Se van a arrepentir de habernos dejado entrar. Lo decimos
nosotros, fuera de todo slogan publicitario.
Nos levantamos cuando nos levantamos. Un desayuno discreto,
agua en los termos y a recorrer Paso de los Libres en busca de un par de cosas
necesarias: garrafita de gas, mate cosido para Guada y Lisandro, algún medicamento y adquisición de
reales.
En la frontera argentina nos dijeron “suerte muchachos,
vuelvan con la Copa. Argentina está orgullosa de ustedes y el espírtu de 40
millones los acompañará en esta travesía”, o algo así. Cruzamos el puente que
divide los países alentando, cantando con La Mona, felices de estar haciendo
este viaje. Pusimos cubierta en tierra brasilera y los policías de aduana nos
mandaron de vuelta a Corrientes porque si bien nuestro seguro estaba en regla
no reconocían al representante del seguro en Brasil. Hijos de puta. Volvimos a
nuestro país. En una oficinita húmeda, con huellas de tierra roja, nos hicieron
un seguro por un mes para poder circular en el país vecino. Doscientos cinco
pesos y ya. Nos quedamos con ganas de presentar una queja en el consulado e
iniciar un conflicto diplomático pero no teníamos tiempo. Ya van a tener
suficiente escarmiento cuando les ganemos la copa. Pequeña venganza: pasamos
dos salames de la Colonia en contra de todas las leyes. Somos unos rebeldes
importantes.
Ayer llovía y hoy también. Comenzamos la travesía por el
Brasil profundo. Elegimos una ruta interna en discreto estado, con muchos
camiones pero poco tránsito vehicular. El paisaje es similar al litoral argentino,
mucha llanura, humedad, algo de agricultura, pocos pueblos en muchos kilómetros
y muchos arroyos, ríos y riachos. Cruzamos uno bastante imponente llamado
Ibicuí. La Mona le cantaba al carcelero, a la marginalidad y a los gordos
bolús. Un maestro.
En Sao Borja llenamos el tanque del auto y el nuestro: un
par de pedazos de pan, mayonesa, algo de queso y el salame revolucionario. Unas
jarritas de ferne y ya estábamos haciendo patria cordobesa. Todos hablan en
brasilero y el idioma cordobés no es muy entendido.
Hemos decidido hacer nuestras paradas para ver los partidos.
Ayer vimos Brasil-Croacia y hoy frenamos a ver España-Holanda. En una estación
de servicio nos acomodamos y en menos de media hora pasaron no menos de diez
argentinos, o porteños. ¡Qué lindo es el fútbol, carajo! Al final del primer
tiempo empataban 1 a 1, en el segundo Holanda fue imparable un gol tras otro y
no paraban. Orteada inapelable: 5 a 1 y pudieron haber sido más.
Mientras escribo esto estamos atravesando una oscurísima
ruta. Las luces alumbran para cualquier lado y vamos a tener que parar en el
primer rastro de civilización a regularlas. No para de llover. Nuestro destino
de hoy es Passo Fundo. Mañana deberemos avanzar a buen ritmo. El partido es el
domingo y no vemos las horas de estar ahí.
Se van a arrepentir de habernos dejado entrar.
Crónica post crónica:
Al terminar las palabras el camino se puso más y mas oscuro. La ruta se puso pesada y una tormenta tremenda nos acompaño durante dos horas larguísimas de viaje. La pericia al volante de nuestro experimentado Kero hizo que sortéaramos la prueba con todo éxito. Luego, cuando la tormenta comenzó a amainar nos dimos cuenta que aquel pozo asesino que habiamos agarrado 30km atrás había tenido sus consecuencias: una cubierta pinchada, balizas, gato y auxilio.
Es casi la una de la mañana del ahora sábado. Ya estamos en Passo Fundo. Ahora a descansar un poco. El festejo cumpleañero debera esperar.
2 comentarios:
los estamos siguiendo.... abrazos
vamo gringuraaa!!!! que no los pare nada ni nadie! desde acá los empujamos hasta rio de janeiro!
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