Me fijé si tenía plata y encontré un billete de cinco pesos. Le pregunté a Pocho si tenía hambre y el me contestó que siempre tenía hambre. Le ofrecí un choripan a cambio de que los fuera a comprar mientras yo cuidaba los lugares. Se levantó corriendo y le di dos pesos más para comprar una etiqueta de puchos de los más baratos.
Los dos equipos se juntaron en el medio de la cancha y pidieron a todos que nos corriéramos dos metros más porque así no se podía jugar. No se cuánta gente había, pero éramos muchos. La policía no tardó en llegar. Cuatro móviles de la CAP estacionaron en el medio de la calle. Se bajaron 16 policías con escopetas, escudos y palos. El más gordo de todos preguntó quién estaba a cargo de la manifestación, cuáles eran las peticiones y qué calle íbamos a cortar para desviar el tránsito. Nadie hablaba. Volvió a preguntar, esta vez a los gritos. Entre todos le intentamos explicar que los pibes estaban jugando un inocente partido de fútbol y que espontáneamente nos habíamos acercado a ver. El cana no entendía nada y se estaba poniendo nervioso. No le gustaba para nada que hubiera tanta gente reunida en un mismo lugar. Nos ordenó a todos que circuláramos. Entonces nos levantamos y empezamos a dar vueltas (todos, jugadores incluidos) alrededor de la cancha. Habló por teléfono a su superior (sería un comisario o algo así) y le preguntó si podía decretar un estado de sitio ante la caótica e inmanejable situación que se estaba llevando a cabo en el mismísimo centro de la ciudad. Se ve que el comisario dijo que no, porque el gordo se alteró y le recordó que si había otro cordobazo él iba a ser el responsable. Al final, dejó que el partido continuara, pero llamó a otra docena de móviles de la CAP, con sus cuatro integrantes clásicos en cada uno, para hacer un cordón perimetral por toda la extensión de la plaza. “Para prevenir nomás, no se preocupen, ustedes sigan jugando”, dijo el gordo. Todos los espectadores nos volvimos a ubicar en nuestros lugares.
Con el movimiento de policías y con la gran cantidad de gente que se seguía acercando a la plaza, ahora sitiada, los medios de prensa no tardaron en llegar. Canal doce y canal ocho llegaron con sus camionetas e instalaron varias cámaras en la plaza. Canal diez también llegó al lugar, pero se dieron cuenta que no tenían ni baterías ni casetes. La Voz del Interior arribó con su tropa de especializados periodistas deportivos y con su comando de censura de la información. En tanto que Cadena Tres instaló un equipo de transmisión en vivo para todo el país para desinformar sobre los hechos que se estaban llevando a cabo en la Plaza de la Intendencia. Mario Pereyra instó a terminar con todo este bochinche tirando balas de gomas y gases lacrimógenos y que para frenar toda esta desobediencia había que cortarles la cabeza como a las víboras. Más tarde le informaron de que sus comentarios le habían hecho perder tres sponsors y entonces se corrigió diciendo que era una broma, que la juventud de la clase media tiene derecho a divertirse. Agregó también que para terminar con la inseguridad habría que poner mano dura. Así como lo hicieron Canal Doce, Canal Ocho, La Voz y Cadena Tres, muchos otros periodistas de otros medios de Córdoba, intentaron llegar al lugar, pero se encontraron con un cerco de “seguridad” que les impidió el paso. Les exigían acreditaciones de prensa. Permisos especiales y un billetito en el bolsillo del señor policía.
4 comentarios:
Acá van dos partes juntas. He decidido mandar de a dos capítulos ya que alguna gente me ha manifestado que tardo mucho entre post y post. Yo quería darles tiempo de lectura, pero como vi que son apenas 3 o 4 los que lo van leyendo (justamente los que quieren que vaya más rápido) le metí pa adelante. Espero que les vaya gustando.
Abrazo de penal errado:
yo
Pasa que se lee rapido gringo... no da para una sola parte por vez por semana... Che, los pibes del cuento parecen casi tan habilidosos como nosotros jugando...
"hoyibleeeeeeeee!" les gritaban a coro. Va bien esto gringo, pero esta semana me quedo sin internet y no voy a poder terminarlo nunca... me vas a tener que regalar una copia impresa...
Noo! la terminó pudriendo la cana! Como siempre... bueno.. para qué aclarar. Lamentablemente la historia es muy creible! -lamentablemente porque lo de la yuta pasa en serio y lo de los medios de descomunicación ni hablar!-. Está muy bueno el pasaje inadvertido del fútbol a la política! Da gusto leer un cuento que te pasea así de un lado al otro.
Abrazo
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