p.d: no vale la chicana de "callate, si vos sos de Belgrano".
p.d: felicito a Independiente, pero hasta ahí nomás.
Independiente salió campeón. Siento que eso no le importa a nadie o a casi nadie. Levantó la copa de un torneo berreta como es la Copa Sudamericana. Seguramente, a dos renglones de haber comenzado este texto ya me gané el rechazo de todos los hinchas de Independiente (los cuatro o cinco).
Ayer volvía caminando a mi casa y me detuve en el bar Blender’s, ubicado en la esquina de las calles Caseros y Belgrano. Allí funciona, entre otras cosas, un bar-filial de Independiente. Su dueño es hincha fanático y el puñado de seguidores se suele juntar allí cada vez que el rojo juega por algo importante, o sea casi nunca. Me asomé por el ventanal y vi en uno de los 5 televisores que el partido estaba 3 a 1. En casa no tenía nada para hacer, así que acá me quedo, dije.
Bien, desde el minuto 73 del partido hasta el final (con sus dos alargues) Independiente jugó y demostró la misma falta de respeto a ese título que alguna vez tuvieron bien merecidos: Rey de Copas. Se dedicaron a patearla para adelante con un cagazo vergonzoso. Repito que sólo vi esa parte del partido, pero nadie se puede enojar si digo que Goiás (que descendió a la B en Brasil) mereció ganar; y si no lo hizo fue porque es un equipo limitado (como el rojo) y porque Navarro atajó casi todo lo que le tiraron.
Después vinieron los penales y el diablo pateó los suyos muy bien y fin (y comienzo) de la historia. Dale campeón, dale campeón, y no me importa lo que digan las crónicas. Es cierto, a nadie le interesa leer a un pelotudo diciendo que casi no tiene relevancia el título obtenido.
Adentro del bar (no sé cómo) había como 70 personas. Afuera, otras 20 y yo. Un viejito con una radio mató toda la emoción de los penales a los que estábamos viendo la definición desde afuera porque los hechos le llegaban como 8 segundos antes. Entonces cuando Tuzzio acomodaba la pelota el viejito empezó a gritar y a llorar y todo el mundo se abrazaba, y adentro había 70 pares de ojos que ni se dieron cuenta que en la calle la gente gritaba dale campeón. Se gritó una vez, y a los pocos segundos otra vez. Salieron a la calle muchos pibes de mi edad que, salvo el título conseguido con Gallego, sólo recordaban unas tapas de El Gráfico en la que Gustavito López, el Palomo Usuriaga y Pascualito Rambert salían campeones en 1994. Luego vendría otra copa (pero mucho más copa que esta), la supercopa de 1995, con victoria ante el Flamengo de Romario en Brasil (un equipo en serio, no como este Goiás).
Esta Copa (Nissan) Sudamericana es un chamuyo. Es un combo trucho entre la Conmebol y la Supercopa (más cerca de la primera que de la segunda, ya que a la supercopa la jugaban sólo los campeones de la Libertadores, o sea, casi todos clubes grandes) El rojo le ganó a equipos fuertísimos como Argentinos Juniors, Defensor Sporting de Uruguay, el poderoso Tolima colombiano, y al nuevo “grande” de Sudamérica: La Liga Universitaria de Quito. Y en la final, al mencionado equipo de segunda, el Goiás brasilero. Ahora, el rojo luce en vitrinas la misma copa que otro equipo con gran tradición copera, San Lorenzo.
En Córdoba hubo una época en la que muchos jóvenes universitarios eran hinchas de Independiente. Fieles a esa pelotudez de ser de dos clubes, uno de Córdoba y otro de Buenos Aires, había bastantes simpatizantes del rojo. Sumado a que venían oleadas de guasos del interior del país, lo cual ayudaba a que el tráfico de hinchas se hiciera mayor. Si Argentina es/era el famoso crisol de razas, Córdoba es/era el crisol de hinchas.
Hoy, con una noche de descanso, veo algunos videos de los festejos de los jugadores. Siento que no tienen ni derecho de gritar y reivindicar lo de Rey de Copas, que no lo merecen. Creo, que Independiente no merece reivindicar su propia historia hasta que pueda hacer de una vez por todas un presente acorde a su pasado.